Poder y deseo

186 18 0
                                    


Deseo, eso era lo que cada poro de su piel bramaba ante el pensamiento de un elegante hombre de cabello con detalles de la más pura plata, de hebras sedosas y perfectamente peinadas hacia atrás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Deseo, eso era lo que cada poro de su piel bramaba ante el pensamiento de un elegante hombre de cabello con detalles de la más pura plata, de hebras sedosas y perfectamente peinadas hacia atrás. Sus perlas escarlatas se unían al clamor interno de su sistema cuando no dejaban que detalle alguno se escapara de su embelesamiento ante tanto atractivo.

Anhelarlo, probablemente le seguía a todas las sensaciones que se aglomeraban en su interior desde una admiración privada y lejana a todo acercamiento a él. Cuando Giselle recientemente contaba con un puesto de caballería en la orden de los Vermillion, fueron incontables las veces en misiones o eventos donde sus ojos tenían la oportunidad de observar desde lejos al capitán de las Águilas Plateadas. La adrenalina de ser discreta a la hora de detallarlo en cada mínimo movimiento o la emoción que sentía cuando por alguna razón él se acercaba indirectamente a ella para conversar con Fuegoleon. Observar esos mojados y rosados labios moverse con cada palabra bien pronunciada, esa lengua que en ocasiones rozaba las copas plateadas, de donde tomaban vino, no pasaba desapercibida para Giselle. Jamás. Así el deseo palpitante en sus nervios y más sensibles rincones de su cuerpo, no hacía más que poner su mente a fantasear sobre lo que sería tener la atención de tan distinguido hombre. Anheló por incontables noches gozar del toque de esas pulcras y finas manos sobre su piel.

Se sintió enferma, desquiciada y totalmente fuera de lugar en tantas ocasiones que ni se atrevería a contarlas. La vergüenza y prudencia implantadas en su ser la reprendían constantemente, tanto que logró reprimirse con increíble facilidad en los años siguientes a sus veinte. Ya era una mujer madura, consciente de su entorno y sobre todo, centrada en poner en alto su preciada orden, enseñar a su pequeño compañero y hermano menor de Fuegoleon, y sobre todo, encontrar un punto de equilibrio en su vida.

Poder, ese tan querido logro que ella buscó con insistencia desde su niñez, con cientos de obstáculos que se presentaron en su camino pero que gracias a la ayuda de las personas correctas pudo llegar a un nivel que ni ella misma imaginaría.

Poder mágico, ese que todo ser humano buscaba incluso indirectamente, se manifestaba en la mayoría que poseyeran un talento natural, es decir, el primer paso para obtenerlo era ser noble y con eso bastaba para sobrepasar a muchos. Sin embargo, la dedicación y el esfuerzo también daba sus frutos en aquellos que no contaban con la misma suerte de nacer selectos en familias nobles o de la realeza. Muchos magos reales siempre adquirían hechizos de manera intuitiva utilizando su poderosa magia innata y su ingenio natural, pero debido a ello, se llenaban de vanagloria y suficiencia que les impedía ver más allá de sus habilidades natas. Pocos se exponían a los peligros reales de una batalla y gracias a su dinero contaban con el apoyo de demás magos para cumplir ideales que una persona entrenada podría llevar a cabo sola.

En resumen, para tener poder habían dos opciones, nacer con el talento nato de noble o miembro de la realeza, o esforzarse en demasía para aumentar la habilidad y el poder mágico que los plebeyos no tenían la suerte de obtener en abundancia.

UNITED. [Nozel Silva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora