Tears

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Lágrimas calientes descendían desde mis ojos, el dolor en mi brazo izquierdo se acentuaba, cada respiración era un doloroso recuerdo de que seguía con vida.

Salí al balcón pobremente iluminado por la luz exterior de la calle, miré hacía el cielo una vez más, el ceño levemente fruncido mientras las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas, preguntándome porqué una vez más.

Desvié mi mirada por instinto, hasta la primera planta, sentí unos ojos atentos a cada uno de mis movimientos; ahí estaba él, por algún azar de la vida, coincidiendo en el mismo lugar, aunque en el peor momento.

Nanami Kento.

Nuestros ojos se encontraron al mismo tiempo que secaba mis lágrimas con la manga de mi uniforme, ese día habíamos entrenado junto a los demás hechiceros, pero el cansancio físico y emocional no me permitieron cambiar de atuendo.

Su expresión imperturbable se transformó en una mueca de confusión, consultando silenciosamente el motivo de mis lágrimas, negué sin emitir sonido alguno, si abría la boca probablemente comenzaría a llorar una vez más.

Volví a entrar en la habitación, no quería ser el espectáculo de lástima de nadie. Busqué mi caja de cigarrillos mientras me lanzaba sobre la cama, torpemente quitando mis zapatos en el proceso.

La llama del mechero se encendió iluminando parte de mi rostro, debía verme como la mierda, llevaba al menos treinta minutos llorando en la oscuridad, una vez más siendo la misma razón de siempre, la vida apesta para mi, no importa lo que haga ni cuánto lo intente, no hay lugar para mi, no tengo un propósito en la vida, ni siquiera disfruto demasiado el ser hechicera.

Por mi que todo se vaya al carajo, si el mundo dejara de girar ni siquiera me importaría, si yo muriera nada cambiaría.

Hacía mucho tiempo que estaba separada de mi familia, les dejé atrás antes de que ellos lo hicieran, de todos modos no les importaba, siempre se encargaron de recordarme la razón de mi nacimiento, simple error de la naturaleza.

Casi no tenía amigos porque mi salud mental no me permitía mantener vínculos emocionales estables con las demás personas, incluso si lo deseaba con todas mis fuerzas, un día les contactaba como si me fuera a quedar para siempre, y al día siguiente la fatiga mental me hacía dejar de responder, ignorando mi entorno, simplemente dejar todo en pausa una vez más.

Que jodido es "ser diferente", tu mente está enferma, simplemente no puedes avanzar, todo parece estar mal desde donde lo veas, nada parece llenarte completamente, y el mundo está demasiado ocupado como para hacerse cargo de ti.

Pensar en todo eso trajo las lágrimas de nuevo, siempre silenciosas, como si estuvieran asustadas de ser escuchadas, avergonzadas de ser vistas, funcionando únicamente como una pequeña vía de escape ante tanto dolor emocional.

Dando una calada dejé salir un largo suspiro.

Mañana estarás mejor, es lo que siempre me digo, mañana saldrá el sol y con él tu personalidad neutra y risueña, ocultando una vez más todo lo que esconde tu mente, todos los problemas, el dolor, la agonía de despertar un día más, todo eso oculto bajo una máscara de humor sarcástico y sonrisa burlona.

Junto a otra calada dejé salir una risa irónica, que jodida estoy.

Dos golpes suaves atrajeron mi atención de vuelta a la realidad, desvié la vista rápidamente hasta la puerta de roble viejo.

- ¿Sí? - susurré lo suficientemente alto como para que quien estaba del otro lado de la puerta me oyera, carraspeando suavemente para evitar que mi voz se quebrara.

ᴛʜɪs sɪᴅᴇ ᴏғ ᴘᴀʀᴀᴅɪsᴇ | 𝖓𝖆𝖓𝖆𝖒𝖎 𝖐𝖊𝖓𝖙𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora