Cap. 2

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El canto de los pájaros por la mañana hizo despertar a la princesa. Abrió los ojos lentamente mientras que el sol le pegaba en el rostro. Se levantó cuidadosamente intentando de no despertar al Sr. Peluche que se acosto junto a ella en la madrugada.

Agarro un vestido de color azul junto a un collar de diamantes incrustados y se adentró al baño para darsenuna rápido ducha. Después de varios minutos salió del baño y salió de la habitación para luego bajar por las escaleras corriendo. Sin mirar a los lados, cruzo por el pasillo a la derecha y chocó contra alguien haciendo que la chica se resvalara con los tacones que llevaba y callera al suelo.

Genial, ya es la segunda vez en esta semana, ¡Muy bien hecho Maddison!

Se regaño mentalmente la chica mientras miraba al suelo con el ceño fruncido.

Alzo su vista y se encontró con el moreno acariciando su cabeza con una expresión de dolor y desagrado, también alzo su vista y sus miradas se cruzaron haciendo un clic en sus mentes, una electricidad recorrió el cuerpo de los dos muchachos haciendo que las mejillas de la azabache se tornaran a rojo carmín y que las manos del chico comenzaran a sudar.

El moreno se levantó rápidamente del suelo y salió corriendo por los largos y anchos pasillos del castillo dejando a la pelinegra confundida. Después de varios minutos, se levantó del suelo y miro en dirección por donde el moreno había desaparecido.

El color rosa de sus mejillas ya había desaparecido así que a paso veloz, comenzó a caminar hasta la cocina donde se encontraba su madre dando órdenes a los empleados que intentaban seguir todos sus pasos. Sonrió ante el hecho de que ni los empleados podían complacer a su madre y se sento en una de las sillas frente a la mesa de madera. La mujer azabache se giró y observó por varios minutos a su hija que se encontraba mirando las frutas con el ceño fruncido, estaba claro que su hija era rara, muy rara.

—Deberias comenzar a cepillarte el cabello —hablo la mujer acercándose a su hija y intentado arreglar un poco el pelo de su querida hija— pareces una pordiosera.

La chica suspiro cansada y agarro una manzana del bol donde se encontraban un montón de frutas diferentes, salió de la cocina a paso ligero tarareando una canción que no paraba de sonar en su cabeza, se sentó en un sillón de la sala y comenzó a comer su manzana roja. Todavía estaba demasiada cansada para ahora tener que lidiar con los quejidos de su madre que nunca estaba satisfecha con nada ni con nadie.

Alguien más comenzó a tararear la misma canción que la chica hacía unos minutos, se dio media vuelta para ver quién era el susodicho que sabía leer mentes y se encontró con el chico moreno de la otra vez. Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de la chica y tirando la manzana ya mordida unas cuantas veces que cayó al suelo, corrió hacia el chico que se encontraba de espaldas mirando un cuadro de la familia real, osea, sus padres y ella. En ese cuadro, Maddison solo tenía 6 años y se encontraba con una tiara bastante grande en ese momento y un lindo vestido de color rosa suave junto a un collar de perlas.

—¡Hola! —grito la princesa haciendo que al chico sobresaltarse y darse media vuelta con los ojos bastante abiertos— esa era yo de peque —hablo señalando a la pequeña niña de cabellos negros— era una renacuaja.

El chico ni se inmutó y se giró para seguir observando el cuadro hecho a mano. La sonrisa que la azabache llevaba en su rostro hace unos minutos, se fue borrando poco a poco viendo como el principe no tenía ningún entusiasmo en hablar con ella.

Soltó un suspiro y se cruzó de brazos con el ceño fruncido como una niña pequeña —Soy la princesa Maddison, ¿y tú eres...? —volvió a hablar la chica insistiendo.

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⏰ Última actualización: May 20, 2021 ⏰

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