11 de septiembre de 2001

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Era una mañana soleada como otra cualquiera y Harry y Louis se encontraban en el aeropuerto a punto de subir al avión. Una voz dulce resonó en todo el aeropuerto.

- Atención por favor, pasajeros con destino a Nueva York diríjanse a la puerta 28, gracias.

Harry y Louis se adentraron por los pasillos hasta que llegaron a la puerta y solamente diez minutos más tarde se encontraban ya  en sus asientos. De nuevo, otra dulce vos anunció el despegue. Harry cogió la mano a Louis y se recostó en su pecho mientras Louis le daba pequeños besos en la cabeza. Solo bastaron cinco minutos para que cayera dormido.

Pasaron cuarenta minutos y ya casi habían llegado a su destino. Harry había despertado ya hacía un rato pero seguía recostado en Louis mientras se dedicaban cursilerías. Al cabo de tres minutos Louis le dio un último beso a Harry y se sentó bien en su asiento, se había dado cuenta de algo.

- Harry, ¿No te parece que nos estamos acercando mucho a esos edificios?- le preguntó nervioso.

- No te preocupes amor, igual el aeropuerto está por ahí detrás.

Los segundos pasaban y cada vez se acercaban más. La velocidad del avión aumentaba como los latidos de Louis y Harry se preocupaba cada vez más. 

- Harry, me estoy preocupando mucho- dijo Louis angustiado.

- Lou....- una voz le interrumpió.

-Pasajeros..- la voz rompió en llanto- Estamos en un ataque terrorista, necesitamos que guarden la calma por favor.

Harry y Louis se miraron con lágrimas en los ojos y se abrazaron fuertemente. Louis lloraba desconsoladamente mientras Harry intentaba tranquilizarle, aunque en el fondo se sentía igual.

- Ha..Harry...- sollozó Louis- Te quiero mucho- terminó diciendo.

- Louis por favor tranquilízate, mírame por favor- le contestó mientras las lágrimas se empezaban a deslizar por sus mejillas.

Harry y Louis conectaron miradas y con ellas se lo dijeron todo. La distancia que quedaba entre sus labios era la misma que había con los edificios y en menos de un segundo el avión se estrelló contra el primero de ellos.

Harry consiguió abrir los ojos y un tremendo dolor de cabeza lo sorprendió, se giró hacia su izquierda y lo que se encontró lo dejó sin palabras. Louis se encontraba tumbado en su asiento con la sangre corriendo por su cara y todo su cuerpo lleno de heridas. Harry ahogó un grito y se miró a si mismo, se encontraba en la misma situación que él y no bastó ni un minuto para que sus ojos se cerraran.

Ever Since New YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora