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A los meses que entraste a esa escuela me di cuenta de lo que sentía por ti. O más bien, me hicieron darme cuenta que me tenías comiendo de la palma de tu mano.
Una vez que ya tenía mis sentimientos claros, me ponía más nerviosa a tu tacto y las miradas que me dedicabas cada vez que nos reíamos.
Tu siempre fuiste un alumno muy aplicado y debido a eso, siempre estuviste al frente en todos lo actos escolares.
Lo único bueno de esos actos, era que yo te miraba desde lejos, pero tu no te dabas cuenta porque era yo entre un montón de alumnos. Una buena estrategia para observarte detalladamente como se te veía jodidamente bien ese uniforme.
Para mi desgracia, casi siempre me encontrabas entre mis compañeros y me mirabas. Yo de los nervios solo podía fingir que me estaba atando los zapatos para no ponerme aún más nervioso ante tu fuerte miraba sobre mi.
Se sentía lindo tener toda tu atención en mi.
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