1. Alexander Ivanovich.

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Llegué a mi antiguo departamento, cuando abrí la puerta vi que todo estaba igual a excepción de que ahora las cosas estaban ligeramente cubiertas por una fina capa de polvo, los recuerdos invadieron mi mente de una forma brusca, lo último que deseaba hacer era pensar en el pasado, suspiré pesadamente, alejando cualquier recuerdo de mis pensamientos y tiré las maletas. Este era el último lugar al que quería volver, mientras mas lejos estuviera de este asqueroso lugar y aquel hombre sería mejor, ese hombre, si es que se le puede llamar así es nada más  y nada menos que mi padre un hombre al cual no le importa nada ni nadie, un egoísta, sin duda ese hombre es peor que el diablo, y yo había hecho un pacto con él, le había vendido mi alma al mismo diablo... tantas cosas que tuve que hacer por complacerlo, tantos favores...pero nunca fue suficiente, no importa que haga por él, nunca le importaré, me detesta pero sin embargo si dice que me necesita yo estoy ahí para él, pero esta sería la última vez.

Solo me usaba y yo era consciente de eso, sabía que si el me ''necesitaba'' no era para algo bueno. No hay nada bueno con este hombre.

Dejando a un lado mis pensamientos y percatándome del desorden y suciedad decidí llamar a Dorotea, quien trabaja en el edificio haciendo la limpieza, a los minutos llegó, hace un largo tiempo que no la veía, esbozó una enorme sonrisa cuando me vió —Joven Alex— Dijo emocionada— ¿Cómo está mi muchacho? ¡Cada vez más guapo mi galán!— Tomó mis mejillas y las presionó ligeramente, sonreí, al parecer a alguien si le agradaba verme —Cada vez te ves más jóven y linda— Me sonrió y rió— ¡Ay joven Alex, no me mienta¡— Hable con ella unos minutos y luego fui a darme una ducha, estaba cansado y estresado, necesitaba despejarme y una ducha parecía una idea perfecta, el agua me mantenía relajado, distraído, me concentré en el sonido del agua y no en mis problemas, para cuando salí de la ducha, encontré el departamento totalmente limpio. Gracias Dorotea. Ahora el desorden era un problema menos de los mil que tenía.

Me puse unos boxers y me deje caer sobre la cama,ya había tenido suficiente por este día, estaba cansado física y mentalmente, me quedé dormido en unos cuanto minutos, para cuando me desperté ya el cielo estaba oscuro, vi la hora en el pequeño reloj de la pequeña mesa de noche que se encontraba al lado derecho de mi cama, el reloj marcaba las nueve en punto, tenía exactamente una hora para cambiarme e ir a encontrarme con mi padre, quién se hacía llamar ''X'', es irónico que no sepa el nombre mi propio padre, bufé,  este hombre solo había hecho de mi vida un maldito infierno. Me vestí tomando lo primero que encontré, un jean negro y un polo básico blanco y salí del edificio sin mas, me dirigí al estacionamiento el cual estaba casi vació, lo cual era común un viernes por la noche, fui hacia mi auto y subí, lo puse en marcha, necesitaba una cerveza, así que pare en una especie de Club.

El lugar estaba repleto, eso no era algo que esperaba, lo último que quería era ver alcohólicos, drogadictos, chicas fáciles  o lo que sea, no tenía tiempo para lidiar con eso, fui directamente a la barra donde pedí una cerveza, el barman tenía un aspecto lugrube, al parecer él tenía tantas ganas de estar aquí como yo.

Después de unos cuantos sorbos a mi cerveza una pelirroja se me acerco —Hola.— Sonrió, olía a alcohol y aparentemente estaba ebria, no le preste atención, solo le sonreí y seguí con lo mío, pero ella aún seguía frente a mi, observándome, siendo totalmente indiscreta —¿Se te ofrece algo?— Solté, eso fue un poco más brusco de lo que quería que sonara, pero ya lo había dicho, ella rió, como si de un chiste se tratara, puso su mano sobre mi hombre y siguió riendo, tratando de ser sensual, pero resulto ser un gesto totalmente desagradable —¿Quieres bailar?— Propuso, pero en realidad parecía que proponía mas que eso por la forma en la que me miraba.

Ella no iba a parar.

—Claro, espérame, en un momento vuelvo— Ella asintió, completamente convencida de que yo volvería, tomé mi cerveza y me dirigí hacía la salida, no pensaba volver.

De camino a la salida, una chica tropezó haciendo que su bebida mojara mi polo, lo que me faltaba.

—Fíjate—Reclamé ¿Cómo puede ser tan torpe?

—Oh dios, lo siento, lo siento tanto.—Dijo la chica, aparentemente ebria.—Perdóname, es mi culpa, lo siento tanto— Puso su mano sobre su cara como si fuera a llorar — Soy una estúpida en serio, soy un desastre.

¿En serio iba a llorar?

Di media vuelta y salí del lugar, había entrado estresado, y salí estresado y molesto.

—No me odies, por favor— La chica torpe me había seguido, una lágrima se deslizó por su mejilla. ¿Por las mujeres hacen de todo un teatro?— Oye ya fue, relájate quieres— La chica se arrodilló y se aferro a mi pantalón —Oye, ¿que demonios te pasa? Suéltame quieres.

—¿Ann?— Una castaña apareció —Demonios Ann, que rayos haces— La castaña se arrodilló e intentó a separar a la ebria Ann de mi, hasta que por fin lo logró, luego Ann se desparramó en el suelo, totalmente inconsciente —Oye me ayudas a llevarla a mi auto ¿por favor?— En definitiva esta chica parece ser mucha más decente que su amiga, y la extraña pelirroja —Bien— Levante a su amiga la cual estaba tirada en el piso, cual cerdo en el lodo, la levanté y la cargué hasta el auto de la castaña, ella abrió la puerta del auto y recosté a su amiga en los asientos traseros, cerré la puerta y di media vuelta con la intención de irme— Oye, espera— Volteé, ¿ahora que?—  Muchas gracias— Sonrió y extendió su mano— Soy Sofía— Di media vuelta y empecé a caminar —Alexander— Dije en voz alta—¡UN GUSTO ALEXANDER!—Gritó, lo cual me hizo sonreír.

Fue un gusto Sofía.

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2017 ⏰

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