Mariana dudaba el ir a recoger sus cosas a su casa, todavía sentía ese miedo y a la vez coraje porque su madre no tuvo ninguna intención de defenderla. Todavía escuchaba ese grito de ella al decirle que no le hiciera daño a él, siendo que él tenía toda la intención de hacerle daño a ella. Pensando en el problema de Claudio con su tía, le hizo pensar en el problema que su madre tuvo con su abuela. ¿Por qué su abuela tomó la decisión de no buscarla? No saber nada. Ni siquiera Mariana sabía si su abuela seguía viviendo, se preguntaba si su madre había hecho algo malo, o si simplemente su abuela era mala, así como se lo había dicho Celia.
- Claudio, ¿El sábado si me podrás acompañar a mi casa? –
- Claro que sí, por nada del mundo te dejare ir sola. Tal vez no estarán, pero aun así te acompaño. Vamos después de la comida con mis primos. –
- Gracias. –
- No tienes por qué dármelas. –
Al día siguiente, Mariana visitó la universidad para terminar su proceso de inscripción y se encontró a Sara en las oficinas, donde también estaba realizando el mismo trámite. La miraba como se desenvolvía al dirigirse con las secretarias, como si ya las conociera desde siempre, a lo lejos podía notarse la seguridad con la que se mostraba ante el mundo. Todo lo contrario, a Mariana, quien vivía con inseguridades y era muy tímida.
- Hola Mariana. – Sara alzó su mano y se acercó a saludarla de beso. – ¿Ya terminando de inscribirte? –
- Si, ya casi. Me falta entregar mi acta original, tengo que ir por ella a la casa de mi mamá y venía a pedir si me daban oportunidad de traerla para la siguiente semana. –
- Vamos, yo te llevo, bueno le pido a mi hermano Damián que nos lleve, él es quien me trajo. –
Mariana no sabía cómo decirle que no, pensaba en alguna excusa para persuadir su ayuda. Le daba tanta pena rechazar su ofrecimiento, y no se sentía con la confianza para contarle la verdad.
- Claudio me llevara el fin de semana, pero gracias por tu oferta. –
- Pero necesitas entregarlos el día de hoy. ¿Y si te dicen que no? De verdad, que no te de pena, me dará mucho gusto poder ayudarte y a mi hermano también. –
- Es que mi mamá no está y no tengo llave de la casa. –
Sara se dio cuenta que Mariana le estaba mintiendo, pues también sabía que había tenido un problema fuerte con ella, así que ya no quiso insistir.
- Está bien. Si cambias de opinión aquí estaremos para ayudarte. De verdad. Te espero aquí afuera. –
- Gracias. –
Mariana tuvo la suerte de que le dieran el plazo que había pedido. Le habían dado la oportunidad de entregarlo para el lunes. Pudo sentirse más tranquila, y el plan que tenía con Claudio seguía en pie.
Al salir de la oficina, miró que en la banca de enfrente estaba sentada Sara con su hermano Damián, quien al mirar a Mariana se le iluminaron los ojos. Damián también era muy tímido y hablaba poco, pero no despistaba nada el gusto y atracción que sentía hacia Mariana. Ella lo percibía, pensaba que era guapo, pero no le atraía. Además, siempre tuvo pretendientes y había aprendido a como rechazarlos e ignorarlos. Nunca le interesó tener novio, se decía a ella misma que no tenía tiempo ni edad de atender a un hombre y aguantarle desplantes, celos, gritos, borracheras y todos esos defectos que pudiera tener. Su prioridad siempre fue ser independiente primero. Así que tal vez no sería tan difícil rechazar a Damián.
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No vuelvo jamás
Teen FictionMariana es una chica que sufre mucho desde pequeña por parte de su madre y padrastro, pero en su vecina encontrará a alguien que la ayude a salir adelante y la quiera como a una hija. Esta impulsará la vida de Mariana dejándole herencia para que pue...