PRÓLOGO

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Miré el paisaje que estaba frente a mí, sonreí y comencé a escribir.

Hoy te vi después de, no lo sé ¿Una semana? ¿dos? Bueno, no importa porque por fin te pude ver, de lejos, pero lo hice.

Tú no me viste, desde luego. No es algo que suelas hacer, yo soy la que observa y tú eres el que, bueno, me ignora y finge que no estoy ahí. Siempre hemos sido así ¿Recuerdas cuando era al revés? Creo que extraño aquellos días en que charlábamos hasta el amanecer, cuando éramos tú y yo contra el mundo, patético ¿no? Sigo viviendo en el pasado, sigo viva gracias a mis recuerdos. Espero no se desgasten pronto.

Bueno, ahora aquellas sonrisas que me dedicabas, se las dedicas a otra persona y yo estoy sola, con un corazón roto y lagrimas en los ojos. Alguna vez escuché que para que un alma se juntara con otra para ser feliz, otra debía perder su felicidad. ¿Es algo injusto, sabes? ¿Por qué tuvo que ser mi felicidad? ¿Qué hice yo para que me arrebataran todo?

Te amé, te amé y te perdí Aunque quizás no te perdí, quizás, solo, nunca te tuve.

Terminé de escribir en aquella libreta desgastada, que guarda infinidad de mundos, tristes y felices, ninguno igual, pero a la vez tan similares, todos con la misma característica; no existen, solo viven en mi cuaderno, solo existen cuando yo los invento.

RELATOS CORTOS DE UN ALMA SOLITARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora