Jongho dejó salir un largo suspiro, odiándose rotundamente y sin ningún tipo de límite a sí mismo por ser tal como era. Esos días, en los que el ceño fruncido y la mirada dura no se iban de su rostro hasta que ocurría algo que lograba quitarle el fastidio, esos días eran pesados, pasaban tan lento que hasta le llegaba a desesperar que cuando veía la hora en su teléfono, esta no avanzaba o cuando miraba hacia el cielo, notaba una nube que estaba pasando, se distraía por quién sabrá cuanto —tal vez unos segundos que sentía como horas— y esa cosa flotante seguía ahí inmóvil, como queriendo burlarse de él.
No era alguien muy paciente y con cada cosa que le pasara podía reaccionar de diferentes maneras, y haber reprobado un examen después de esforzarse muchísimo al estudiar toda una noche hasta la madrugada, era algo que no podía tolerar. Entonces se odiaba porque no podía hacer nada bien y su humor de perros estaba alejando a sus amigos que no soportaban tenerle cerca cuando estaba así. Hasta Seonghwa que era el más tranquilo de todos, se había molestado con él porque era un caso perdido, y le dijo que cuando se le pasara la rabia le buscara. Incluso Jongho se sintió intimidado a pesar de la voz dura y los murmullos del pelirrojo.
Aunque su segundo mejor amigo fuese como un gatito, daba miedo a veces. Y Wooyoung, su primer mejor amigo, era quien a pesar de todo le soportaba aún cuando le miraba mal y le mandaba a callar cuando hablaba de más. Pero dios, a veces ese chico con cabello color oreo le daba mucha, mucha fatiga y no podía creer que a pesar de eso quisiera estar pegado a él como chicle.
Eran muy diferentes, Wooyoung era estúpido pero Jongho lo era el doble, quizás esa era la única característica parecida entre ellos dos.
Pero quizás Wooyoung era como su segunda conciencia ya que le hacía pensar un poco acerca de su vida adolescente, mientras que Seonghwa era quien le ayudaba a entender las clases de física. Quería mucho a sus amigos... A su manera, sí, sin expresarlo ni nada.
Llevaba una semana sentándose lejos de su grupo, una semana en donde ha tenido que refugiarse bajo la capucha de su chaqueta y cruzarse de brazos sobre la mesa solamente dejando sus ojos enfadados a la vista de todos los que pasaban frente a él.
Y sí, era una semana en donde sentía ojos encima de la nuca, también en donde escuchaba una risilla muy cerca y que jamás había sido consciente que estaba por ahí. Jongho se sentía confundido porque quizás la soledad que se estaba obligando a tener le ponía a pensar cosas raras. Aunque, sí podía notar que había algo raro ocurriendo a sus espaldas porque notaba que Wooyoung, a lo lejos, intentaba curiosear.
No le prestaba mucha atención.
Pero luego cuando su humor había comenzado a ser un tanto más llevadero, se levantó de su silla incómoda y fue a refugiarse en la mesa ruidosa que sus amigos siempre apartaban para ellos. Jongho fue recibido con aplausos y todo, ya que había roto el récord de días con enojo.
Entonces esa mirada que supuestamente sentía en su nuca no estuvo presente durante todo ese lunes. Pero Wooyoung sabía algo porque le sonreía mucho y daba miedo que hiciera eso.
—Jjongie~— Wooyoung le había tomado del brazo con los suyos, para que así no se escapara de sus garras cuando el descanso finalizó. El pelinegro rodó los ojos hastiado; ¿Cuántas veces debía decirle a ese tonto que no le llamara de ese modo? Una mirada fastidiada bastó para que su descontento se hiciera notar pero aún así, habló con la misma motivación de siempre.
—No me digas así, qué asco.— Y con motivación se refería a amargura.
—Ah vamos, te quiero contar algo pero no quiero que me mires mal o me insultes... O me golpees.— Jongho le miró con una ceja alzada, sin comprender su palabrería absurda y su sonrisa que se parecía a la de un niño de cuatro años que ingirió demasiado azúcar. —Porque conociéndote, te veo capaz de desintegrarme con los puños.— A veces era muy exagerado, pero así era Wooyoung, exagerado y dramático.
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⌗ PURPLE STAIN ‹
Short StoryWooyoung decía que debía darle una oportunidad a ese atrevido chico que le había estado coqueteando durante toda la semana. Porque era bonito y porque se veía como la persona más perfecta del mundo, una que podía acoplarse perfectamente con su aura...