La lluvia caía cual interminable cascada sobre la ciudad, dejado calles vacías de peatones, a excepción de unos cuantos valientes que se atrevían a salir y deambular en carreras por las mojadas avenidas, incluyéndome, no soy una persona de mucha salud y me enfermo con facilidad, recién salí del hospital y esas horribles, blancas y fías paredes, cual tétrico bloque de hielo se queda corto en comparación.
Trataba de no agitarme, para que no fallaran los pulmones, no me permitiría volver al nefasto habitad de los matasanos, no de nuevo, odio ese lugar, porque siempre me tocan enfermeras malvadas, quienes son desde depravadas, hasta agresivas, traté muchas veces de avisar mi situación, sin embargo nunca fui escuchado o me tachaban de mentiroso.
No traje el paraguas conmigo, lo olvidé en casa, y el autobús me dejó atrás, así que la única manera de ir a mi trabajo sin llegar tarde, era correr, a esta hora no había nadie deambulando por avenida dos; así que correr es mi mejor opción, esta reunión era muy importante; mis padres ya estaban hablando con el futuro jefe de mi papá.
“¿Para qué me necesitaban allá?” me preguntaba mientras evitaba los muchos autos de la intersección de calle primera, la respuesta era simple, el jefe de mi padre tiene un hijo, que influye mucho en sus decisiones; así que debía de asistir a ese lugar para ganarme a ese muchacho.
Quería que mi padre tuviese un buen trabajo y pues yo quería un amigo, ya que, los pocos que tengo se van de mi lado, ya sea porque tenemos que viajar a donde mi padre consigue empleo; o porque mis amigos sólo eran amistad en las buenas.
Me faltaban sólo dos calles más para llegar al restaurante, pero me detuve al ver mis muy húmedas ropas, el agua escurría como si no hubiese nada, me sentía pesado y el agotador cansancio comenzaba a presionar mi pecho.
No permitiré que mi cuerpo colapse acá, necesito hacer esto por mis padres, para que no estemos errando de ciudad en ciudad, y tener que pagar hospitales caros para que me atiendan, al fin podríamos tener buena vida.
Me perdí en mis muchos pensamientos y no pude notar el auto que me salpicó de agua lodosa, empeorando aún más mi desdeñosa imagen, dudé por un segundo si el llegar al restaurante sería buena idea; no obstante continué mi camino, daría una excusa tonta, con tal que pudiera ayudar en algo.
Fueron los dos minutos más largos de mi vida el tiempo parecía estar detenido cual cronómetro del anime de los “súper campeones”, cada milésima de segundo embargaba mi ser de una intensa ansiedad, mis respiraciones pasaban a segundo plano y mi ritmo cardiaco comenzaba a descontrolarse.
Llegué a mi destino, y casi no me dejan pasar, ¿quién se negaría en pasar a una persona con una apariencia tan terrible? El lodo aún estaba en mi cara y ropa, y mi cara de cansancio no ayudaba mucho, sin embargo dije los datos que mi padre me mandó al celular, así que un mesero, tuvo que llevarme a regañadientes.
Conforme caminaba, todas las miradas se posaron sobre mí, las podía sentir, juzgándome y encasillándome en algo que no era, me sentía como una basura inmunda en un mundo completamente ajeno al que pertenece, pero no podía renunciar ahora, sólo espero que mis padres entiendan mi situación.
Llegué a la mesa donde estaban y lo primero que tuve fue un regaño por parte de mi madre, me criticaba la apariencia, la tardía y la vergüenza que les estaba haciendo pasar frente a los demás comensales; aún sin saber que mi vergüenza era doble, porque yo tenía el conocimiento de lo que me pasó.
No tuve oportunidad de excusarme, así que sólo asentí y mantuve la cabeza baja todo el tiempo, sólo escuchando y respondiendo lo necesario, genial, mis descuidos hicieron que todo fuera un rotundo fracaso y como si no fuera poco me sentí incomodo, por extraño que parezca.
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HERMANOS DE CORAZÓN [Terminada, Precuela de Dulce Tentador.]
Short StoryLos sentimientos se ligan al estado del corazón, o al menos eso dice la sociedad, todos tenemos un corazón igual al nuestro en el mundo, sólo tienes que esperar y pronto llegará....