Llegó el día.

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No fui capaz de conciliar el sueño en toda la noche. Hoy es el día, y no tengo ganas de moverme de la cama, llebo desde las 08:00 de la mañana revoloteando entre las sábanas y reflexionando acerca de lo que me esperará hoy. Siento verdadera curiosidad de como me recibirán mis abuelos después de tanto tiempo. Seguro que ni me reconocerán. Me sentiré como una verdadera desconocida en aquella casa, estaré completamente sola en aquel sitio tan diferente a lo que estoy acostumbrada. Daría cualquier cosa para poder quedarme aqui.

Ayer de noche hice las maletas. Bueno.. más que hacerlas simplemente me dedique a cojer las primeras prendas que vi y algunas cosas que necesitaría y las apilé en su interior con una furía que no era capaz de dominar. Me importaba todo una mierda. Como odiaba todo esto. Mis padres para encima se llebaron mi ordenador, según ellos porque me paso las horas con el, para no distraerme en el estudio. Según yo para volverme loca. Ni siquiera podré chatear con mis amigas. De todas formas llebo mi teléfono para hablar con ellas, espero que en ese estupido pueblucho haya cobertura bastante.

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-Cariño, tu padre te esta esperando en el coche-gritó mi madre desde la cocina.

-Ya voy mamá...  - dije mientras tiraba desesperadamente de las maletas. Pues para haber metido lo imprescindible, pesaban demasiado.

- Portate bien cariño, y estudia mucho. Te llamaré todos los días. A.. y cuida de los abuelos, aunque hace tiempo que no los veas, tienen muchas ganas de verte.

-Claro.. seguro mamá. -dije con ironía.

-Portate bien jovencita, y haz lo que tienes que hacer.- me dijo dulcemente casi con un tono de súplica - iremos a verte cuando podamos.

- Está bién mama.. - Me despedí de ella con un abrazó y me encaminé hacía el coche, donde desde hace un rato me esperaba mi padre.

- Preparada cariño? - me preguntó con la mejor de sus sonrrisas.

-Nunca. -dije con evidente fastidio..

Arrancó el coche rápidamente. El viaje acababa de empezar.

Estube todo el camino en silencio mirando por la ventana. Mi padre cantaba las canciones de su disco de Los Beatles, le encantaban. Nunca ponía otro. Se sabía todas sus canciones de memoria, y como no yo también, puesto que  cada vez que me llebaba en coche me tocaba escucharlas.

La verdad que no es mi tipo de música, pero no me desagradaba para nada. De todas formas hoy no estoy de humor, y lo que menos me apetece es escuchar música. Asi que ruego para mis adentros que por favor se calle.

El camino se me estaba haciendo eternamente  largo, pensé  que no llegaríamos nunca. Aunque no tenía ninguna prisa, al revés...

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De repente sentí un codazo. Me asusté. Genial, era mi padre, me había quedado dormida.

-Pequeña, estamos llegando.

Abri los ojos lentamente y no pude evitar sorprenderme cuando vi aquel hermoso paisaje.  Grandísimas montañas perfectamente inclinadas se descubrían ante mis ojos, en su interior se veían a lo lejos preciosas casas de piedra rodeadas de verdes y floreadas praderas. En algunas de ellas se distinguian a lo lejos siluetas de animales, pero todavía no era capaz de distinguir de que tipo de animales se trataba, pues se veían a una distancia bastante considerable. Abrí la ventanilla para verlo todo al detalle, el aire puro se adentraba mis pulmones, provocandome una sensación desconocida, que nunca antes había sentido. Me encantaba el olor de este nuevo lugar, era fresco y agradable. Me parece increible no acordarme de un sitio como este, al fin y al cabo mi padre tenía razón, toda la razón, este lugar es precioso.

Un lugar para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora