P A R A S I T E

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Final

_____.

Sencillo no fue vivir seis años en un lugar que se te obliga a hacer actividades imposibles para una mujer.

Donde comías cosas que no tenía sabor y solo dos veces al día.

La ducha era a las seis de la mañana y el agua estaba demasiado fría.

Dormías con personas que te golpeaban, a menos que fueses alguien peligroso.

Lo único que me alegraba era cuando ese pequeño, ya no Ya pequeño, me visitaba.

- La cárcel te asentó bien- se burló al verme llegar, esta vez, sin mis esposas que permanecían aferradas a mis muñecas

-Da Song, tengo que hacer ejercicio aquí. Algo tenía que pasar- le respondo riendo un poco

Él había crecido.

Ya no llevaba playeras de indios y ahora vestía un poco formal, algo anormal para su edad.

-¿Cómo está tu madre?-

Chasqueo la lengua, rascándose la cabeza con pesadez -¿Qué puedo decirte? Aún no supera todo lo que vivimos, extraña a papá-

-La ultima vez que me vino a ver, me llenó de mucha comida-

Era verdad, la señora Park después de enterarse de todo lo que había hecho, lo cual era por necesidad se apiadó de mí.

Contratando así, un abogado para investigar más a fondo.

Solo que en un abrir y cerrar de ojos, ya no volvió.

-Da Hyen es la única que actúa como si nada hubiese pasado. Aunque ya sea mayor, sigue viviendo con nosotros-

-Parece que olvidó a su profesor de Inglés-

-De hecho, ya tiene como tres suplentes de Ki Woo- tronó los dedos -No puedo creer que te irás, pensaba visitarte hasta que te hicieras anciana-

-Oye. No seas así- aunque ya tenía veintitrés, con verdad lo digo, seguía comportándome como una niña

Por eso yo me llevaba demasiado bien con Da Song antes de todo esto.

Eso es lo único bueno que me trajo la cárcel, pensar porque ese Niño se había encariñado conmigo y yo con él.

La niñez que no tuve estaba siendo recobrada con él.

Cuando jugábamos a las escondidas o a los indios por toda la casa; tirando las cosas si era necesario.

Visitando el área de juguetes y quedarnos horas.

-¿En qué piensas?-

Suspiré un poco -Que fueron buenos momentos conmigo. No podré volver a Corea del Sur, al parecer me hacharon-

-Yo puedo ir a visitarte- sonrío -¿Cuáles son tus planes para la nueva vida-

-Pues- le acerqué un poco más, quitando la cercanía de los policías -Después de la ayuda que hicieron mis colegas de antes, puedo salir de aquí y ser una nueva yo. Dejaré de ser _____, tengo que buscar un buen nombre- pensé un poco -El nombre aún no lo tengo, pero mi nuevo apellido será Cortés. Suena elegante-

-Cortés- repitió como algo de torpeza

-Viviré en la Ciudad de México y probablemente me case con alguien rico. Tengamos dos o tres hijos a los cuales debamos enseñarle el arte del engaño-

-¿Quieres seguir con eso?-

-No terminé la preparatoria, no tengo estudios. Ese trabajo es mi mundo, pero ahora tal vez me dedique a la moda y mande a uno de mis hijos a vengarse de la señora Moon que creo toda la escena para que pensaran que fui yo-

Fue un placer descubrir que esa señora había puesto cada objeto en mi mano antes de que llegara tanto la policía, como las ambulancias.

No está desaparecida, pero si salió victoriosa del juicio de hace dos años.

Cuando el caso volvió, gracias a que debía salir de aquí.

El señor Kim y su hijo, son los únicos que no aparecen.

Que hasta la fecha, los siguen buscando.

Y yo, ya no estoy dispuesta a perder el tiempo con ese tipo de gente pobre.

Merezco algo mejor que ayudar.

Solo preocuparme por mí.

-¿A tus amigos les gustaron las identificaciones falsas?- le cuestioné al joven que se preparaba para irse, por el tiempo que se estaba agotando

-Les encantó, estuvimos visitando bares-

-Que no sea concurrente- aconsejé apuntándolo con mi mano, como si este fuese un arma

-No realmente, vamos cuando ellos están estresados-

-¿Estresados de qué? ¿matemáticas? ¿cultura?-

-La mayoría son futbolistas y otras bailarinas de ballet- sonrío, pero se borró cuando vio que los policías ya me ponían las esposas

-Gracias por todo, fuiste la única persona que me visitó siempre. Pensaré en lo bueno que fue ser tu Nani, espero verte en mi otra.. ya sabes que- le guiñé el ojo

-Te quiero. Y no cometas una estupidez, ese señor Italiano, ya no querrá ayudarte más-

Los jalones que proporcionaban los policías, hizo que viese borroso el rostro del chico.

Serían años, seguramente hasta el día de mi muerte olvidaría todo esto.

No volveré a casa, como lo prometí.

Ahora es cuestión de luchas por mí, y convertir a mis futuros hijos en unos dignos parásitos.

PARÁSITOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora