Capitulo 1: El regalo.

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Había pasado meses sin verse, con lo ocupados que estaban en sus tierras poco tiempo tenían para salir y encontrarse, pero qué podrían hacer, sus obligaciones estaban primero.

Cuando fueron invitados por Perú a sus tierras para resolver unos asuntos y platicar un poco de cosas más banales, aprovecharon el momento para verse y divertirse un rato. El venezolano, al que le encantaba joder y echar broma, creyendo que se la estaba comiendo le hizo un regalo a su amigo para demostrarle su "dominio" en la relación, aunque solo era una joda, no negaría que le gustaba la idea pero dudaba que algo pasara.

Por vía telefónica acordaron compartir la habitación de hotel, tanto para ahorrar dinero como para no ser parte de los locos que se quedaría en casa del peruano, cada quien eligió dónde quedarse, ya sea aparte o compartiendo habitación, todo acorde a sus comodidades.

Cuando el venezolano llegó se encontró maletas en la pieza pero no había nadie, se cambió de ropa y buscó cualquier tontería en televisión para descansar del viaje, pasaron varios minutos hasta que llegara el cubano.

— ¡Mi vida! ¿Por dónde andabas que me dejaste solito? —saludó el venezolano abrazando con fuerza al cubano que le correspondía de la misma manera.

—No cojas lucha, tesoro. Solo andaba pensando en ti —respondió y repartió besos por su cara provocando las risas en el contrario que le devolvía los mimos.

Al ligero contacto de sus labios con el otro comenzaron un suave beso en el que intentaban transmitir su cariño al otro, de una forma lenta para fortalecer el sentimiento y no desperdiciar ese momento de tranquilidad, se separaron sin necesidad de la falta del aire, observaron por unos segundos a su compañero, con una leve sonrisa y las mejillas sonrojadas apreciaban esa ocasión juntos.

Casi entre susurros soltó el venezolano: — Te extrañé...

—No sabes cuánto —agregó el cubano de la misma manera, juntándose en un fuerte abrazo y hundiendo su cabeza entre el hombro y cuello del otro.

Esa tarde la pasaron dándose mimos y consintiéndose entre sí, en la comodidad del mueble, con ellos envueltos en un abrazo. El venezolano se acordó de su regalo y se dispuso ir al cuarto a buscarlo emocionado, cuando llegó devuelta con Cuba lo encontró sonriéndole con un paquete con envoltorio en sus manos.

— ¿Y eso? —indagó con diversión ya sentando frente a él también con el presente en mano.

—Te dije que estaba pensando en ti —aclaró coqueto.

El mayor, como un pequeño juego, comenzó entregando el regalo con una sonrisa traviesa. —Para ti.

Siguiendo el juego, el otro agradeció y le entregó también el suyo recibiendo de vuelta un "gracias".

Cada uno por su lado empezó a deshacerse del envoltorio que rodeaba el obsequio, sin apuros y posando su mirada en el otro por instantes, los dos se llevaron la sorpresa al abrir y ver la fachada del paquete.

Era una caja blanca con información e imágenes del producto en sí; su color, el tamaño, el conjunto que lo conformaba, algunas advertencias y la guía para el buen uso de nada más y nada menos que un huevo vibrador, ambos con uno en sus manos.

Los dos se miraron por un momento con el color rojo en sus caras asimilando la situación hasta que comenzaron a reírse por hacerse la misma broma, a los segundos con más calma los dos se sentaron uno junto al otro.

—No puede ser ¿en serio lo compraste? —Se le salió al venezolano entre pequeñas risas.

—Sí... no me quitaban la mirada de encima pero quería ver tu linda carita cuando lo abrieras —mencionó y sujetó con sus manos las mejillas del contrario para robarle un beso casto —. Y valió la pena.

Juegos de pareja; CubaVeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora