One-shot

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Hacía un buen día en París. El cielo estaba despejado, el sol brillaba en lo alto y el calor era agradable sin resultar agobiante. Era el día perfecto para salir a dar un paseo por la ciudad y detenerse en algún jardín bajo la sombra de un árbol. Sin embargo, Sherlock y sus alumnos se encontraban encerrados en un aula haciendo un examen final de química. Oh, lo que daría el antiguo detective por estar caminando por París con William del brazo en esos momentos. Lo más seguro era que el menor hubiese salido a pasear sin él, con una camisa fina y a lo mejor con el pelo suelto. Dios, su William estaba tan guapo desde que se había dejado el pelo largo, Sherlock no podía parar de acariciárselo.

Sentía verdadera envidia de los transeúntes aleatorios que tendrían la oportunidad de admirar la belleza del rubio, no sabían la suerte que tenían. En fin, y él metido en la universidad con sus cuarenta estudiantes que, por cierto, tenían cara de sufrimiento. Había tenido la sensación mientras preparaba el examen de que lo había hecho demasiado complicado, pero era por culpa de sus alumnos que no podía estar pasando tiempo con el menor, así que se lo merecían.

Cuando por fin finalizó el tiempo de la prueba, el mayor visualizó lágrimas en los ojos de algunos estudiantes. Oh, esos iban a suspender seguro, casi le daban pena. Había otros que parecían bastante confiados, y en el fondo Sherlock esperaba que en realidad les hubiese salido mal el examen. Definitivamente no era un buen profesor. Entonces, la última persona le entregó la hoja del examen. Alzó la vista y se topó con una sonrisa y los ojos escarlatas que conocía mejor que nadie. William estaba frente a él, vestido tal y como había imaginado antes y con el pelo recogido en una coleta baja que le caía por el hombro. El antiguo detective también sonrió, mirando con infinita ternura al hombre que tenía delante.

-Espero que no te importe que haya tomado tu examen sin tu consentimiento, profesor.

-Liam, ¿qué haces aquí? -preguntó Sherlock, incapaz de dejar de sonreír-. No es que no me alegre de verte, pero, desde luego, es una sorpresa.

-No sé, recordé aquel día en Durham cuando te colaste en mi universidad para tomar uno de mis exámenes y pensé que sería una buena idea devolverte la jugada. Confío en que no te importe corregir un examen más.

-Por supuesto que no. Además, conociéndote, no creo que me hagas trabajar mucho.

-Ah, por cierto, te corregí un par de erratas que tenías en los enunciados -comentó William-. Un par de tonterías nada más, de nada.

-Siempre tienes que quedar por encima de los demás, ¿eh? -suspiró el mayor con resignación, ante lo que el otro se limitó a encogerse de hombros-. Eres increíble, Liam, de verdad, y no lo digo en el buen sentido.

-Profesor, esa no es forma de tratar a tu amante -replicó el rubio, susurrando-. Que hombre tan cruel.

-No tendría que hacerlo si mi amante no se creyese la persona más inteligente del planeta -contestó Sherlock, susurrando también-. Aunque, en su defensa, probablemente lo sea.

William ahogó una carcajada y el mayor prosiguió:

-Tengo otra clase ahora. ¿Has hecho planes o te apetece acompañarme y luego nos vamos a tomar un té a mi despacho mientras corrijo los exámenes?

-Depende, ¿me llevarás después a un sitio bonito a comer?

-Oh, Liam, te llevaría a comer al Palacio de Buckingham si me lo pidieras.

-No creo que a la reina le hiciera mucha ilusión verme por ahí -respondió el menor.

-No, seguro que no -rio el profesor-. Venga, vamos, estás a punto de presenciar una clase magistral del grande y único Sherlock Holmes.

La aventura de un profesor [Sherliam || Yuukoku no Moriarty]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora