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13/06/21

11:55 PM

Uno, dos, tres golpes continuos me despertaron. Levanté un poco mi celular con la intención de ver la hora pero detuve cualquier pensamiento racional al ver una silueta junto a mi ventana.

Reprimí un grito al darme cuenta de que aquella silueta era ni más ni menos que mi mejor amiga.

—Eira, que estas... —murmuré pasando una mano por mi cabello.

—Es media noche. —comenté y a ella pareció darle igual mi dato.

—Es él. —pronunció con seguridad acercándose hasta mi cama.

—Eira —la nombré mientras tomaba asiento.

—Debes dejar eso por la paz —le pedí pero ella negó con la cabeza.

—Mira —tomó mi brazo para de un momento a otro ponerme de pie.

Se colocó junto a mi ventana y señaló la calle vacía que solo mostraba faros de luz y carros estacionados en los cuales impactaban gotas de lluvia con agresividad, unos cuantos truenos se escuchaban de fondo, como si de pronto el cielo fuera a caerse a pedazos de un momento a otro.

Estaba por preguntarle que se supone que tendría que ver pero capté una silueta que caminaba debajo de los árboles junto a la banqueta, las gotas de lluvia resbalan sobre su chaqueta y el cabello se le había pegado al rostro empapado, no parecía llevar tanta prisa a pesar de estar bajo una tormenta.

Sabía quién era esa persona, y todo gracias a Eira.

Él miraba ambos lados de la calle para comprobar que se encontrada desierta, caminaba bajo las sombras hasta casi volverse una de ellas. En un momento giró a la siguiente avenida perdiéndose entre un par de callejones pero no sin antes mirar en dirección a mi ventana, como si hubiera sentido nuestras miradas observándolo.

Nos tiramos al suelo.

—Te lo dije —remarcó Eira.

—Tal vez solo salió a caminar —murmuré y ella me miró como si yo fuera estúpida.

—Nadie sale a caminar al bosque en mitad de la noche —habló.

—Escucha, tal vez solo va de fiesta con amigos o yo que sé. Que le guste salir de noche no lo convierte en un traficante o en un asesino, Eira —comenté.

—¿Cuál maldita fiesta Ciara? —preguntó con molestia.

—Es media noche, hay una tormenta afuera y mañana es lunes, es poca la gente del pueblo que organiza fiestas un día antes de clases. —aclaró.

—Escucha sé que hay algo raro con él —me miró esperando apoyo de mi parte.

Suspiré con cansancio. —¿Y que salga por la noche lo convierte en un delincuente, no?

—Ciara si tan solo estuvieras en mi lugar sabrías que mis sospechas no son tan alocadas como piensas —mencionó.

—Es tu hermano —le recordé.

—Él no es mi hermano —respondió, y era la verdad, no era su hermano era su hermanastro pero supuse que al decirlo de tal forma ella dejaría las estúpidas ideas policiacas de que el chico era el anticristo.

—¿Y qué quieres hacer? —le pregunté para aligerar la tensión.

—Seguirlo —habló mientras caminaba por mi habitación en busca de algo.

—Espera, ¿Lo quieres seguir ahora, ahora mismo? —cuestioné sorprendida.

Asintió con la cabeza mientras tomaba mis botas de lluvia y las arrojaba a mi costado.

ENIGMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora