QUATUONTES

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(Cuatro cordilleras)

Por lo tanto, me complace las enfermedades, los reproches, las necesidades, las persecuciones, las angustias por causa de Cristo: porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

(2 Corintios 12:10)

*****

Aun con los ojos cerrados, llevaba despierta varios minutos. No quería despegar los parpados por ninguna razón. Era inevitable sentir la intensa mirada sobre mi cuerpo. Podría sentir como un escalofrió me golpeaba cada vez que esa miraba repasaba mi cuerpo. 

Y el caso es que cuando desperté, empecé a hacer memoria mientras rezaba para que lo que me mirara dejara de hacerlo, cosa que obviamente no dio fruto aparente.  

Recordé entonces, lo que había vivido. La sangre que salía de mis orejas y el intenso dolor en la cabeza, que amenazaba con matarme, y cito las palabras de aquel ángel de ojos azules "Si te mueves mueres" . Luego de recordar tal aterrador acontecimiento supuse con facilidad que me había desmayado en el suelo de la iglesia.  

¿El problema? 

Lo que sentía bajo mi cuerpo, no era el frio y duro suelo de la iglesia. Sentía suavidad y calidez, tal como se sentía al estar en cama. Llegue a suponer que había muerto y que ya estaba en el paraíso, pero el ligero aroma de madera vieja y a humedad me hizo confirmar que aun seguía en el horrible internado. 

*¿Cuándo dejara de mirarme? Y si es una persona normal que vino a socorrerme? No. No voy a confiar.* pensaba.

Una risilla combinada con un suspiro, me hizo dejar de respirar de golpe. Abrí un poco mi ojo izquierdo apenas alcanzando a ver. 

Definitiva mente se me hizo imposible no poner mi vista en ese corpulento y musculoso cuerpo sentado a un extremo de la que reconocí como mi habitación. Sus ojos estaban en el mío, mientras enmarcaba una ceja mirándome con sorna.

Abrí ambos ojos con sorpresa e inmediatamente de sonroje. 

*Acaso era normal que vino a salvarme!*  

Lo mire anonada, era realmente fornido. Pero aparte la miraba al caer en cuenta de que no tenia una camisa o algo que cubriera su marcado pecho. Una curiosas gafas adornaban su rostro, y su rojo cabello y barba le daba una apariencia madura. 

Pero entonces, vi sus musculoso brazos, y tuve que parpadear para no creer que veía doble. Cuatro brazos se extendían desde los costados de su pecho, dos de ellos eran subidos hasta atrás de su cabeza mientras lo observaba anonada. Sin decir nada. Los otros dos brazos estaban cruzados sobre su pecho, marcando los músculos de los mismos. 

—No eres humano!—. Exclame casi indignada por mi estupidez. Miraba sus brazos aun sin poder creer lo que veía. 

Su carcajada resonó por el lugar, y sin decir palabra supe que su voz era extremadamente grave. 

—Y que pensabas pequeña? Acaso no soy bienvenido por ser un celeste?— se carcajeo aun sin apartar su vista de mi. Me removí con incomodidad. Su miraba pesaba, pero no tanto como la de Auksininus.  

Ante su comentario, hice una mueca. 

*No es como si hubiera querido sus visitas, realmente es aterrador esto. Estaré loca?*  

Volvió a reír sin incomodidad alguna. 

—Eres una humana muy graciosa. Tu especie tiene algo, que la mía carece. Empatía. — dijo mirando dé repente a la nada, con el ceño ahora fruncido casi con un gesto de ira. 

*Y este que?* 

Lo mire con temor ante su brusco cambio de humor. No podría confiar, eso era claro. 

Volvió su vista hacia mi y volvió a lucir amistoso. 

Me atreví a hablar. —Como te llamas?— mi voz salió en un tono tan bajo, que llegue a pensar que no me oiría. Su cejas se alzaron con impresión, y sentí la necesidad de explicarme. —Lo digo pues, los...— me detuve sin saber como llamarlos.—Ellos... solo vienen, me atormentan, dicen su nombre, una condena y se van. Dejándome titiritando del mied...— me detuve de golpe. 

*ESTUPIDA TENIA QUE SER*   

—Quantontes.

Lo mire extrañada.

— Me nombraron Quantontes. 

Fruncí las cejas tratando de entender como se pronunciaba tal extraño nombre. 

—Significa 4 cordilleras. Y claro, me identifica, ya sabes por los — Hizo un gesto levantando los 4 brazos. Y asentí lentamente entendiendo. 

— Y con respecto a Auks y Thiel.— Los nombro amistosamente.— Como te decía, carecen de empatía.— negó cerrando los ojos y sonriendo. — En fin, con respecto a lo que dices.— dijo mirándome directamente a los ojos. Mientras yo veía los suyos que eran de un marrón común.

*Si no tuviera dos brazos de mas, juraría que es humano.*

 — Es una orden. —

Volví a la realidad y lo mire con aparente confusión. —Que es una orden? — dije con mas confianza. 

—Anunciar tu muerte. 

Y hasta ahí llego mi confianza. 

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2021 ⏰

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