El Lobo de París

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Inspirado en la canción: Hombre lobo en París - La Unión.


En la colina de Montmartre, en la ciudad de París, vivía un granjero llamado Daladier y su esposa Estela en un viejo molino. Él era un hombre impulsivo y cascarrabias, que a diferencia de su mujer, nunca ayudaba a los demás.

Una tarde mientras Estela regresaba a casa por el camino de tierra, se encontró con una extraña anciana tirada a un lado de la vía. Estela se sintió conmovida al verla, así que la subió a su carreta. Luego, le ofreció pasar la noche con ellos y vendar sus heridas.

Pero al llegar a casa, Daladier sintió tanta molestia al verla —ya que era la tercera vez esa semana que Estela traía a alguien a cenar y no quería tener que compartir su comida ni su cama con un extraño— que la recibió de mala manera. Empezó a maldecirla desde la puerta y, luego la cerró frente a sus narices.

La anciana, quien en realidad era una poderosa bruja, al ver esto se transfiguró por completo en una mujer hermosa y joven; lanzó un hechizo sobre Daladier diciendo «Tu verdadero ser pronto se verá, cambiando por dentro a la bestia vencerás». Y luego desapareció.

En el interior de la casa, Daladier cayó al suelo y observó sus manos. Estaban cubiertas de pelo y sus uñas eran tan afiladas que podían romper la losa. Y eso hizo. Rompió la madera del suelo probándolas.

Luego se irguió en dos patas cómo un hombre. Era mucho más alto y más fuerte ahora. Sus sentidos también se habían agudizado a un nivel increíble. Olfateó el lugar y pudo advertir el aroma de Estela afuera de la casa.

De pronto una parte dentro de él reaccionó, y a su mente llegaron pensamientos oscuros acerca de comérsela. A pesar de su mal carácter, Daladier la amaba, y no quería asesinarla a ella o a otras personas inocentes.

Por eso atravesó la pared y corrió con fuerza hacia el bosque para buscar a la bruja y mantenerse alejado de Estela.

— ¿Dónde estás? — aullaba Daladier — ¡Muéstrate ahora!

Sin embargo, por más que intentaba llamar a la bruja, esta no aparecía. Los días fueron pasando y los rasgos del hombre que alguna vez fue, seguían atrapados debajo de una prisión de pelaje gris.

Daladier estaba exhausto, y se sentó bajo un árbol seco a descansar.

— Cambiando por dentro a la bestia vencerás —pensó—. Me pregunto a qué se refiere con eso.

— ¿Vas a algún lado, mi amigo? — indagó un búho mientras aterrizaba sobre una de las ramas del árbol.

— ¡Largo de aquí, no necesito tu ayuda! —gruñó Daladier malhumorado.

— Te he seguido desde que entraste al bosque y he visto lo que pasó —declaró el animal—. Debo admitir que fue tu culpa la que te llevo a esto en primer lugar.

— ¿Mi culpa, dices?

— Por supuesto —asintió el búho con la cabeza—. Si no hubieras sido tan grosero e iracundo, no habrías terminado en esta situación.

— ¡Esa bruja me convierto en este...! —Daladier miró alrededor como buscando las palabras y entonces expresó— ¡Monstruo!, ¡Ella me ha convertido en un monstruo!

— Temo que eso no es verdad, mi amigo. Ni siquiera una bruja tiene ese poder —ululó y luego prosiguió hablando— pero más importante que saber el por qué, es mejor conocer el para qué.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Daladier confundido.

— Verás, yo soy un búho. Un ser sabio y observador que surca el cielo nocturno. Podría cuestionar por qué puedo doblar mi cabeza, o por qué digo "Hoo-Hoo" al terminar de hablar. Pero eso no importa. Lo que importa es para qué son estas cosas —indicó—. Solo veo lo que tengo justo delante de mí, y por eso mi cabeza gira de ese modo; y el sonido que hago, me diferencia de otros animales en el bosque.

— Pues yo no sé quién o qué soy ahora mismo —contestó Daladier.

— Y por esa razón es que terminaste en este lugar —sentenció el búho—. No pienses por qué te convertiste en esa criatura, piensa en el para qué. Cuando lo tengas, el hechizo se romperá.

Daladier estaba muy molesto como escuchar las palabras de su amigo emplumado en ese momento.

Así que abandonó el bosque y empezó a caminar por las calles del bulevar muy temprano, cuando aún las personas seguían dormidas en sus casas; tratando de no perderse a sí mismo entre la locura. El deseo de volver a ver a Estela era lo único que le daba fuerzas para no caer en la desesperación. Podía olerla, y sentirla consigo apoyándolo.

Recordó lo que sucedió en su casa y lo mal que la había tratado. También reflexionó en las palabras del búho.

— Me internaré en el bosque —se dijo a sí mismo— aprenderé a controlar a esta bestia, y luego volveré con Estela.

Y así lo hizo. Daladier regresó al bosque y le pidió a su amigo el búho que le ayudara en su misión. Él le enseñó entonces el arte del autocontrol. Le mostró cómo aquietar su mente y corazón, para tener dominio siempre de sí mismo.

Así pasaron los años, y una noche, mientras Daladier aullaba a la Luna, apareció la bruja frente a él, rodeada de aquella misma aura de luz que vio la primera vez. De inmediato, Daladier se arrojó al suelo inclinándose ante ella.

Él había comprendido que nunca más volvería a ser el hombre que fue antes. Eso estaba en el pasado. Lo que él quería era algo nuevo, la oportunidad de empezar desde cero.

Ella lo miró sonriendo y en ese momento la luz le envolvió y lo transformó otra vez en un ser humano.

Daladier agradeció a la bruja y corrió desnudo hasta llegar a su casa en donde despertó a su esposa y la abrazó disculpándose con ella, y prometiéndole recuperar el tiempo perdido.

Y así fue como Daladier, dejó de ser un hombre lobo.

Fin.

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⏰ Última actualización: May 31, 2021 ⏰

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