Capítulo uno

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El sol comienza a salir detrás de las montañas, anunciando un nuevo día en la Tierra y alentando a que todos los seres despierten y comiencen a realizar sus actividades

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El sol comienza a salir detrás de las montañas, anunciando un nuevo día en la Tierra y alentando a que todos los seres despierten y comiencen a realizar sus actividades.

La calidez del clima, es perfecto para todos aquellos que salen a dar una caminara matutina o simplemente, disfrutan de una buena taza de té en los jardines de sus hogares, observando aquel bello bosque que divide las fronteras entre los territorios de los distintos dioses.

—Príncipe Seok. —Una mujer de larga y fina cabellera entra a los aposentos de su hijo menor. —¿Has visto a tu hermano?

—No, madre —Responde el joven con total seguridad. —Pero creó haberlo visto salir con su caballo, seguramente debe estar cabalgando por los alrededores. —La diosa Dalai se acerca al pequeño y le acaricia el rosto con total delicadeza. —Dile cuando venga que lo estoy buscando, debo hablar con él unos asuntos de nuestras tierras. —El príncipe asiente con la cabeza y larga un suspiro cuando la ve marcharse. —Vuelve rápido hermano —susurra saliendo a su balcón y observando el bosque.

Mientras tanto, un joven de cabellera dorada y ojos azules como el mar, corre entre los árboles, riendo a carcajadas mientras es perseguido por aquel chico de caballera castaña, de profundos ojos negros, el cual lo sigue con una sonrisa adornada en su rostro.

—Ángel, no te escondas de mí. —Sus prendas, tan contrarías y hermosas, son las que delatan el origen de sus hogares, cualquiera que los viera, sabría de inmediato que se trataban de los hijos del dios Aidan y la diosa Dalai.

—Dijiste que eras el mejor en tu hogar, demuéstrame que lo eres príncipe. —Dicho esto, corre aún más rápido sabiendo de las consecuencias que trae el haberle desafiado de esa manera al otro muchacho.

Con total agilidad, esquiva los árboles que aparecen a su paso, riendo por momentos al escuchar los quejidos de su frustración por parte del otro joven. Sin embargo, su risa se ve interrumpida cuando siente como es sujetado por su cintura, haciendo que gire sobre su eje, provocando que cayera de espaldas con alguien encima suyo.

—Dijimos que era trampa utilizar nuestros poderes. —Con un leve puchero en sus labios, crea una pequeña bola de agua en sus manos y se la lanza en la cara de este.

—Perdóname ángel, pero ya no resistía más el tener lejos —responde secando con la manga de su vestimenta el agua sobre su rostro.

—Ya me tienes donde querías, ahora, ¿Qué harás? —pregunta con un tono coqueto, mientras pasa sus brazos por los hombres del contrario.

—Besarte. —Acerca su rostro al del rubio. —Si es que me lo permites.

—Bésame de una vez, Gguk. —Con una sonrisa pícara en su rostro, une sus labios al del chico bajo él formando un beso sincronizado, armonioso, como si sus bocas fueran hechas para encajar perfectamente. —Podría pasarme mi vida entera besándote.

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