Prólogo.

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"Si eres orgulloso, conviene que ames la soledad; los orgullosos siempre se quedan solos.”

-Amado Nervo




[...]


Nunca se había puesto a pensar en la soledad, siempre estaba ocupado con el voleibol para pensar en algo así de trivial. Pero, se sentía tan solo aún estando rodeado de personas que lo alagaban por su destreza en el deporte en el que se había convertido en capitán o por su atractivo físico. Sentía que todos los que se le acercaban era para conseguir algo de él.

Es normal querer algo a cambio por dar un poco de amabilidad, razonablemente querrás que se te devuelva esa amabilidad de la misma forma con algún pequeño gesto que te haga seguir con eso, haciendo que el siglo se repita.

Todas esas chicas que se le acercaban querían de su amabilidad. Querían que él las notara y les hablara agradeciéndoles por sus obsequios y reposterías hechas por ellas.

Nadie sabía con exactitud que es lo que él sentía con su "vida perfecta" que cualquier adolescente desearía tener.

Nadie menos ella.

Esa chica de ojos tan oscuros como la penumbra, cabello negro y con una personalidad sarcástica y un tanto complicada de comprender.

Le recordaba a Iwaizumi de cierta forma.

Si no hubiera accedido a visitar un centro psicológico por sugerencia de su madre, ¿La habría conocido? ¿Si esa cita con la doctora especializada en la salud mental jamás hubiera ocurrido y el siguiera su vida normal, hubiera podido conocer a la jóven? En algún partido, en la calle, en alguna tienda o simplemente en algún parque.

Es muy probable que no. Y agradece a su suerte el poder haberla conocido.





[…]







-Gracias por leer.

-Nath

𝑷𝒓𝒆𝒕𝒕𝒚 𝑩𝒐𝒚 ✓ ᴏɪᴋᴀᴡᴀ ᴛᴏᴏʀᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora