Wish |Sahyo|

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Entre la poca claridad del sol que lograba atravesar la ventana y todas esas canciones cursis que Park Jihyo solía escuchar para incrementar su sufrir, se encontraba ella misma recostada sobre su viejo sillón simplemente mirando a la nada.

Desde su pequeña y desordenada habitación podía escuchar las voces de sus hermanas discutiendo desde la sala; ambas se llevaban peor que los políticos, pero sin duda se amaban. Se acercó al pequeño equipo y le subió un poco más a la música para evadir aquel ruido y así seguir centrada en sus pensamientos repetitivos y monotonos.

Ese sentimiento de frustración estaba presente en su pecho. Al imaginar y embelesarse en todo eso que deseaba hacer su pequeño dolor tortuoso crecía, pues sabía que todo aquello probablemente quedaría así: como algo ficticio e imposible de acontecer.

Odiaba sentir eso, deseaba poder desaparecer esos tontos sentimientos que la llevaban a mantenerse horas y horas imaginando estupideces que jamás sería una realidad. ¿Por qué nada de lo que Park Jihyo deseaba e imaginaba podía ser una realidad? La respuesta es simple: lo que ella sentía era algo que sólo existía de su parte.

Minatozaki Sana había estado presente en su vida desde hacía un par de años cuando en una común salida con amigos fueron presentadas. La coreana quedó simplemente encantada con la dulce japonesa, ambas comenzaron a pasar mucho tiempo juntas convirtiéndose así en algo similar a mejores amigas.

Entre sus reuniones de las tardes, las bromas dentro de la habitación, los juegos, las conversaciones profundas, los cariñosos abrazos y esa confianza que había conformado su lazo Jihyo descubrió algo. Y sí, se había comenzado a enamorar de Sana, su confidente, su compañera, su... mejor amiga.

Lo había descubierto una noche cualquiera cuando finalmente se atrevió a aceptar que ese sentir que experimentaba al estar cerca de ella no era algo que solía pasar cuando estaba cerca de sus demás amigos. Eso activó sus alertas, inmediatamente quiso deshacerse de aquello y fingir como si no sintiera nada, pero sabrán que tal cosa no es posible.

Cada minuto que pasaba cerca de ella sólo incrementaba su enamoramiento. Esa adrenalina que sueles sentir cuando estás cerca de esa personita que tanto quieres era lo que solía sentir Jihyo cuando Sana se acercaba y la hacía sentir especial e importante en su vida.

Le encantaba sentirse de esa forma, pero ese amor que cada vez crecía más no era correspondido. Al menos eso era lo que ella pensaba con total convicción.

«¿Cómo se fijaría ella en mí? Soy un desastre», eran parte de los pensamientos que habitaban en la cabeza de la coreana cuando la idea de confesarle a Sana sus sentimientos llegaba.

¿Será que realmente Sana no correspondía ese amor que Jihyo sentía?

Rápidos toques se escucharon en la puerta interrumpiendo así todo el mismo repertorio que no podía faltar en su mente. Sus ojos se abrieron lentamente y le bajó el volumen a aquella música. Se levantó y fue hasta la puerta, abrió y allí estaba ella con su bonita sonrisa.

—¡Hyo! —la abrazó emocionada.

—Hola —susurró sonriendo.

—¿Puedes creer que tus hermanas tienen una guerra en la sala? Por Dios, no sé cómo las soportas —entró—. ¡Estabas escuchando música! —resaltó acercándose hasta el equipo para subirle un poco más.

—¿Cómo estás? No creí que vendrías hoy —se sentó a su lado.

—Ahora que te veo me siento mucho mejor, como siempre —acarició su mejilla—. Te extrañé —la abrazó fuerte.

Eran esos momentos donde Sana hacía todo más difícil para Jihyo. Esa cercanía repleta de calidez y suavidad le permitía deleitarse y sentir con más profundidad eso que tiempo atrás había comenzado.

One Shots | TWICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora