Una razón para Vivir

CAPITULO 1

Año 2021

Eran épocas de lluvias, era un mañana lluviosa de mayo, específicamente el día veinte, recuerdo esa mañana, me levanté en la madrugada por el frío. Recuerdo haberme olvidado de cerrar la ventana de mi habitación. Las clases comenzarían en unas dos horas, el sueño me había abandonado. Comencé a alistarme para el colegio, todos los estudiantes utilizamos el mismo uniforme con los colores característicos de nuestra institución.

Una hora.

Comencé a escuchar música para quitar ese ambiente melancólico que se podía percibir en la habitación.

Veinte minutos.

Mi madre se había levantado, me dijo que bajara a la cocina para desayunar.

Cinco minutos.

Pasó el tiempo y llegó el momento de salir de casa. Usualmente sé ir al colegio caminando, pero con el clima tan húmedo que se aprecia, es mejor utilizar el transporte público.

Me gusta este clima, es uno de mis favoritos, la sensación del viento en tu rostro es una de las cosas que más me fascinan de la naturaleza, las gotas de lluvia en el cabello, aunque por mojarme tanto me enfermaba y recordaba tomar medicina para el resfriado, utilizar el saco más abrigado que tengo con los audífonos puestos y mientras camino de fondo estaba mi canción favorita, no cambiaría esto por nada.

La vida de un estudiante no es fácil, pero depende que tipo de estudiante seas para sobrevivir a la vida escolar, los inteligentes, los regulares o los que toman los estudios como una broma. No me considero inteligente, siempre hay algo nuevo que aprender, pero no me va mal en los estudios. Claro que a veces yo también puedo fallar, pero es natural en las personas, caes y te levantas, o caes y no haces nada.

El transcurso en el transporte, un buen lugar para filosofar. Miras por la ventana los árboles, las gotas de agua deslizándose por la ventana, tu aliento chocando contra el vidrio y el poder de dibujar algo, pero lo mejor es ver como las cosas se deslizan rápidamente.

Llegué a mi destino, el transporte me dejó en frente de la institución. Los estudiantes y maestros caminaban hacia el interior del mismo. Algunos estaban con sueño, otros con frío, pocos apresurados por sacar copias a los deberes que se debían entregar a primera hora. Adolescentes y maestros viviendo apresuradamente y pacíficamente su vida escolar. Le he dedicado tres años de mi vida a estudiar aquí, uno de los mejores colegios de la ciudad. Por lo que su infraestructura no deja nada que desear. Un lugar con muros altos, paredes blancas con toques rojos, porque a pesar de ser uno de los mejores colegios, debe estar pintado de acuerdo a las normas del Ministerio de Educación. La institución se dividía por tres bloques y en su interior había aulas para los diferentes grados. Con un patio amplio en el frente y uno atrás. Con espacios para la recreación estudiantil, un lugar ocupado por los alumnos que querían divertirse un momento. A los lados laterales había árboles grandes y muy verdosos, algunos de ellos daban frutos y algunos daban sombra para esos días soleados. Con caminos estrechos llenos de flores de diferentes colores, dándole un toque más natural al lugar, con espacios verdes en el cual estaban situadas mesas y sillas para disfrutar de la comida. Un lugar agradable a la vista de los extraños.

Pero para los pasaban cinco días o más, solo era una simple fachada, no se podía disfrutar del lugar, porque al ser estudiantes solo debemos ir para estudiar y estudiar. Difícil, pero es verdad. No obstante, no todo era malo, porque si tenías amigos podías disfrutar de cada momento, de cada fiesta, de cada descanso, de cada exposición o de cualquier cosa.

No era la excepción, no tenía muchos amigos, pero si los suficientes para decir que soy afortunada por tenerlos. Conformábamos un grupo de cinco personas. Tres chicas y dos chicos. Todos diferentes. Pero todos muy unidos.