Capítulo 1

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Mariana tenía solo cuatro años cuando vio por primera vez como su padrastro arrojaba a su madre al suelo de un golpe. En ese entonces ella no alcanzaba a comprender que era lo que había sucedido, y no entendía por qué su madre lloraba sollozando sin levantarse del suelo. Era una pequeña que constantemente era descuidada y la atención que requería cada vez era menos por parte de su madre.

Su padre biológico falleció en un accidente automovilístico cuando ella tenía tres años, la razón la supo cuando tenía veintiuno. Su madre se volvió a casar cuando solo habían pasado unos meses de haberse quedado viuda, ya que su abuela Ángela, madre de su padre, les había corrido de su propia casa y les dejó en la calle. Se mudaron a un barrio lejos del centro de la Ciudad de México. Ahí en ese barrio Celia, su madre, conoció a Hilario, la persona más desagradable e indolente que Mariana había conocido. Era borracho y flojo, siempre cargaba con una botella en la mano y se la pasaba tirado en el sofá frente al televisor todo el día.

No todo era tan malo en ese barrio, ahí Mariana conoció a un niño que se convertiría en su mejor amigo, y más adelante en su hermano, y su madre, su mejor protectora. Beatriz también era viuda, su esposo falleció de un ataque al corazón, Claudio su hijo, era un bebé de meses cuando esto sucedió. Desde ese entonces, ella se dedicó a dar clases de ballet día y noche en la academia, para juntar dinero y poder poner una propia, lo cual al paso de dos años logró. Cuando Beatriz conoció a Mariana, no dudo en comentar a Celia el deseo de tener a la niña en la academia, ya que sus piernas largas y su esbelta complexión eran adecuadas para el ballet, pero Celia le dijo que no tenía ningún interés en que su hija hiciera cualquier actividad extra después del kínder, ni mucho menos pagar por ella. Por la actitud de Celia y el trato que le daba a Mariana, Beatriz se dio cuenta que realmente la madre no solo no tenía interés de que su hija hiciera alguna actividad extra, si no que no tenía absoluto interés en su hija, así que decidió darle las clases sin cobrar y ella se dedicaría en llevarla y traerla, su madre solo se dedicó a contestarle "Si eso es lo que quieres". Beatriz desde ese entonces ha protegido y querido a Mariana como si fuera su propia hija. Mariana desde pequeña se la pasaba más tiempo en la academia y en casa de Beatriz que en su propia casa, y a su madre, no le importaba menos.

Cada que su padrastro golpeaba a su madre, Mariana corría a casa de Beatriz. Cuando tenía suerte de encontrarla en casa, Beatriz la consolaba, le daba de comer y la llevaba a la sala a ver caricaturas con Claudio, cuando no, Mariana sabía que podía meterse por la ventana del cuarto de Claudio, y ahí se quedaba hasta que ellos llegaban. Beatriz muchas veces habló con Celia para que denunciara a Hilario por los golpes, pero Celia muy molesta le dijo que no se metiera en asuntos ajenos y que si ella lo denunciaba se arrepentiría de haberlo hecho. A pesar de la amenaza, Beatriz no se quedó en paz sin amenazarla también, le dijo a Celia que, si ella o Hilario alguna vez tocaban a Mariana, a los dos los metería a la cárcel.

Y así fueron pasando algunos años, Mariana y Claudio iban a la misma escuela, en el mismo salón, y al salir, los dos se regresaban juntos caminando y jugando. Llegaban a la casa de Claudio, donde Beatriz ya les tenía preparada la comida. Después de comer hacían su tarea, miraban un rato el televisor, y en el poco tiempo que les quedaba, jugaban, porque de ahí los tres se iban a la academia. Claudio también era bailarín, iba un poco más avanzado que Mariana, porque desde los dos años su mamá lo puso a practicar. A Mariana le encantaba el ballet, la academia, la amistad con Claudio, y el cariño de Beatriz, era una niña feliz durante la mayor parte del día, la tristeza le embargaba cuando tenía que regresar a casa, ya que su madre no le permitía dormir en casa de Beatriz. Aunque algunas veces Mariana se escapaba de noche y se metía por la ventana del cuarto de Claudio, se recostaba en su cama estando él ya dormido y cuando la sentía se hacía para a un lado para darle espacio y los dos se quedaban dormidos. Beatriz la despertaba temprano para que regresara a casa antes de que su madre y padrastro despertaran, lo cual ellos todo el tiempo lo hacían entre dos a tres horas después de que ella regresaba.

No vuelvo jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora