Etapa: Infancia──────────────────
El sol se iluminaba en lo alto del cielo celeste, aquel despejado y decorado con algunas nubes blancas, brindando calidez con sus rayos suaves y acariciando la piel de aquellas niñas que se encontraban tumbadas sobre una manta en el medio del césped verde. Los aleteos de las mariposas se intercalaban con las risas alegres de las pequeñas, que entre comentarios ocurrentes sobre los parecidos de las nubes con objetos, animales y personas conocidas, mezclaban colores para formar nuevos e intentaban plasmar en sus cuadernos lo que la primavera les ofrecía. Aunque habían acabado por desviarse del tema principal y uno que otro ser de su imaginación apareció en el retrato de la naturaleza.
—¡Lu, mira, mira! —La pequeña se levantó de la manta en donde momentos antes estaba recostada mirando las nubes en el cielo, olvidando por completo la actividad y dejado a medio pintar un dibujo de lo que parecía ser el perro de su vecina disfrazado de abeja, volando por lo que era un retrato del patio en donde estaban pasando la tarde; Llamó con emoción a su amiga, quien se encontraba bastante concentrada pintando flores con caritas felices que saludaban al sol— Esa nube se parece a la señora Griffin, hasta tiene un sombrero extraño como los que ella usa.
Comentó risueña señalando una nube que realmente no tenía forma exacta. La italiana apartó la vista de su pintura y levantó la cabeza para observar lo indicado, soltando una risita al ver el parecido que sólo ellas podían encontrarle. Permaneció unos segundos admirando ese amplio azul buscando en otra nube una figura, pero sus grandes ojos almendrados terminaron por caer maravillados en un árbol. Expandió su sonrisa, se levantó y tomó de la muñeca a su amiga para acercarla a ella y mostrarle lo que encontró.
—¿Lo ves? —Preguntó con la fascinación típica de un niño al descubrir lo magnífico de la vida cotidiana por primera vez, apuntando con el índice a la rama del árbol que estaba frente a ambas a unos pocos metros.
—¿Qué cosa? ¿Dónde, dónde? —Preguntaba y paseaba la mirada con entusiasmo por el cielo queriendo localizar y reconocer inútilmente aquello que su mejor amiga le señalaba, creyendo que hablaba de una nube con una forma extraordinaria, mas no había otra a parte de a las que ya le dieron forma. Causando que haga un puchero algo decepcionada— No hay más nubes, Luz.
La castaña la miró y tomó con sus pequeñas manos manchadas de pintura seca ambos lados del rostro de su contraria para hacerla girar la cabeza con suavidad, así guiando la mirada de su amiga al árbol que estaba evitando por observar tan atentamente el cielo.
—Allí, en el árbol. Hay un nido con pajaritos pequeños.
Explicó con una expresión dulce contemplando las pequeñas criaturas que piaban a esperada de su madre, a la par que soltaba el rostro de Khione. Y ella finalmente desvió la mirada de las nubes y la colocó en lo que Luz estuvo indicando desde un principio, soltando una exclamación ante tal sorpresa, emocionada por los animalitos que recidían en el arbol de su jardín.
—¡Son muy lindos! ¿Crees que pueda ayudar a la madre a alimentarlos? ¡Oh!, ¡¿Y a enseñarles a volar?!
Blythe soltó una risita divertida por las ideas descabelladas de su mejor amiga, sabía bien que eso no era posible, ¿cómo podría hacerlo sin alas? Quizá ella le podía dar una mano con eso. De inmediato se le pasaba la idea de hacer unas alas de pájaro con cartón, algo de cuerda y decorarlas con sus pinturas para luego pegarle algunas plumas que hallaran en el parque. Sin embargo, antes de poder comentarle aquel extravagante pensamiento que apareció velozmente por su mente creativa, una voz gruesa la sobresaltó.
—Aquí estás. Estuve buscándote durante más de diez minutos, Luz. — Resopló el hombre claramente astiado, acercándose a su hija— Dios, mírate. Eres un desastre, tienes pintura en la cara. — mencionó harto una vez llegó a ella.
—¡Papá! Hola- yo, uh, estábamos pintando, no lo noté… —La emoción inicial se desvaneció ligeramente al escuchar el regaño, llevándola a murmurar y desviar la mirada hacia el piso donde se encontraban los elementos de arte, como si quisiera demostrar lo que decía. Topandose con su dibujo, la felicidad retornó junto con una amplia sonrisa— Mira lo que hice. Son flores, están contentas por la primavera.
Levantó el cuaderno, extendiendolo hacia delante para que el hombre lo vea, que al contrario de la reacción que esperaba su hija, lo irritó y enseguida le quitó aquello de las manos y lo cerró, arrebatandole la alegría.
—¿Puedes dejar de perder tiempo con esto? Vamos, llegas tarde a danza. —La tomó con algo de fuerza del brazo, dispuesto a tirar de ella para llevarsela.
—Espera, mamá me dió permiso para pasar la tarde con Khione —Avisó, poniendo ligera resistencia para no moverse de ahí antes de tiempo— Dijo que puedo faltar a clase hoy.
—Así es, yo estaba allí cuando le dió permiso —Añadió con energía la pecosa que había permanecido en silencio, un poco molesta por la interrupción abrupta al agradable momento que tenían— ¡Hoy mis mamás nos llevarán a la zona de skate! ¡Le enseñaré a Lu a andar! —Finalizó con entusiasmo, siendo acompañada por un asentimiento de cabeza por parte de Luz que miraba a su padre con ilusión.
—Esa actividad es muy bruta para unas niñas.
Sin inmutarse, respondió despectivo a la menor, poniéndole los ojos encima de la misma forma por unos segundos, a lo que aquella, retadora, frunció el ceño y le mantuvo la mirada. Detalles que pasaron desapercibidos por Luz, que inconsciente llamó la atención de su padre al comentar al respecto.
—Pero parece divertido. Mamá también me dió permiso para e-
—¿Tu madre? Yo tengo la última palabra, Luz, y dije que vas a ir a danza —Habló con firmeza y conservando la misma expresión, logrando intimidar y dejar muda a la mencionada, sobre todo causado por esa diminuta pausa aterradora que había dejado luego de la pregunta, y la presión que comenzaba a ejercer en el brazo del que la sostenía—¿Y qué te he dicho de protestar? No quiero escuchar nada más, cállate y obedece. Vamos, muévete.
El adulto tiró de ella, encaminándola a la salida de aquel patio. Luz no emitió palabra alguna, ni puso trabas, simplemente trató de avanzar a la par que su padre tanto como sus cortas piernas lo permitían. Y antes de abandonar el lugar, volteó por última vez para ver a su amiga que permanecia parada sobre la manta, rodeada de colores y pinturas, contrastando con la mueca afligida de su rostro infantil. Luz le sonrió con calidez, como si nada hubiera pasado, y con la mano libre, aún manchada de lo que contentaba su corazón, la saludó, para seguido de ello poner la vista hacia al frente nuevamente y desaparecer de la vista de su amiga, largandose de aquel rincón colorido y adentrándose al frío de auto del adulto.
Desde allí dentro, sentada en el gran asiento trasero, inmóvil mirada por la ventana polarizada los árboles que dejaban atrás en el camino a la clase de baile. Luz no comprendía por qué todo lucía como si hubiera perdido la viveza, los colores característicos de la estación en la que se encontraban, y ahora sólo lucían como un helado y triste invierno. Bajó la vista a sus manos, apreciando unos cortos segundos figuras en las que podría hacer dibujos antes de frotarlas entre sí buscando deshacerse de la pintura seca...
No quería molestar a su padre otra vez.
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Las memorias de una vida confusa
Nouvelles❛Mi mundo repleto de colores empezaría a tomar tonalidades cada vez más oscuras. A partir de los once años nada fue igual, algo sucedió con mis padres. Y ese fue el aleteo de mariposa necesario para formar el tornado que arrasó con mi vida.❜ Parecí...