Unos ojos desbordantes de todas las sensaciones que la envolvían. Que aquellos mechones castaños, ahora tenían esas extensas mechas rubias. Un rubio destellante que parecía contener todo el peso del mayor castigo a quien sea que fuera envuelto por este:
Una tentación.
Una mirada llena de incontrolables deseos por esos bellos ojos sin fondo. Esos grandes y oscuros ojos que devolvían las miradas mostrando toda su intención.
En el set de aquel Suit Dance, donde una pequeña castaña se apoderó de la mirada de una pelinegra durante todas las horas.
Admirando el traje blanco de la castaña con el contraste de su cabello. Aunque, sin importar que estilo de prenda le pusieran su cuerpo seguía resemblandose en uno pequeño.
Esos delgados brazos y piernas que quedaban ocultos debajo de aquel traje que parecía quedarle enorme.
La pelinegra sabía el desperdicio que sucedía en esos momentos, pero no le molestaba.
Sabía perfectamente las curvas de aquella provocadora cintura que se ocultaba entre la ropa.
Jennie posó sus oscuros ojos en los de la menor, quien dentro del baile, se moría por cada movimiento de aquel adictivo pequeño cuerpo.
Sus miradas no se soltaban en absoluto.
Una desbordante necesidad se apoderó de la tensión de aquellas muchachas, provocando que la mayor de ellas se comenzara a acercar discretamente hacia la otra.
De a pasos suaves, una peligrosa castaña se acercaba disimuladamente en busca de una botella de agua. Pero que casualidad que el camino por el que iba, se volvía estrecho debido a la pelinegra que obstaculizaba un poco el camino.
Y es que, que pena ¿no?
Dirigió su mirada a Lalisa una vez más, para relamerse el labio ante los ojos de esta, eso momentos antes de desconectar sus miradas descontroladas.
Se deslizó entre aquél estrecho pasillo, la pelinegra dándole la espalda mientras curvaba su cadera, dejándose rozar contra toda la parte baja de la contraria.
El intencionado roce de la mayor desprendió un calor que se apoderó de la pelinegra, comenzando a aumentar la temperatura de esta.
Que tentación.
Terminando de recoger la botella de agua, la cual realmente no necesitaba ni quería desde un principio. Volvió a encontrarse con los deseosos y cada vez más intensos ojos de una pelinegra.
(...)
El viaje en auto se había vuelto eterno para dos de las pasajeras.
Una por morirse de ganas de lo que haría la otra, y otra por morirse de ganas de lo que haría.
Los ojos de Lisa no disminuian su intensidad, provocando una aumentante temperatura en la mayor.
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𝐘𝐨𝐮 𝐚𝐫𝐞 𝐦𝐲 𝐬𝐢𝐧 | Jenlisa
Fanfic"Erase una vez, un demonio que cayó en los encantos de un bello ángel"