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Seungmin suspiró profundamente, mirando al pequeño dormir, comparando su pequeño tamaño con el de su mano, y se moría de ternura al ver lo pequeño que era.

Pero, bien se ha aclarado, estaba aterrado. Jeongin estaba disminuyendo muy lentamente su altura y, como si fuera poco, apenas sí tenía tiempo para cuidarlo. Se notaba la tristeza que sentía el pequeñín. Le rompió el corazón verlo así tan herido, él debía hacer algo por el bien de su pequeñito y rápido.

Jeongin se removió y abrió los ojitos lentamente, sintiendo como acariciaban su cabeza con suavidad, con cuidado. Levantó una de sus manos para tocar el dedo de Seungmin, mas éste ni se movió, Jeongin elevó la mirada. Hallando al mayor profundamente dormido, una sonrisa se formó en su rostro, Seungmin era el hombre más hermoso que él había visto nunca, y éste lo cuidaba con muchísimo esmero, se sentía tan agradecido con él.

Con su mano tomó el gran dedo de Seungmin y lo alejó, parándose en la esponjosa almohada. Estiró sus extremidades mientras bostezaba, pensando en lo que haría ese día, no tenía muchas cosas pendientes, sólo lavar su 'ropa' y limpiar los lugares donde Seungmin no llegaba, le encantaba sentirse útil para el mayor, sentir que no era sólo una carga más.

Suspiró profundamente y, antes de bajarse de la cama, se acercó a evitando despertar a Seungmin para luego tímidamente, darle un beso en la frente. Le gustaba mimar a su mayor cuando esté dormida.

Caminó hasta el baño y se subió al lavamanos con ayuda de una escalera improvisada con palos e hilos. Lavó su rostro y cuerpo velozmente queriendo desayunar y comenzar a limpiar la casa lo más rápido posible, quería que Seungmin viera lo mucho que se esforzaba antes de que esté fuese a trabajar, al menos así, el mayor no iba a pensar que terminaría destrozando su casa. De nuevo.

Ya en la cocina, con su desayuno ya tomado, agarró un trapo de su tamaño y comenzó a fregar todo lo que viese mínimamente sucio. La cocina debía estar impecable. Se subió con muchas fuerza a una de las estanterías de frascos y comenzó a pulir estos con sumo cuidado. Tanto empeño puso en su labor, que no notó cuando una sombra lo tapó por completo.

—¿Tan temprano y trabajando, bebé? —oyó atrás suyo y, sin querer, se sobresaltó golpeando su cabecita contra el otro estante. Seungmin rió enternecido tomándolo con sus manos y, cuidadosamente, acarició su cabeza mientras lo paraba en la mesa de la cocina.

—Me asustaste, Minnie. —gruñó el pequeño controlando las ganas de lloriquear por el dolor. Seungmin sonrió y besó su cabeza antes de apoyarse contra la pared, Jeongin se sonrojó suavemente mirándolo de reojo. —¿Hoy no trabajas? —cuestionó.

—No. Así que hoy haremos algo muy interesante los dos —respondió Seungmin, engrosando su voz. Jeongin no pudo evitar malpensar y rió nerviosamente, rascando su nuca. —Hoy iremos a ver a la anciana que te ha hecho esto y veremos como solucionarlo.

Jeongin levantó la cabeza totalmente inexpresivo, mas al ver la seriedad de Seungmin, su rostro se desfiguró en pánico. Seungmin no supo en qué momento el pequeño desapareció de su vista.

—¡Jeongin! —lo llamó mientras caminaba cuarto por cuarto. Bien, quizás había supuesto mala reacción del pequeño ante la decisión que había tomado, pero; joder, ¿Acaso no quería estar mejor?.

Entró a su cuarto tal topadora para encontrarlo bien hecho bolita, entre las sábanas. Ahora se sentía culpable.

Se sentó al lado de su pequeño en silencio, tanteando con su mano sobre la cama.

—Esa mujer me odia, si me llega a ver... —la voz de Jeongin sonaba apagada, atemorizada, y con razón. Esa anciana había acabado con su vida, lo había condenado y aún peor él había sufrido "Las mil y unas" por culpa de lo que sea que ella había hecho.

Mɪɴɪ Jᴇᴏɴɢɪɴ ☁︎SeungInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora