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"No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de meterse en tu vida, no temas; míralo a la cara y con la frente bien levantada."  Friedrich Wilhelm Nietzsche

¿Cómo podía ser posible que ellos se encontraran ahí? En 70 años nadie había podido pasar aquella nube grisácea, ni mucho menos ellos habían salido de sus territorios, incluso se atrevieron a pensar que habían muerto junto con su gente.

Ellos, al igual que su gente estaban asombrados. Los murmullos de las personas tratando de identificar a ambos extranjeros solo lograban hacer reír a ambos extranjeros, algunos lo veían como un acto de mala educación, en todo el tiempo no habían mencionado palabra alguna y solo reían.

Si en verdad eran ellos ¿Por qué no ir con ONU? Sus dudas aumentaron, ¿Dónde estaban los demás? ¿Cómo es que habían salido? Al ver a los ojos al chico enfrente suyo, sintió como su corazón se aceleraba aún más, podía reconocer la mirada de él.

– ¿Fran-Francisco? – asombrado estiro su mano en un intento de tocarlo, las alas de color marrón grisáceo oscuro de ambos confirmaban que eran ellos.

– ¿Como es posible? – estaba confundida al igual que su hermano, las risitas de los contrarios solo lograban que estos se sintieran más asombrados.

– Nos alegra verlos, Vicktor y Nadenka – dijeron al unisonó mientras hacían una leve reverencia sin quitar la sonrisa característica de ambos.

– Nos alegra verlos, Vicktor y Nadenka – dijeron al unisonó mientras hacían una leve reverencia sin quitar la sonrisa característica de ambos

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Una espesa niebla, que imposibilitan la visión se apoderó de todo el lugar volviéndolo oscuro y frío, creando un ambiente de misterio.

El viento soplaba con fuerza llevando consigo las hojas de los árboles como pétalos de algunas flores, a pesar de la niebla no se disipaba.

Es momento la voz de una mujer se escuchó, parecía una voz conocida que producía nostalgia y paz.

Caminó, esperando que al alejar la niebla desapareciera lo cual no paso, en su lugar un terrible sueño se apoderaba de él, creyendo que en cualquier momento caería al suelo debido al cansancio.

Pase lo que pase, hijo mío, estaré a tu lado.

La voz le era tan familiar, por más que intentaba recordar quien era le resultaba imposible hacer memoria, logrando que su cabeza dolerá; llevando sus manos a la cabeza creía que si no la sujetaba ésta estallaría en cualquier momento.

Todos podemos olvidar a quienes hemos querido, pero las memorias del cuerpo son las únicas que jamás perderemos el dolor aumentó. Se arrodilló mientras contenía sus quejidos hijo mío, ha llegado el momento.

– ¡Hermano! – México abrió los ojos rápidamente al escuchar la voz de su hermana. Chile y su hermana lo veían con preocupación.

– Lo siento – dijo mientras se acomodaba en su cama y poder sentarse – tuve un sueño extraño – llevo si mano izquierda a su cabeza sobándose como si hubiera recibido un golpe.

ut obliviscatur CH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora