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Se conocieron en una fría noche del año de 1800, cuando Melissa escapó de la gran mansión de su familia durante la noche, tomó un caballo y cabalgó hasta el amanecer, cómo hacía cada vez que necesitaba un respiro.

Se detuvo cerca del gran precipicio, bajó del caballo y se dejó caer sobre el pasto, sin importarle en absoluto ensuciar su blanca ropa de dormir.

Entonces miró al horizonte, esperando los primeros rayos de sol que comenzarían a surgir en cualquier momento, probablemente en un par de horas después.

Cerró los ojos y aspiró el frío aire que golpeaba sutilmente sus rosadas mejillas.

Hasta que un ruido detrás suyo la obligó a abrir los ojos y girarse con velocidad, rezando porque el causante fuera su caballo o cualquier animal. Todo menos algún hombre desconocido que acechaba por la noche.

Melissa se relajó al notar la figura de un vestido entre las sombras.

-¿Que haces aquí?-preguntó la desconocida curiosa, mirándola con el ceño fruncido.

Melissa la estudió lentamente, vestía un vestido azul demasiado lindo y costoso como para una sirvienta, pero el tono de su piel no era lo suficientemente claro como para pertenecer a una familia de buen nombre.

Se encontraba confundida.

No sabía si la desconocida podía tutearla o si tenía que regañarla y acusarla con sus jefes...dueños...lo que fueran de ella. Su madre le había enseñado aquello desde que era tan solo una pequeña niña. Ninguna persona no blanca tenía que dirigirse con igualdad a ella, ni siquiera debían mirarla a los ojos.

Pero la desconocida hacía ambas.

-¿Que te pasa, es que eres sorda o estúpida?-preguntó la morena arrugando aún más su frente.

Melissa abrió la boca y sus ojos con sorpresa.

-¿Disculpa?-preguntó ofendida, levantándose rápidamente del piso. La morena sonrió.

-Te perdono.-bromeó sin borrar la sonrisa de sus labios. Melissa la miró tan mal que la chica soltó una risita nerviosa, tendiéndole la mano.-Mucho gusto...

Melissa miró fijamente su mano, luego sus ojos y así continuó durante diez segundos; hasta que la morena la miró seria, alejando su mano.

-Ah, eres de esos.-espetó con desagrado. Melissa rodó los ojos.-Estás en propiedad privada, vete.

La rubia la miró con una pequeña sonrisa socarrona y una ceja arqueada, mientras cruzaba sus brazos.

-Esto no es propiedad de nadie, vengo aquí desde hace años.

La morena le sonrió en respuesta.

-Bueno, ahora le pertenece a mi padre.-respondió mirándola de la misma forma engreída que tanto caracterizaba a Melissa Hier.

La rubia arqueó aún más su ceja, quitándose lentamente el gorro de su cálida capa.

-Si eso es verdad...¿por qué la hija de un hombre importante vagaría sola por la noche?

-No lo se, tu dime.-respondió señalando la gargantilla de oro pegada a su cuello.

-Touché.-susurró Melissa, acariciando su joya con las puntas de sus dedos, no pudo evitar la sombra de una sonrisa. Nadie jamás la desafiaba.-Este es el mejor lugar para mirar el amanecer.-lo dijo mucho antes de siquiera pensarlo.

La morena asintió, mirando el horizonte detrás de Melissa.

-Eso me han dicho.-susurró, regresando su atención a los ojos marrones de la rubia.-El mejor, ¿de verdad?

Melissa asintió, girando ligeramente su cabeza para mirar el este.

-Es casi mágico.-admitió.

La morena suspiró caminando hasta Melissa, se detuvo una vez que estuvo junto a ella.

-Puedes quedarte, si no te comportas como una imbecil racista.-susurró, mirando el cielo lleno de estrellas.

Melissa suspiró profundamente. ¿Contradecir a su madre o seguir con las reglas de etiqueta que le había dado toda su vida? La respuesta era sencilla.

-De acuerdo.-respondió con el mismo tono de voz, dirigiendo su mirada al cielo brillante.

-Bien.-murmuró la castaña, mirándola de reojo.-Soy Lailah, Lailah Acker.

Melissa la miró lentamente.

-Melissa Hier.-susurró, admirando el bonito color de los ojos de Lailah, mientras Lailah admiraba lo bonitos que eran sus ojos.

Y así se quedaron, estudiando los ojos de la otra, sus pestañas, sus cejas, las pecas y lunares que la luna les permitía ver, sus labios...

Cuando se dieron cuenta del largo tiempo que habían permanecido en aquella posición, ambas alejaron rápidamente su mirada de los ojos de la otra, regresando su atención al cielo teñido de azul oscuro.

-Esperemos el amanecer.-dijo la morena en un hilo de voz, sentándose sobre el pasto .

-Esperémoslo.-concordó Melissa con voz ligeramente temblorosa, siguiéndola.

Y mientras las dos aguardaron en completo silencio, mirando al cielo, unas pequeñas y discretas sonrisas se formaron en sus labios.

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[PRÓXIMAMENTE]

K opinan?

Sinceramente quería escribir esta historia desde que Lover terminó 😭♥️♥️

Me daba mucha ilusión escribir el romance de Melissa con el amor de su vida 😭😭

🤞🏻Xfavor que alguien haya notado la relación "Delilah, Lailah"🤞🏻

Creo que todxs realmente queríamos saber la historia de su mamá y ...weEeEE
Estoy segura d que igual va a doler 😔

Btw por más que intenté buscar una pareja que se apreciara a Melissa y Lailah para la portada no encontré ninguna 😩🤚🏻 imagínense a Lailah morenita.

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⏰ Última actualización: May 24 ⏰

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Dear Lailah, I'll love you forever.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora