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La noche se mantenía fresca, incluso las pisadas al caminar se oían perfectamente por las calles, tan desolado y escalofriante, así se sentía este momento. El impulso de tomar aire hizo falta de nuevo, y no pudo evitar observar el humo que salió por su boca a causa del frío.

Le gustaba el sonido de la suela de sus zapatos en el piso, aunque le hubiese gustado utilizar sus favoritos el día de hoy.

"No sería bueno, se arruinarían y podría lamentarlo"

Se animo a sí misma, era fuerte. Muchas veces su madre le dijo que llegaría a ser una persona con un gran propósito en la vida, y ella le creyó, con la inocencia a flor de piel.

"Lástima que a las personas les gusta arrancar a las flores."

Saco sus manos del gran saco que llevaba puesto, uno muy bonito, su mejor amiga había reunido para esa navidad y las palabras que le dijo esa noche se escucharon en su mente, imaginando su voz.

"Este me acordó a ti, eres tal linda Jennie."

Sus mejillas se sonrojaron, y el cristal frío hizo contacto con su mano manándole un escalofrió por todo el cuerpo, ni siquiera se atrevió a mirar a las personas que se encontraban ahí, y estos tampoco le tomaron importancia.

"Somos tan ignorantes en la vida, incluso cuando estamos en peligro. Nuestro cuerpo no reacciona de la mejor manera"

Subió al ascensor de manera calmada, lista para pulsar el número del piso al cual visitaría esta noche, justo cuando alguien más se atrevió a entrar, la puerta metálica fue cerrándose lentamente, quedando la persona justo delante de ella.

Lo escaneo, rápidamente hasta ver sus ojos, el negro iris era bastante engañoso, casi la noche parecía ahí, pero sin ninguna estrella en ella, era vacía, y incluso fría como la misma noche en la que se encontraban hoy.

- Muy buenas noches señorita - una corta reverencia fue dada y la castaña correspondió -

- ¿A qué piso se dirige? - pregunto con voz suave, incluso angelical, regalando una sonrisa.

- piso 7 -

Solamente asintió y marco el piso ya antes mencionado, el elevador se encontraba en un gratificante silencio. Solo el pitido anunciando la llegada los hizo a ambos mirar hacia un mismo lugar, y el pasillo se dejo ver cuando las puertas fueron abiertas.

- señorita - menciono el hombre mientras que con otra reverencia se despedía y se perdía ante la vista de la joven.

Una vez salió igualmente ella del ascensor, siguió el camino contrario a la persona con la que compartió unos breves segundos, entrando en una habitación blanca, llena de carritos donde eran llevados los pedidos que hacían las personas hospedadas, siguió hasta la siguiente puerta, donde todos trabajaban arduamente en la cocina, todos la saludaron amablemente. Ya que era una de las jóvenes más alegres y amable del lugar.

Siguió su camino hasta toparse con los vestidores de las camareras, se dispuso a guardar su preciado saco y se cambio rápido, aunque tardo más de lo debido.

Trabajo toda la noche, incluso se sentía un poco agotada, quería volver a casa. Tomar un poco de chocolate caliente y galletas del mismo sabor, sentarse cerca de la ventana de su habitación y leer un buen libro que tratara de amor o algo que la hiciera regocijarse de felicidad mientras se olvidaba del mundo exterior. Esa sería siempre la ayuda necesaria para librarse de todas sus pesadillas.

Eran aproximadamente las 4:14 Am cuando el teléfono colgante resonó en el lugar donde se estaba, todos se encontraban descansando ya que la noche había sido bastante agitada con pedidos y gritos de aquí para allá para atender a todos de una manera poco armoniosa. El chef se levanto de su asiento y comenzó a hablar y pedirle a alguien más que anotara lo que pedían.

Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora