El suspiro de un adiós (+ 18)

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Me acerqué a paso rápido y él abrió sus brazos para abrazarme, yo correspondí el mismo con ternura y me fui meciendo junto al alto hombre mientras este besaba mi frente con obvia melosidad que me provocaba risas de vez en cuando. Al separarme de su figura me percaté de que me encontraba dentro de la habitación y que nada estaba como antes, en verdad era impactante lo que veía. Todo tenía una decoración algo íntima y romántica, con unas que otras velas y flores, con fotos y detalles sutiles que se colaban por cada rincón mientras que un aroma dulce a frutas se impregnaba desde todos lados.

Volví mis ojos hacia el hombre de mi vida que se mantenía tranquilo detrás de mí. El que me había traído la felicidad justo el día en que lo conocí, lleno de carisma y autoridad que me enamoraba cada vez más hasta los pequeños detalles como aquel. Él sin dejar de verme, cerró la puerta aunque estuviera dándole la espalda y era evidente lo que vendría con aquel gesto pues, una sonrisa pícara se pintó a través de sus labios como si lo que imaginaba le daba gracia de cumplirlo.

− Entonces, ¿mi esposa me dará la despedida acorde a tantos días lejos de ella? ¿O tendré que esperar a mi regreso?

No pude evitar mostrar la vergüenza que siempre tenía cuando la picardía surgía de sus palabras. No respondí de forma verbal pero sí con gestos, gestos dulces que solo una mujer podría darle al hombre que amaba con la pintura de deseo. Le otorgué un beso tras otro para separarme por unos segundos y verlo a los ojos con evidentes intenciones, los besos fueron devueltos pero con más soberbia de su parte, con ímpetu despierto que me hacían entregarme sin pensarlo dos veces.

Sus manos viajaron a mi cintura donde de ahí se rehusaron a soltarme y solo marcaba con cierto deseo las leves masas que acompañaban la figura de mi cadera. Me sentía especial cuando me tomaba de tal forma, cuando hacía que mi mente disipara de todo lo que una vez hubiese pensado.

Mis manos con cautela fueron colocándose sobre sus hombros y deslizándose por la camisa de lino en tonalidad verde que tanto me gustaba verle puesta, aun sumergido en los besos encarnados de fuego inevitable me dieron la oportunidad de tentar los botones que me separaban de su piel e irlos quitando uno por uno mientras figuraba un baile lento para acercarnos a la cama.

Cuando menos lo pensé mis muslos tocaron la orilla de la cama deteniéndonos en el proceso, con la suerte de que justo en ese momento había terminado de desprender los puntos de la camisa dejando ver un pecho y abdomen forjado como el mismo acero, bajo la temperatura perfecta para dejar aquellas ranuras solamente tallada por la fuerza adecuada a la que se había experimentado en la milicia.

Al separarnos otra sonrisa figuró en su cara con la acostumbrada mirada de depredador a punto de atacar lo que se moviera, lo que fuera que estuviera en su frente, y eso...eso encendía mi interior como si del mismo infierno se tratase.

Era cierto que era un hombre dulce y lleno de personalidad candente que llamaba la atención de cualquiera en su posición, pero a eso se le agregaba lo buen amante que era, lo bestia y crudo que podía ser cuando se lo proponía.

− ¿Por qué me ves como si fuera a hacerte algo malo?

− Como si fuera algo malo lo que me quieres hacer.

No esperé algún comentario de eso al jalarlo levemente de la camisa y atraerlo a mí mientras me sentaba en la cama, acomodándome fui dejándole colocarse sobre mí mientras escuchaba el sonido tosco de sus zapatos ser quitados y dejados en el piso para colocarse por completo. Terminó por quitarse la camisa y quedar semidesnudo bajo el reflejo de la tenue luz que se removía a su propio son.

− ¿Ahora tú me ves como si fuera a hacer algo malo? — Cuestioné con picardía y él soltó una ronca risa que era propia de sus intenciones.

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⏰ Última actualización: Jun 26, 2021 ⏰

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Rumersh: La reina de diamante (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora