-Mamá, no quiero, no lo necesito, entiende por favor, no podrás obligarme.
-Sofía, es por tu bien, tu peso no es el adecuado, eres hermosa, pero no te hace daño un poco de ejercicio.
-¡He dicho que no!
Estas eran mis palabras antes de que cayera en las redes del infierno, antes de que la visión de mi mundo cambiara, antes de que todo fuera obscuridad, dolor y sangre, antes que la soledad se convirtiera en mi mejor amiga, antes de que mis ganas de vivir se agotaran.
Mi nombre es Sofía, tengo 16 años de edad, nunca he tenido un novio, ni una persona del sexo opuesto a excepción de mis papás y tíos que me digan que soy bonita, mi mamá siempre cuida mi forma de comer, pero realmente no lo hago, creo que la persona que me ame lo hará tal y como soy. Jamás he recibido un verdadero beso de amor, creo que aún no llega el momento. Tengo muchas amigas en la secundaria, creo que más de la mitad de la institución me conoce, pero muchas veces me he preguntado ¿Por qué tengo tantos compañero hombres, y mis amigas son las más hermosas del colegio? ¿Será porque si soy bonita? Si sí lo soy! (Me respondía a mi misma cada que llegaba esta cuestión).
-¡Sofía!, ¡Sofía!, necesito que me acompañes a dejar esto, apúrate tienes dos minutos.
-¿Está muy lejos?
-¡No preguntes! ¡Párate!
Me levanté de mi cama, refunfuñando entre dientes, me puse un suéter y no me tomé la molestia de mirarme al espejo, normalmente no lo hago. Salí de la casa, casi nunca observo los atardeceres aunque en el fondo se me hacen hermosos, pero ¿Qué pensarían mis amigas si se los dijera, que me encanta la naturaleza, y lo divino del mundo?, mientras caminaba pensaba en cada una de ellas, en eso, volteo y veo a quien por primera vez me iluminó los ojos, y sentí un flechazo justo en el centro del pecho, un chico alto, con la mirada más profunda que el mar, de piel morena, hermoso ante mis ojos, entonces me detuve y observe: “Escuela de Natación Rosales”, entonces me dirigí a mi mamá y dije:
-
¡Quiero entrar ahí!-¿Por qué la decisión tan repentina?
-Pues es que he pensado mejor acerca de lo que dices de hacer un deporte y pues me llama la atención.- Mentí.
-Ok, está bien, acércate a preguntar y me vienes a buscar.
Asentí con la cabeza, me dirigí hacía la puerta muy segura de sí misma, y encontré un señor barriendo en la entrada.
-¡Buenas tardes! Vengo a pedirle información acerca de los cursos, ¿Se encuentra el profesor?
-¡Hola! Sí, soy yo.
-¡Hay discúlpeme!, quisiera saber un poco sobre sus clases.
-¡Con mucho gusto! Vente desde hoy, y vemos que tal te sientes, te esperamos en una hora.
Me fui corriendo a buscar a mi madre y le comenté lo que me había dicho el profesor de la clase, en ese momento nos fuimos a mi casa, rápido preparé lo que suponía yo que debía llevar y me senté a ver unos minutos la televisión, dadas las 6:45 pm tomé mi mochila y me dirigí hacía la puerta, comencé a caminar, y cuando me encontraba a unos metros, mi celular sonó, seguí caminando, y topé de frente con una persona:
-¡Auch! ¡Fíjate!- Exclamé de mala gana.
-¡Perdón no era mi intención! .- Contestó él con una cierta vergüenza en su voz.Alcé la mirada y el flechazo en medio del pechó volví a sentirlo, era el mismo chico que había visto una hora antes, entonces le sonreí y le dije:
-No te preocupes fue un accidente, me espantaste fue todo.
-No era mi intención de verdad disculpa.
Sonreí.
- Mi nombre es Sofía, es mi primer entrenamiento, supongo que entrenas aquí.- le dije con una gran sonrisa en mi rostro, sentía sensaciones que nunca había experimentado, pero fuera lo que fuera me sentía muy emocionada, sentía que el corazón se me escapaba del pecho, ¿De verdad era él?, pensé, y volví a escuchar su voz.
-Mucho gusto Sofía, mi nombre es Axel, y pues también entreno aquí, tengo apenas 3 años.
Sentí que sus palabras eran música para mis oídos, sentí como bailaba algo en mi estómago, y me sentí feliz por haber experimentado algo nuevo.
Nos dirigimos al salón de entrenamiento las miradas se cruzaban pero palabras no salían, la hora se me fue bastante rápido, al final de la clase Axel de me acercó y me dijo:
-Supongo que te veré la próxima clase.
-¡Claro que sí!Así fueron pasando los días, platicábamos mucho, me sentía muy feliz y más que nada me sentía hermosa, sentí por un momento que había valido la pena el tiempo esperado, y que había llegado mi oportunidad de conocer el amor.
-¡Sofía! Pensé que no vendrías, oye tenía algo que preguntarte, ¿Quisieras ir al cine conmigo este fin de semana? No he hecho planes y pues yo me preguntaba si tu quisieras hacer planes conmigo.
No pude evitar y le sonreí y con los ojos les dije que hace mucho tiempo estaba esperando esta propuesta.-¡Claro que sí!- Contesté- Si gustas al final de la clase nos ponemos de acuerdo.
Ese momento es el que más recuerdo cada vez que veo su imagen en mi memoria, el recuerdo que me más me duele, las palabras que me dio, las alas tan grande que brotaron de mi espalda sin dolor alguno, nunca lo culpé por las decisiones que tomé después de ese día.
-Sofía, tienes que poner los dedos de los pies a la orilla de la plataforma, equilíbrate y salta, no hagas otra cosa, trata de dar pequeños saltos.
En realidad no había entendido en lo absoluto lo que me había dicho yo seguía flotando y tratando de asimilar si en verdad era cierto; me decidí a saltar, pero en el aire me moví de tal manera que mi tobillo izquierdo pegó en la orilla de la alberca, dislocándose, mi entrenador saltó de inmediato y me sacó en sus brazos, me acostó sobre el piso y se me escucho un sonido:-¡CRACK! – Grité.
Me vendaron el tobillo y me llevaron al automóvil directo a mi casa. Ya en mi habitación no pude evitar llorar no por el dolor del tobillo si no porque no podría caminar ni entrenar y eso significaba dejar de ver a Axel.
Pasó una semana y yo no sabía en lo absoluto de él, pero fue como si hubiera escuchado mis pensamientos, me senté a la orilla de mi balcón y lo vi:-¡Shht! ¡Axel!
-Sofía, me alegra verte de pie, ¿Cómo te sientes?
-Bastante bien, el doctor dice que aún estaré dos semanas en rehabilitación, pero en lo que menos que canta un gallo regresaré a entrenar.
-¡Me alegro! Aún sigue en pie nuestra salida al cine quiero recordarte, y quiero recordarte que te me haces una niña bastante bonita.
Sonreí solamente y no dije nada. ¿De verdad lo estaba escuchando? Mi corazón saltaba de nuevo, me regresó la fuerza para seguir.
-Bueno, me tengo que ir, y tú tienes que descansar, recupérate pronto y nos vemos en dos semanas.
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Frágil
RandomSofía es una chica de 16 años, segura de sí misma, alegre y soñadora, pero a lo largo de su corta edad, nunca ha tenido un verdadero beso de amor, nunca ha tenido novio, nunca ha percibido algún sentimiento en su corazón. Al encontrar una escuela de...