La fiesta.

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El día de la fiesta ha llegado. Estoy hecha un manojo de nervios, andando de arriba a abajo, mientras espero a que Eli aparezca por mi casa. Estoy tan nerviosa, que he ordenado mi cuarto dos veces, y reordenado mi pequeña librería otras tres. Cuando por fin suena el timbre, casi corro a abrir la puerta. Eli entra como un vendaval, me coje de la mano, y tras saludar con un alegre grito a mis padres, me arrastra hacia mi cuarto.

-Paso uno. Relajate. Parece que te vas a desmayar. Paso dos: Respira hondo, es un baile, no una sala de tortura. Paso tres: ¿Cómo puedes tener el cuarto tan recogido?- Comenta Eli a toda velocidad, mirando a todas partes. 

Paso uno, me relajo, paso dos, respiro hondo, paso tres, respondo.

-Cuando me pongo nerviosa me pongo a ordenar. Es algo que me relaja.- Sonrío de lado y miro su expresión de incredulidad.

-Eres única en tu especie. Por cierto, creo que me voy a mudar a vivir contigo. Me gusta tu cuarto. ¿Donde está el baño?- Abre la puerta del vestidor, y suelta una exclamación.- ¿Tienes vestidor? Definitivamente, me vengo a vivir contigo. 

Me río entre dientes al tiempo que la cojo del brazo y la arrastro a mi cuarto de baño, lleno hasta los topes de todo tipo de maquillaje, pinzas, y mil trastos que no se para que diablos sirven.

-Lo dejo en tus manos Eli. Yo no sé ni para que sirven la mitad de esas cosas.- Digo sonriendo y me siento en un taburete. La cara de Eli es de estupefacción.

-¿Qué no sabes? Cielo, ahora mismo vas a aprender.- Empieza a husmear por todas partes, mientras yo la observo disimuladamente y me retuerzo el pelo de forma distraída.

-Lo único que uso de todo ese maquillaje es el rimel y la raya de ojos. Todo lo demás, apenas lo uso. La sombra de vez en cuando, pero el resto, ¿Para qué? No quiero ir con medio kilo de pote por la calle.- Comento sin dejar de observarla.- O parecer una de esas crías que van de mayores y no saben ni hacerse la raya decentemente.

-Hay una diferencia entre eso, e ir maquillada discretamente pero de forma que resalte todo lo bueno de tu cara. Además, por lo general siempre hay un maquillaje que queda mejor en una determinada cara. Tú déjame a mí, que tengo experiencia.- Dice muy resuelta, y se gira empuñando una brocha y una base de mi tono de piel que no sabía ni que tenía.

-Lo que aparece en mi cuarto que no sabía ni que existía.- Comento entre risas, mientras ella alza la brocha, lista para empezar.

-Cierra los ojos, y no te muevas. Te voy a dejar tan guapa que hasta tus padres se quedarán alucinados.- Dice sonriendo. Obedezco, y cierro los ojos.

Los siguientes diez minutos, son un sin parar de brochas, pinceles, pinzas, y mil cosas más sobre mi piel. Eli musita, mientras trabaja, y yo la escucho y trato de sentir su tacto. Sus dedos tocando mi piel, son suaves, y emiten calor por todo mi cuerpo.

Antes de lo que esperaba, siento que se aleja un paso, dejando una mano posada en mi pierna. Antes de que me de tiempo a registrar el cosquilleo que me provoca, Eli suelta un suspiro.

-Ya está. Creo que es mi mejor obra de arte.- Abro los ojos, y veo a alguien reflejado en el espejo, mirándome fijamente. Una segunda mirada, me descubre a mí, pero de una manera diferente. Eli me ha maquillado lo justo para suavizar mis rasgos, y resaltar mis ojos azules con delineador negro muy fino. Pero lo que me deja alucinada, es el intenso color granate de mis labios, que, en contra de lo que yo pensaba, me queda increíblemente bien, mejor que la raya.

-Eli.. Es, es perfecto.- Musito entusiasmada.- Jamás había llevado pintalabios, porque pensé que me quedaría mal.

Eli bufa.- Mal dice. Es lo que mejor te queda, cielo. Tanto maquillaje de ojos teniéndolos tan grandes te come la cara. Así es mucho mejor.- Me sonríe ampliamente y me abraza por detrás.

No me odies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora