Capítulo 4: collar

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—Cristine... aquí estás —mamá suspira aliviada. Le sonreí para disimular un poco, me encuentro nerviosa y no quiero que lo note. Mamá es experta en notar cualquier cambio de ánimo en mi. —Tu padre y yo pasamos comprando pizza para la cena, ¿quieres? —se acercó y me acarició el pelo rubio.

—Claro... tengo mucha hambre. ¿Damián no está? —quise saber ya que hace rato no lo veo. Según mamá iría con unos amigos a una excursión pero a veces dudo de ciertas cosas. A veces pienso que mis conocidos, incluso mis padres, me ocultan cosas. Eso no me gusta.

—Damián vendrá mañana, cariño, sé que lo extrañas.

—Mucho.

Damian es mi hermano mayor, pero Gabriel es el mayor de todos. No vive con nosotros, estudia lejos y no se sabe cuando regrese.

—Ven, vamos. —bajamos a la cocina donde papá servía los trozos de pizza en el plato. —¿Cuando iremos a visitar a la abuela? —quise saber, sentándome y empezando a comer.

—El fin de semana, ¿te parece?

Asentí.

—¿Que tal la escuela? —inquiere papá. Si supiera que me hacen bullyng por cómo me trata. Me gusta ser la consentida de mi padre pero otras persona no lo entienden.

—Todo bien.

—¿Hay chicos nuevos? —sigue.

Papá es muy celoso.

—Hmm unos cuantos. —respondí. —¿Donde estaban ustedes? —quise saber, recordando lo que Liam me dijo de ellos dos. Pero un nudo se me instaló en la garganta cuando recordé al enorme lobo comiéndose al venado. —Me olvidé contarles algo importante.

—¿Que cosa? —preguntó papá muy interesado.

—¿Te pasó algo malo? —siguió mamá. —¿Te peleaste con Maia?

—No, no se trata de eso. Hace unas horas estuve por el bosque y... miré a un lobo enorme comiéndose a un venado. Sentí tanto miedo porque hace años que no veía uno así.

—¿Te hizo algo? —papá se puso de pie y vino hacia mi—Dime, cómo era, ¿lo pudiste reconocer?

—Kayler... —sentenció mamá y papá se cayó. Sentí como si le advirtiera que no hablara de más. Cosas así me ponen en duda. Se qué hay algo que me ocultan. Quizás años atrás no lo notaba porque estaba pequeña pero ahora tengo dieciséis años y no me gusta que me oculten cosas.

—Tranquilos, no pasó nada. Por suerte ese lobo no me hizo nada y pude llegar a casa. Era enorme, tenía una mirada siniestra y oscura, sentí odio en sus ojos —murmuré recordando la imagen de ese animal—Me hizo sentir mucho miedo, desprotegida, me sentí muy vulnerable. Nunca me había sentido así.

Papá y mamá se dieron una mirada cómplice. 

—Siempre has sabido qué hay lobos en el bosque, cariño, pero no debes tenerles, ellos no te harán daño. —dijo papá. Parecía muy seguro.

—¿Por qué lo dices? Es un animal.

—Si, pero... —papá no sabía que decir.

—Están domesticados, cariño —respondió mamá—No pueden hacerle daño a la gente de acá. A menos que haya sido un lobo totalmente ajeno al lugar... —mamá miró a papá.

—Si, trataremos de que esto no vuelva a pasar —dice papá. —come tranquila.

—Te haré un té antes de dormir para que puedas relajarte —dice mamá.

—Está bien.

Cenamos tranquilos, luego de cenar lavamos los platos y nos sentamos en la sala a ver una película. Por la ventana puedo ver el lago y del otro lado la casa donde antes vivía mi abuelo, ahora está deshabitada. Veíamos una película cuando empezó a llover. Venía una tormenta porque sonaron rayos y aparecieron relámpagos. Un aire frío nos invadió.

—Es hora de dormir —dice papá—mañana tienes escuela.

—Papá... —reproché.

—Es hora —señaló el reloj, daban las once de la noche.

—Bien. Buenas noches —me despedí de los dos y subí a mi habitación. Cerré con llave, no sé por qué, me metí al baño para darme una ducha con agua fría. No sé por qué pero me gustaba sentir el agua fría recorrer mi piel y erizarme los vellos, siento que el agua fría baja los niveles de ansiedad. Y sé que dormiré relajada. Me puse mi toalla y salí, pero di un brinco en mi mismo lugar al ver una silueta en mi cama. Al inicio pensé que era papá pero cuando encendí la luz era Liam.

¿Que demonios hace aquí?

—¿Que estás haciendo? —me acerqué a él—¿estas loco? Papá puede escucharte y me meterás en serios problemas.

—Shhh tranquila, si hablas más fuerte obvio te escuchará.

—¿Que haces? —lo miré mal. Liam recorrió mi cuerpo con su mirada fría e intimidante. Me hizo sentir desnuda. En realidad solo una toalla cubre todo mi cuerpo.

—Pasaba por aquí y quise traerte esto —elevó su mano y me enseñó un collar. Tenía la forma de un lobo y estaba hecho de madera. Miré a Liam sin entender, ¿que significaba esto?

—¿Por qué me das esto?

—Me gustó y pensé que se vería lindo en ti —sonrió de lado. Sentí algo en mi pecho cuando me sonrió de esa manera. Su olor era agradable. Hasta hace unas horas estaba aquí mismo y pareciera bastante tiempo.

—Pues gracias —medio sonreí.

—Ven, te lo pongo —se puso detrás de mi y cuando sus dedos rozaron mi cuello me estremecí. Me puso el collar, me sentí bien, lo admito.

—Gracias. —me giré para verlo—ahora vete, no está bien que estes en mi cuarto.

Se rió.

—¿Siempre eres así de seria?

—Me gusta seguir las reglas nada más —admití.

—No te pareces en nada a tus padres... menos a tus hermanos.

Fruncí el ceño.

—¿De que hablas?

—Y por lo que veo papá y mamá siguen guardando el secreto. Aun no te ha llegado el momento, ¿verdad? Por eso actúas tan ingenua, eres una humana viviendo su adolescencia.

—No te entiendo, Liam, ¿estás drogado?

—Si quieres revelarte y saber la verdad sobre lo que eres búscame, Cristine, no mereces que te mientan en la cara. —murmuró. —Cuando amanezcas y tu padre te pregunte por ese lindo collar, dile que Liam Johnson te lo obsequió. —dicho eso Liam se lanzó por la ventana y se fue. Y a mi me dejó con demasiadas dudas.

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⏰ Última actualización: Jun 12 ⏰

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Atrapada por el lobo (Disponible en Tappy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora