Mi nombre es Daniel, tengo 18 años, estoy a punto de entrar a la universidad. Últimamente todo parece tan raro, tan cambiante, que aunque sé que pronto pasaré a una nueva etapa, es en lo que menos pienso, a veces me siento mal sin ninguna razón aparente, y luego vuelvo a estar bien, de verdad que me parece muy extraño. De hecho por esa misma razón estoy escribiendo esto en esta página, porque no sé en qué momento cambiará mi estado de ánimo, pero creo que si lo escribo, podré ir teniendo un registro, y de esta manera controlar un poco más mis emociones, las iré leyendo para pensar en cómo afrontar cada una.
Dejé de escribir hace 30 minutos, porque me quedé ordenando mis lápices, todos debían estar a la misma altura, incluso, el color rojo se veía más alto que el morado, por lo que tuve que recortarlo.
Siempre pienso que hay algo que me diferencia del resto, no sé qué será, una vez me propuse como meta descifrarlo.Me acabo de dar cuenta de que mi plan ya no parece tan bueno, ¿escribir mis emociones en una libreta?, ¿cómo se supone que esto me tendría que ayudar?
Nuevamente me acabo de dar cuenta de que sí puede servir, acabo de registrar un fuerte cambio de pensamiento repentino, seguiré registrando, creo que puede ser interesante.
Fin de la página 1.
Este es un día especial, Daniel invitó a sus dos mejores amigos, ambos llegarán a su casa a las 1:30 pm, para él es imposible no sentir emoción, sus amigos son muy importantes para él, a veces siente que no sabría que hacer sin ellos.
- ¿qué haces arreglado tan temprano?, ¿tienes un asunto importante?, siempre te levantas más tarde - preguntó su madre.
- tengo una reunión con los chicos, ¿no lo recuerdas?
- la verdad no, pero sólo una cosa, ¿estás seguro de que esos amigos te hacen bien?
- obvio mamá, los conozco desde que tenía 7, son de confianza, no te preocupes.
- de acuerdo - termina de decirlo soltando un suspiro - bueno, ya me iré a trabajar, suerte en lo que hagas, te amo.
- adiós.
Sólo quedaban 15 minutos para que llegaran, así que Daniel revisaba que todo estuviera en orden, tal y como lo había hecho las últimas 12 veces.
El sonido del timbre interrumpió su monitoreo de la zona.
- ya están aquí - dijo emocionado.
A Daniel no le molestaba hablar solo, siempre y cuando nadie lo escuchase.
Abrió la puerta y ahí estaban, Alan y Franco.- buena mi gente, ¿cómo andamos?
Los guió hacia su habitación para que pudieran quedarse cómodos.
De pronto un pensamiento pasó por la cabeza de Daniel.- oigan, ¿cómo es que los dos llegaron al mismo tiempo?, si viven a extremos contrarios de aquí.
- no lo sé, sólo llegamos - dijo Franco.
- son increíbles las casualidades que pueden ocurrir a veces - continuaba Daniel mientras pensaba en algo para seguir con la conversación - es como aquella vez en que los tres nos topamos en la misma plaza, fue algo alucinante.
Alan y Franco no recordaban el suceso realmente, pero hicieron como si pudieran revivir el momento.
- sí, es cierto, fue algo inesperado, ese día yo había salido con mis abuelos, y pues no tuve mucho tiempo, aun así fue bonito - añadió Alan.
- qué raro, creo que nunca he visto a tus abuelos - dijo Daniel - algún día me los tienes que presentar.
La tarde era perfecta, los tres jóvenes la pasaban muy bien, contando historias y anécdotas, escuchando rap por 3 horas, sin duda se notaba una gran conexión entre ellos, algo realmente difícil de lograr, una cosa que no se ve todos los días.
A eso de las 5 pm les empezó a entrar hambre, era normal después de todo un día hablando.
- debemos ir a comprar algo - sugirió Daniel, proponiendo el plan como siempre.
- buena idea - contestó Franco.
Sin pensarlo más salieron de la casa apurados, el hambre era inmensa y se hacía notar a través de ruidos provenientes de sus estómagos. Tenían planeado ir al carro del señor Bernardo para comprar hamburguesas, sin duda eran las más deliciosas de la ciudad.
Estando a sólo 3 cuadras de llegar, una voz femenina se escuchó saludar.
- hola chico de ojos oscuros - refiriéndose a Daniel.
- hola - contestó apresuradamente porque la chica sólo pasó, parecía que caminaba con prisa.
- ¿quién era ella? - preguntó Alan.
- es mi vecina de toda la vida, ¿no la conocían?
- no, creo que nunca te oímos hablar de ella - Franco.
- como sea, estamos a nada de llegar, vamos corran - dijo Alan dando sus pasos con velocidad.
El problema de esto fue que no miró hacia dónde iba, o quizás no lo pensó, tal vez estaba obsesionado con una hamburguesa, o tenía mucha hambre, a lo mejor no controló su cuerpo, las piernas se movieron solas, nadie puede saber que fue lo que le pasó, pero Alan, cruzó la calle y fue atropellado.
Habían pasado 3 horas desde el accidente, Franco se encontraba en la habitación de Daniel, tratando de consolar a su amigo, aunque él no lloraba, sólo Daniel lo hacia.
Por fuera de la casa, la madre llegaba encontrándose con la chica que vivía en la casa vecina.
- hola, señora, hoy Daniel llegó llorando.
La madre dio un suspiro y contestó:
- creo que hoy le tocó un día duro - y entró a la casa.
Daniel no dejaba de llorar, tenía a Franco a su lado, una mano en su hombro, se sentía cálida, como la mano de un amigo en situaciones difíciles. Daniel hubiese seguido en este estado si no fuese por lo que Franco soltó de su boca:
- es una pena, Alan me caía muy bien, y eso que sólo lo conocí esta mañana.
Daniel se detuvo, sus ojos se volvieron aún más oscuros, parecía que en ellos predominaba el vacío. La mano de Franco comenzó a sentirse fría.
¿Cómo qué esta mañana?, ¿no habían sido amigos casi toda la vida?, esto lo llevó a cuestionarse lo siguiente, ¿como puede ser que llegaran al mismo tiempo si venían de lugares diferentes?, ¿simple casualidad?, ¿por qué parecían no acordarse del encuentro en la plaza?, ¿por qué no recordaban a su vecina?, ¿por qué no llegó ninguna ambulancia en el lugar del accidente?, ¿por qué estaban en su cuarto después de la supuesta muerte de su amigo?, y por último, ¿por qué su madre preguntó si sus amigos le hacían bien?
Daniel ya no lloraba, mas bien mantenía la mirada fría, el cuerpo inclinado, con los codos sobre sus rodillas, cualquiera diría que ya había pensado y sacado una conclusión.
- ¿no eres real?, ¿cierto? - dijo de pronto.
No hubo respuesta, Franco sólo se quedó en silencio, el único ruido era el del auto del vecino llegando a su casa.
- ¿tú no existes?, ¿es así Franco?, ¿eres parte de mis alucinaciones recurrentes?
Una vez más nadie respondió.
- lo sabía.
La madre entró a la habitación, vio a su hijo acostado en la cama.
- ¿cómo la pasaste hoy Daniel?
Éste no hizo nada más que ignorarla, tal como había pasado en todos los días de la última semana, o más bien del último mes, y si vamos más allá, de hace 7 años. Ella lo comprendió, aunque no pudo evitar sentir pena como siempre, y sólo cerró la puerta.
Daniel miraba hacia su ventana, aún con las cortinas abiertas, enojado, más bien, desilusionado, pero consigo mismo. Entonces Daniel se preparó para quedarse dormido, deseando que el día siguiente sea mejor que este, aunque sabía que probablemente no sería así.
Era la situación que revivía cada noche, desilusionado, sin saber que pensar, en una habitación completamente sola.
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Un Lugar Para Nosotros
RandomDaniel quiere resolver sus problemas de una vez por todas, esto será difícil ya que nadie lo ha podido ayudar, nadie sabe que le ocurre.