Capítulo 1 El inicio de conocer una nueva vida

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Katherine, Katherine, Katherine, soy demasiado olvidadiza, es un gran defecto mío.

Estoy buscando en todo mi cuarto, mi pequeño amuleto que me mantiene en paz, pero no lo encuentro.

Doy un gran suspiro de desesperación y sigo tratando de recordar dónde lo dejé.

A pesar de todo mi cuarto es pequeño con una gran ventana, cubierta por persianas, una cómoda cama, a lado un pequeño sofá, un pequeño armario y una mesa con un florero.

¿Pero siendo tan pequeño como diablos no encuentro mi amuleto?

Se me hace tarde para el desayuno y no encuentro mi pequeño amuleto, significa que el día lo empecé con mi grandísimo pie izquierdo.

Bajando hacia el comedor veo sentada ya a mi mejor amiga Samantha, llegó después de mi a esta casa y la quiero como a una hermana, ella es la única que ha estado conmigo a pesar de todo y somos muy parecidas, en serio no exagero tenemos muchas cosas en común y por eso nos entendemos a la perfección, ella dice que es como si fuera yo ese click que ella necesitaba.

La saludo con la mano a lo lejos, para encontrar su mirada con la mía.

Ella me mira y me regala una pequeña sonrisa con sus perfectos hoyuelos, se los envidio mucho, pero claro envidia de la buena, ella es muy bonita, cabello largo color castaño, altura promedio, figura esbelta, ojos color miel, unos labios realmente carnosos y rosados.

Ella es perfecta, lo sé.

Me acerqué y tomé asiento a lado de ella.

- Buenos días Sam - Le digo regalándole una gran sonrisa de dientes.

- Kath por fin llegas - Me sonríe con un brillo peculiar en sus ojos.

- ¿Por qué tan entusiasmada? - Pregunté.

Ella ignoró mi pregunta.

Después de varios segundos llegó papá Ben con nuestros desayunos, nosotras solo asentimos en agradecimiento y papá nos recordó que no se nos olvide tomar nuestras vitaminas diarias.

- Chicas deje sus vitaminas en la cajonera del baño, el doctor les recetó unas nuevas, ya no serán en jarabe serán píldoras. - Dijo papá Ben adentrándose a la cocina.

Me dispongo a ir por las vitaminas al baño, las tomo y ya con ellas, dispuesta a regresar al comedor, me causó mucha intriga el nuevo peculiar color de las píldoras, pero no le tomé mucha importancia.

Llegando al comedor veo a Sam comiendo los panqueques que papá Ben cocino.

Tomé asiento y pasé dos píldoras a cada una, sin agua rápidamente tomé las mías, y termine de desayunar como normalmente lo hago.

A Sam y a mi en descansos nos gusta mucho salir a pasear al pequeño patio de la casa, para tomar un poco de aire y de vez en cuando observar los pequeños pájaros que se posan sobre el gran árbol de frente nuestro, a Sam y a mi nos gusta llamarlo "Kasam", ya que es un nombre compuesto por los nuestros.

- Sam ya no me respondiste el porqué estabas tan entusiasmada.

- Tranquila Kath no es nada de importancia. - Lo dice con un pequeño tono de melancolía.

Deje el tema por la paz, pasando un rato de tranquilidad con mi casi hermana, tomando el sol y sólo manteniéndonos en un silencio tan cómodo que me relaje tanto que me dieron unas pequeñas ganas de tomar una siesta.

Me despedí de Sam, le dije que tomaría una pequeña siesta y ella me comentó que ella igual.

La dos teníamos un poco de sueño pero a lo mejor es porque tomamos por un largo rato el sol.

Subiendo las escaleras hacia mi habitación, sentí un gran dolor en mi cabeza.

El dolor era tan punzante que al llegar a mi habitación sentí que me desvanecía.

Y así es me desmayé.

No se cuanto tiempo estuve en el piso, pero al levantarme, me sentí perdida, así que me dispuse a tomar un poco de aire al patio.

Al llegar al patio veo a alguien en el gran árbol, pero por alguna razón su aura me produce mucha tranquilidad.

Me acerco un poco y ahí es donde lo vi.

Vi todo un brillo en su máximo esplendor, era perfecto.

Perfecto para mí.

En cuanto me quise acercar a preguntarle qué hacía aquí, en ese momento llegó Sam.

Al voltearme a verla, me gire de nuevo hacia el gran árbol y me di cuenta que no había nada ni nadie, y Sam lo notó.

Entonces Sam rompió el pequeño transe de silencio y preguntó.

- Kath ¿Qué pasa? - Me dijo con un poco de preocupación.

- Acabo de ver a alguien ahí, lo juro. - Conteste.

- A lo mejor es el efecto de las vitaminas Kath, no te alarmes, ya sabes que papá dijo que la dosis aumentó un poco. - Dijo tranquila.

- Si tal vez. - Respondí un poco dudosa.

Como ella no dijo una sola palabra continúe.

- Probablemente si sea la dosis, ya que hace unos momentos me desvanecí entrando a mi habitación.

- Ves no tienes nada de qué preocuparte, pero ya vamos a dentro porque el aire se está volviendo frío.

Y ahí termine resignada a que fueron las vitaminas y no mi gran chico soñado.

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O por dios el primer capítulo original de esta pequeña historia que surgió de idea en una de nuestras pláticas de madrugada.

Que emoción, cuéntenos que les pareció aquí.

Nuestras redes, aceptamos cualquier opinión o sugerencia.

Besos

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Besos.
Vero y Jenn :)

La falsa identidad de AdamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora