Ellos conocían la ley de los dioses, aquella que les prohibía tener una relación, la que decía claramente cual era el precio de que las personas como ellos se enamoraran. Sin embargo, creyeron que nadie los descubriría.
Ahora, sus almas se buscan en...
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—Estuvo bueno, ¿No creen? —Los amigos salen del restaurante dirigiéndose hacia el estacionamiento.
—Yo creo que te gusto más molestar al mozo —dice el peliblanco a su lado con los brazos cruzados.
—Y tú no pareces molesto de haberte disculpado por mí todas las veces. —Taehyung pellizca la mejilla del mayor ganándose un golpe en su mano, pero sin dejar de reír.
Jungkook los mira entretenidos unos pasos más alejado, sin embargo, su atención se ve llamada por un ruido que lo hace buscar el lugar de origen, encontrándose con cierto pelirrosa que había visto temprano, cerca de un auto recogiendo cosas, de lo que parece, se cayeron de una caja que llevaba en manos.
—¿Jungkook? —Escucha decir a sus espaldas.
—Vayan al auto, ya regreso —responde caminando decidido a ayudarle al desconocido sin entender, ese sentimiento que lo impulsa a querer acercarse hasta este.
Los amigos se miran sin entender el cambio de actitud en el pelinegro, aunque conociéndolo, saben que él tiene esos impulsos de querer hacer cosas sin ninguna explicación así que lo dejan ser y continúan su plática hasta donde estacionaron el vehículo.
—Yo le dije a Hoseok que está caja no iba a aguantar todo el peso de las cosas, pero no, el señor tenía que insistir con que toda la cinta que le puso iba a ayudar. ¡Ja! Cinta de papel. —Jungkook se acerca con cuidado escuchando toda la rabieta del chico que continúan recogiendo cosas de supermercado. —La próxima le voy a cambiar la tintura de cabello por algo que lo deje calvo.
—¿Te ayudo? —La repentina presencia hace asustar a Jimin provocando que, de un leve saltito en su lugar y algunas cosas, vuelvan a caer. —Perdón, no fue mi intensión asustarte. —De inmediato, se agacha a la altura del otro y recoge los productos.
—¿Te conozco? —susurra el más bajo mirando al desconocido y, cuando este levanta la mirada, siente como todo en su interior se vuelve un remolino de intranquilidad y una presión en su pecho, sumado el descontrol en los latidos de su corazón cuando ve aquel par de ojos negros y brillantes.
—No lo creo, soy nuevo en la ciudad. —Ambos sienten aquella extraña conexión, el ambiente entre los dos se vuelve íntimo, olvidándose de donde se encuentra, de lo que estaban haciendo, como si una pared de cristal hubiese crecido alrededor de ellos y solo existe el uno y el otro.
—Podría jurar que te vi en algún lado —dice inspeccionando cada detalle del rostro del contrario, pasando de sus brillantes ojos, a la sonrisa tímida que se forma en sus labios.
—Te vi dentro del restaurante, quizás sea eso. —Su tono de voz es suave, como si quisiera hablarle con delicadeza para no asustarlo. —Me llamo Jungkook, Jeon Jungkook.
La risa tímida del pelirrosa hace latir con rapidez el corazón del chico, haciendo que su sonrisa se vuelve más grande y sus ojos brillen de una manera en la cual Jimin se pierde, y muerde su labio antes de hablar. —Soy Park Jimin y sí, puede ser que te recuerde por haberte visto esta mañana. —Estira su mano libre en forma de saludo. —Espero que lo que hayas ordenado estuviera rico y no quemado, suelo tener un pequeño ayudante que le gusta quemar cosas. —Una risa vuelve a endulzar los oídos de Jeon.
