Capítulo tres: Una nueva vida que comienza.

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  • Dedicado a Vakita
                                    

No sabía dónde estaba ni cuánto tiempo llevaba ahí, recuerdo que me encontraba suspendido, flotando en medio de una gran oscuridad.

Escuchaba susurros de ultratumba, en ocasiones eran miles las voces, otros momentos simplemente era audible una voz, a veces llanto a veces leves gritos… todo se combinaba dejándome así, sólo frente a la nada.

Intentaba moverme, pero nada pasaba, mi propio cuerpo no respondía, así que simplemente me dejé llevar por la nada…recuerdo haber estado así por mucho tiempo, el aburrimiento era de esperarse lo único que podía escuchar era una especie de silbido que mantenía un ritmo monótonamente normal.

Luego de un tiempo comencé a sentir un leve dolor en mi pecho, y el rítmico ruido pasó a ser un desagradable pitido realmente chillante, poco después del ruido llegaron las voces de ultratumba, parecían preocupadas por el ruido, uno al cual comenzaba a dejar de escuchar gradualmente, hasta que todo quedó en silencio.

Pasó otro buen tiempo de horrible inactividad hasta que fui arrastrado por una extraña fuerza, me vi en medio de lo que se podría considerar un río invisible, en el cual, justo sobre mí, pude divisar muchos de mis recuerdos…

Desde el más viejo al más reciente, era espectador de un extraño filme, mi biografía, todo lo veía de una forma extraña, me sentía parte del ambiente, mientras espiaba a un “yo” que actuaba muy bien mi papel.

El torrente de memorias parecía llegar al final, con todas las memorias recientes y las vivencias con ese chico al que adopté como hermano mayor, vi cómo le salvé la vida antes de ser atropellado…

Miré cómo iba cayendo, pero sobre todo, vi a quien me había atropellado, María Fernanda, esa harpía sabía que me iba a sacrificar por George, ¿Cómo puede caber tanta maldad en ese cuerpo tan compacto?

De repente las imágenes cesaron y todo volvió a ser oscuro — ¿ahora dónde estoy?— me pregunté torpemente, sé estoy muriendo, sin embargo me encuentro perdido… y además el dolor del pecho se fue rápido, ¿será posible que esté en un quirófano?

El silencio se volvió incómodo, mucho más que el chillante pitido o el rítmico sonido de antes… lo más seguro podría ser que he muerto, de ser así supongo que he de estar en el típico túnel que conduce a la luz del paraíso.

Intenté moverme de nuevo, esta vez  pude hacerlo sin mucho esfuerzo, sin embargo caminaba algo torpe, aún siendo una pseudo-alma el enorme tiempo de inactividad me estaba pasando la factura.

Andaba torpemente, tropezaba casi a menudo y la vista era nula del todo, buscaba con ansiedad la luz, hasta que finalmente la encontré. Pura brillante y blanquecina, completamente atrayente y contrastante en ese mundo de penumbras; corrí a como mis piernas me lo permitían y finalmente llegué a un sitio realmente hermoso.

Era un campo de pastos de un rebosante color verde, junto a una gran variedad de árboles frutales, y de fondo un enorme y bello lago de aguas cristalinas, eso es a lo que la gente llama paraíso… poco a poco, conforme me iba adentrando en el lugar divisé gente, todos parecían estar muy felices, hasta mi miedo a la muerte desapareció…

Fui cerca del lago, algo allí me llamó la atención, me acercaba cada vez más para averiguar porque me encaminaba hacia la orilla, cuando pude divisarlo bien…

Estaba frente a un señor avanzado de edad, con una sonrisa amable, quien curiosamente me sonreía, él estaba sentado en una banca cerca del lago alimentando a lo que creo yo eran patos, luego de un incomodo silencio de parte, el señor suspiró y me hizo un ademán insinuante para que le hiciera compañía.

—Joven, debería ser menos complicado y entender la sutileza de la vida— murmuró el viejo después de cierto tiempo de silencio.

—Disculpe, a decir verdad no sé porque vine hacia acá—traté de excusarme sin éxito, puesto que ése señor sólo me sonrío amablemente.

HERMANOS DE CORAZÓN [Terminada,  Precuela de Dulce Tentador.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora