ᴛʜɪs sɪᴅᴇ ᴏғ ᴘᴀʀᴀᴅɪsᴇ | 𝖓𝖆𝖓𝖆𝖒𝖎 𝖐𝖊𝖓𝖙𝖔

Luxury

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La música resonaba entre las baldosas del pasillo, personas en cada esquina disfrutando su propio mundo, parejas besándose y manoseandose sin pudor alguno, las luces estroboscópicas estimulando cada uno de sus sentidos.

Mis tacones resonaron fuertemente a través del piso, avanzando a través de las personas en lo estrecho de aquel lugar.

Mi destino era seguro, le había visto dirigirse al baño hace unos minutos, su compañero estaba entre la multitud bailando con algunas chicas, no podía desaprovechar la oportunidad.

Al llegar a la puerta me detuve, agudizando mis sentidos, mi habilidad psíquica hizo el resto.

Habían dos personas dentro, y una de ellas era mi presa.

Apoyando mi espalda contra la pared esperé pacientemente, podía sentir el retumbar de la música a través de la vibración en ella.

La puerta se abrió, y un chico salió acomodando su cabello. Al verme sus ojos recorrieron mi cuerpo y sonrió de lado.

Asqueroso.

Haciendo caso omiso de su existencia pasé a su lado y entré al baño, intentó seguirme pero antes de poder hacer algo cerré la puerta usando mi telequinesis.

Con un gesto de mi diestra el seguro de la puerta giró, bloqueandola.

Avancé a paso lento, completamente segura de lo que quería, al girar a la derecha lo vi.

Secaba sus manos dándome la espalda, casi sentía mis piernas flaquear, ¿Cómo podía tenerme tan atrapada con sus encantos?

– Nanamin... –susurré en su oído al mismo tiempo que apegaba mi cuerpo a su espalda.

Mis brazos rodeando fuertemente su cintura, sabía la reacción que obtendría con esto.

– ¿Qué haces aquí? –demandó al tiempo que se giraba y ponía algo de fuerza para separarse de mi, sus oscuros ojos marrones acusándome.

Probablemente no lo sabes pero eso me calienta muchísimo.

– ¿No puedo simplemente visitar a la persona que me gusta? –respondí fingiendo tristeza.

Rodó los ojos, dió un paso hacía la salida evitando mi mirada.

Sin intentar ir tras suyo hablé en tono burlesco.

– Sabes que no podrás abrir esa cosa hasta que yo quiera ¿Verdad? –

Se volteó mirándome irritado.

– Sabes que lo que estás haciendo puede ser tomado como intento de  secuestro ¿verdad? –mencionó intentando hacerme cambiar de idea.

Solté una carcajada que resonó a través de las blancas baldosas.

Me acerqué a paso lento acortando la distancia entre ambos, pasé mis brazos por sus hombros y acerqué mi rostro hasta el suyo.

– Dame lo que quiero y te dejaré ir –susurré con mis labios a centímetros de los suyos.

Al notar que no me alejaba presioné nuestros cuerpos, frotándome suavemente contra él.

– Por favor –rogué al mismo tiempo que acercaba mis labios hasta su cuello, dejando un pequeño beso en la zona.

Sentí como su cuerpo se tensaba y algo comenzaba a presionar mi vientre.

– Te odio tanto –suspiró mientras posaba sus manos en mis costados ejerciendo presión con sus dedos al tiempo que comenzaba a besarme.