🐾 j i m i n 🐾

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A Yoongi siempre le ha gustado la idea de ayudar al resto, de tender una mano cuando se necesita, o estar una hora en silencio o más con tal de escuchar lo que le pesa a los demás.

Es bueno y le encanta el hecho de que sus antiguos pacientes vuelvan solo para agradecer su ayuda siendo un pilar fundamental para la recuperación plena, lo hace levantarse y sonreír cada mañana para llegar a su oficina.

Siempre ha dicho ningún caso es imposible, quizás difícil, sí, pero nada que un buen alma dispuesto a ayudar, escuchar y guiar en cada paso no pueda terminar con un paciente dado de alta.

Lo más grato que tiene es darlo de alta y rezar para no volver a verlo, no de la mala manera, le gustaría saber qué tal van todos después, pero no quiere volver a verlos sentados en esa silla porque significa que algo ha salido mal, que ha recaído y su vida ya no es plena ni grata. Ningún psicólogo querría volver a ver a su paciente cayendo al hoyo por el que han luchado por iluminar el camino hacia la salida; le gustaría verlo fuera de la consulta, con una sonrisa de oreja a oreja evidenciando la mejoras que con esfuerzo de ambas partes se logró.

Es una persona buena, atenta, que no le importa el dinero, en absoluto. Si fuera por él, daría las consultas gratis para los que más necesitan, pero el mundo es tan nefasto en ese aspecto, que necesita el dinero para sobrevivir y pagar a sus empleados.

Siempre le ha gustado la idea de ayudar a todo ser que lo necesite, es por eso que lleva dos años con un número al que cualquier persona puede hablarle y pedir consejos o simplemente escribirle sus angustias y desahogarse lo que quisiera. Todos los días recibe al menos 100 mensajes y 10 números nuevos; no se queja, sabe que hay muchas personas que necesitan ayuda y él hará todo lo posible para dársela.

Tomó el celular que solo usa para aquella tarea y lo encendió, un segundo después de encender los datos móviles, comenzó a vibrar y sonar cientos de notificaciones seguidas; esperó un par de minutos hasta que cesara.

La puerta fue tocada dos veces y se abrió mostrando la sonrisa de un joven de unos 25 años.

—Buenos días, señor Min —susurró con una taza de café entre sus manos y la dejó en el escritorio. Sonrió cuando escuchó una notificación—. ¿No es muy temprano para encenderlo?

Negó.

—Nunca es temprano para ayudar.

—Usted debió ser el mismísimo papa en su antigua vida.

—O quizás fui alguien pecador quien se arrepintió y juró ser alguien amable en su próxima vida, no lo sabemos.

—Demasiado amable. No cobra por eso… —apuntó al celular en la mesa que volvió a vibrar y sonar— y las facturas no se pagan solas; no siempre puede hacer algo por los demás.

—No, pero mientras tenga la posibilidad de hacerlo, lo haré —bebió un poco del café—. Gracias.

—Es solo café —se encogió de hombros—, de nada. De todas formas, es mejor que empiece a contestar porque en una hora llegará su primer paciente.

—Lo haré.

Estiró los brazos y movió su cuello escuchando los crujidos de sus huesos. Cuando se sintió relajado tomó un cuaderno y un lápiz donde anota cada número y cantidad de mensajes diarios, luego encendió la pantalla para ver la notificación de la única aplicación instalada: 300 mensajes, 30 conversaciones. Deslizó la notificación haciéndola desaparecer dejando la pantalla en blanco y, suspiró, no cree alcanzar a resolver todo en una hora, necesita tiempo, ellos necesitan tiempo.

MIAU 🐾. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora