A veces pasa que empezamos a sentir cosas muy fuertes por alguien. Hasta tal punto de que nos entra el amor por todos los sentidos: olemos a amor, o a las cosas que nos huelen como el amor lo haría; sabemos a amor, o tenemos el sabor del amor en el cielo del paladar; oímos a amor, o percibimos cómo suena el amor en nuestros oídos; tocamos amor, o sentimos amor cuando nos tocamos.
Y entonces, salimos un día al mundo y ya nada es igual. Porque no se perciben los mismos colores, y vamos percibiendo tonalidades que nos resultan amorosas. Porque el rojo intenso de las rosas nos resulta jodidamente romántico. Porque el amarillo intenso del sol se parece a la felicidad. Porque el blanco de las nubes dibuja corazones en la inmensidad del cielo y nos produce una paz absoluta, una armonía y una pureza indescriptibles. Porque el azul del cielo hoy te reserva cosas buenas. Porque el verde intenso de la hierba nos recuerda a la esperanza. Y sin darnos cuenta, nuestra mano ya está cogiendo una margarita y quitándole cada pétalo cambiando los "no me quiere" por los "sí me quiere", borrando los primeros de la ecuación. Porque el rosa de tu sombra de ojos, la que llevas hoy, te dice: "Sí estás enamorada, ¿y qué? Que todos lo vean hoy." Que el gris ha dejado de ser el color triste y marginado que siempre está solo en clase, para convertirse en el gris de su jersey favorito. Y el marrón, ya no es ese color feo que a nadie le gusta y pasa a ser incluso tu favorito. Porque cada vez que lo miras a los ojos lo ves, y te encanta. Y el naranja te sabe a atardeceres eternos y efímeros con tu cabeza apoyada en su hombro. Y entonces sabes que nunca olvidará el morado porque se acuerda de que es tu color favorito. Y no duda de que siempre brillarás con tus tonalidades de plateado y dorado cuando te mira. Porque siempre te pilla brillando. Y el negro ahora te parece precioso porque te recuerda a todas las noches que dormiste junto a él, porque te recuerda a cuando el cuarto estaba a oscuras, dentro de un negro bonito. Dentro de un negro, que en vez de darte miedo, te da seguridad.
Y ya no ves la vida igual. Porque él lo ha puesto todo patas arriba. Y aunque él se encuentra en su orden, tú te encuentras desordenándole la vida. Pero eso ya nunca será algo negativo, porque él ha aprendido a amarte así, desordenada, caótica, y para él, perfecta. Aunque estés a años luz de serlo.
Como tú, cuando empiezas a sonreír como una boba cada vez que te dice algo bonito. Aunque eso es lo que defines tú como algo bonito: cualquier cosa que te diga y que le salga directa del corazón. Pero eh, no te confundas. Él no es un chico como otro cualquiera que te dice lo que quieres oír para quedar bien. Y tampoco utiliza tácticas para ligar contigo como hubiese hecho otro. Simplemente se limita a ser, y a sentir, como es.
Y otro día te encuentras así, viviendo, y de repente notas algo extraño en la nariz. Y te das cuenta de que también se puede sentir placer oliendo. Porque ahora la vida te está recompensando, trayéndote a tu nariz, tus olores favoritos. Quizá por el karma. Quizá por causalidad. Quizá porque te lo has ganado. Quizá porque te estés enamorando. Y un día cualquiera llegas, y huele a rosas, pero esta vez no estornudas. Entonces sigues tu camino y percibes un ligero aroma a coco, a canela. A pan recién hecho. Y después hueles las risas, que con su perfume inundan la habitación. Y huele a recuerdos, y a tantas cosas... Y de repente su olor se cuela en tu nariz sin previo aviso, y crees que jamás lo podrás olvidar. O dejar de oler. Miras hacia un lado y cuando te quieres dar cuenta has pegado la nariz a esa sudadera que se dejó olvidada, ahí doblada, perfecta, en esa silla de tu habitación. Porque él es así de cuidadoso con sus cosas. Y aunque tú no seas su posesión, también hay que hablar de cómo te cuida y te dobla, porque su amor siempre te parte en dos. Y una idílica mañana te despierta el olor a café recién hecho y empiezas a darte cuenta de que estás en su casa y que todo es perfecto aunque te hayas desorientado por un momento. Aunque creyeras que es todo un sueño del que no quisieras despertarte jamás. Y sabes, que en algún momento acabará por llevarte el desayuno a la cama, porque él es así de romántico, de los chicos que ya no quedan. Y llega un día en el que ya no te sabe nada igual, porque los olores son recuerdos de a qué sabe la felicidad y de a qué huele el amor cuando aspiras el olor que ha dejado en su lado de la cama.
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Subo como la espuma
RandomEstoy teniendo problemas con mi blog. Así que aquí escribiré textos variados que se me vayan ocurriendo. Desde amor, a desamor o cualquier cosa que no tenga que ver con ello. Espero que lo disfrutéis, que comentéis vuestra opinión y que compartáis e...