13. réquiem de un modelo

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Kenma se había sentido mucho mejor en las últimas semanas que en toda su vida.

No era un sentimiento de felicidad inexplicable, no. Hablaba de físicamente, y a lo mejor emocionalmente también. Podía hacer sus cosas tranquilamente sin cansarse o sentirse mareado, y por eso mismo, cuando Akaashi le comentó que le había llegado una invitación para ser parte del desfile de modas de la nueva línea de ropa de Kiyoko Tanaka, una diseñadora muy famosa en Japón, no se negó.

"¿Estás seguro, Kenma?" había preguntado Akaashi, mirando la carta con algo de recelo.

"Vamos, Kaashi-kun, Ken-ken está bien." Atsumu movió la mano, restándole importancia al asunto. "Omi. Dile a Akaashi que deje de preocuparse por Ken."

"Créeme, estarías preocupado por él si hubieses visto lo que yo." Aseguró Kuroo, ajustando un trípode. Tuvo que esquivar la barra de proteína que voló en su dirección. "¡Hey, es la verdad!"

"Si digo que sí es porque sí. Quiero hacerlo." Kenma bufó, cruzándose de brazos.

Estaban en el edificio de Sakusa en Ginza. Aún estaban haciendo algunas fotos allí, y Ryu Tanaka en persona —el esposo de Kiyoko, un empresario exitoso de la zona. — había ido a dejar la carta, una vez supo su locación. El chico les había explicado que el desfile sería en dos días, y que la falta de aviso al modelo se debía a que desconocían que había mejorado. Expresó, un poco, muy suplicante que su esposa adoraba al modelo, y que sería un honor tenerlo ahí.

"Es en dos días y no has estado en una pasarela en años." Apuntó Akaashi, suspirando, leyendo la carta aún. "Aunque la paga es buena... esa comisión sería increíble."

"Por dios, Akaashi, ¿cuándo te convertiste en caza fortunas?" Sakusa rió, tendiéndole una copa de champaña a su novio, sentándose a su lado en el sillón alargado que ocupaba toda la pared del salón. "A nosotros nos invitaron. Ryu y Kiyoko estudiaron en la preparatoria de Hinata, así que nos invitan frecuentemente a sus eventos porque estamos en el círculo."

"El círculo de amigos exitosos, como me gusta llamarle." Comentó Atsumu, con una sonrisa, antes de beber de su copa.

"Eres un engreído." Kuroo rodó los ojos. Kenma lo miró sin expresión, pero sabía que le estaba pidiendo que pusiera de su parte.

Si, Kenma se había vuelto cercano al rubio. No, a Kuroo no le caía bien.

"Como sea." Kenma suspiró, pasándose una mano por el cabello y acomodando su camisa de seda. Cuando Kuroo había llegado a su departamento con la camisa en cuestión, se vio realmente confundido. Pero la camisa era tan delicada que no pudo quejarse ni un poco. Sentía que no estaba vestido para empezar, y eso fue suficiente para que cediera. "Ya dije que sí. Quiero hacerlo."

"Bien, supongo que está decidido, entonces." Akaashi se encogió de hombros, dejando la carta de lado para tomar el teléfono. "Llamaré a Takeda-san para avisarle. Tendremos que ir con Kiyoko-san a eso de las cuatro a ver el catálogo de la línea. También tendríamos que llamar al agente publicitario, y las sesiones con Kuroo se atrasarían, tendríamos que renovar el contrato porque el tiempo podría expirar y..." Akaashi parecía al borde de un ataque de nervios. Todos lo miraban con expresiones ligeramente preocupadas, pero como un ángel caído del cielo, Bokuto salió del ascensor, llegando de trotar, con una playera blanca ceñida al cuerpo que estaba algo transparente, humedecida por el sudor. "Oh."

"Llegó ibuprofeno." Murmuró Atsumu, riendo entre dientes, escondiéndose tras su copa. Sakusa le dio un codazo ligero para hacerle callar.

"Bien, ya que todos estamos calmados, tenemos que organizarnos." Rió Kuroo, acercándose a Kenma que no quitaba sus ojos de los pectorales de Bokuto. Le tapó los ojos con una mano, y rió al oírlo quejarse.

『 photographs ; kuroken 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora