『Prólogo』

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Con cada sol llega un nuevo día. Un nuevo comienzo. La esperanza de que hoy las cosas estarán mejor que ayer.

Pero no para mí y para mi hermana, Eep.

Me llamo Uni. Y ellos son mi familia, los Croods. Si no nos delataron la pieles de animales y las frentes inclinadas, somos cavernícolas.

Pasamos la mayoría de nuestros días en nuestra cueva... en la oscuridad. Noche tras noche, día tras día. Sip, hogar dulce hogar.

Salíamos para encontrar comida en un mundo difícil y hostil. Eep y yo luchabamos por sobrevivir a nuestra familia.

Éramos los únicos que quedaban. Antes teníamos vecinos; los Gorts, aplastados por un mamut. Los Horks, devorados por una serpiente de arena. Los Erfs, picadura de mosquito. Los Throgs, un resfriado común.

Y los Croods, nosotros. Los Croods sobrevivimos gracias a mi papá. Era fuerte y respetaba las reglas pintadas en los muros de la cueva.
Todo lo nuevo es malo, la curiosidad es mala, salir de noche es malo. Básicamente, cualquier cosa divertida es mala.

Bienvenidos a mi mundo. Nótese el sarcasmo.

Pero esta es la historia de cómo todo eso cambió en un instante. Porque lo que no sabíamos era que nuestro mundo... estaba a punto de terminar. Y ninguna regla en los muros de nuestra cueva nos preparó para lo que venía.

(...)

La oscuridad adornaba en la cueva donde vivían los Croods, habían salido a cazar para comer en lo que restaba de la tarde hasta la noche. La familia como siempre peleaban por comer más que la mayoría, a pesar de que al final ellos se la terminaran antes de lo acordado.

Uni estaba alejado en una esquina de la cueva, aunque prácticamente lo consideraba su esquina, estaba comiendo tranquilamente su ración del día, viendo con algo de burla a su familia salvaje.
Él estaba conciente que no era como su hermana mayor por un año, o como sus hermanos menores, ni tampoco había sacado la actitud tan salvajista de sus padres. Pero al menos había sacado la fuerza descomunal de su padre, debía admitir que también tenía su lado... algo cavernícola, estaba en sus venas.

Aún así, siempre se preguntaba el porqué era diferente a su familia, con el tiempo aprendió a ser él mismo sin importar nada, y los demás integrantes lo aceptaron tal y como es.

El pelinegro de ojos marrones suspiró satisfecho al terminar su comida, seguía saboreando el hueso del animal hasta que le fue arrebatado por su hermano menor; Thunk.

Abrió los ojos con molestia, viendo en silencio al susodicho como mordía con desespero el hueso, seguía con hambre.

—¿De qué sirve morder el hueso, hermano?

—¡Quiero comer más! ¡Mamá, ¿puedo comer el hueso de Uni!?

—Cariño, es de tu hermano, así que déjalo. Además te ahogarías.— Le reprime con un tono suave a su hijo, quien hizo un pequeño puchero y siguió con lo mismo.

—¡Mejor dámelo para así golpear a Grug!—. Vocifera con emoción la más mayor de la familia, en un intento por arrebatar el hueso que quedaba.

—¿En serio, mamá?

El ojimarrón soltó un profundo suspiro, para así dirigirse a su familia, arrebatando con firmeza el hueso a Thunk.

𝗧𝗵𝗲 𝗖𝗿𝗼𝗼𝗱𝘀 (𝐆𝐮𝐲 𝐱 𝐌𝐚𝐥𝐞𝐑𝐞𝐚𝐝𝐞𝐫)(𝖸𝖺𝗈𝗂)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora