CAPÍTULO 1

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Caminaba como siempre con prisa por llegar a casa, había empezado a correr un aire bastante frío y estaba bastante nublado así que de seguro empezaría a llover muy pronto. Llevaba unos vaqueros, unos botines negros de tacón y una chaqueta vaquera negra de cuero pero tenía frío. Llevaba una bolsa de Chanel, un bonito abrigo de piel negro que quería desde hace dos semanas, no era súper rica pero en cierto modo me sobraba un poco de dinero, así que de vez en cuando un capricho no estaba mal. Era mediados de noviembre y en Toronto ya se notaba el verdadero frío de invierno. De pronto una gota de agua me cayó en la punta de la nariz, <joder, ya puedo darme prisa si no quiero llegar a casa empapada>. Así que comencé a andar un poco más rápido para llegar antes a casa, cuando solo me quedaban dos calles, en una acera vi a un hombre sentado en el suelo, con las rodillas flexionadas y los codos apoyados enellas, llevaba unos pantalones negros y una sudadera con capucha, quepor cierto llevaba puesta. <<¿Que clase de persona se sienta en unaacera a estas horas con el frío que hace y cuando está lloviendo? Nopuede ser normal.>> Tenía la cabeza gacha así que no me vio acercarme.Cuando estaba más cerca lo vi mejor, era castaño, de piel clara ytenía unos cafés preciosos.

__: Oye, está usted bien?

S: Más o menos ¿Por qué?

__: Y por qué mejor no se va a su casa, aquí sentado se va a enfermar.

S: No tengo donde ir, y no creo que me enferme

Dios, no tiene donde ir, me invadió un sentimiento de pena y culpabilidad. El hombre era bastante guapo, pero se le veía triste,algo indefenso, débil...

__: Así que, ¿no tienes donde ir?

S: No, pero no te preocupes.

Estaba lloviendo bastante, y me di cuenta cuando el frío de la lluvia me caló en la ropa.

__: Si quieres puedes venir a mi casa al menos hasta que pare la lluvia aquí te vas a empapar y vas a pillar una pulmonía.

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