La Playa

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Inconscientemente tenía consciencia de lo que pasaba, sabía lo que hacía y lo que no, cuando golpeé a las personas que me llevaban a una clínica y escapé, pero no era yo el que lo hacía, no era mi voluntad o, tal vez sí lo era, tal vez no quería ser llevado a ningún lugar, o posiblemente necesitaba ir a uno.

Corría sin persecutores, nadie me seguía, sólo mi sombra me acompañaba a todo lugar al que me conducía y... choqué con alguien, tal vez aún seguía débil por la cantidad de tiempo que pase golpeando mi cabeza contra una pared pero perdí todo rasgo de consciencia que aún me quedaba.

Dolor...

Dolor...

-'¡------!'- Alguien dijo algo, pero, qué fue lo que dijo. -'¡Despierta!'- Ah, ya lo entendí, suena como si tuviese voz de hombre.

-'Ya, ya me despierto'- la verdad es que no lo iba a hacer, estaba muy cansado y la cabeza me ardía como una quemadura de tercer grado.

-'Muévete'- me dieron un puñetazo en la cara. Abrí los ojos.

-'Pero qué? Quiénes son ustedes?'- habían dos. -'Suéltenme'- sino fuera por el hecho de que estaba encadenado a una cama y habían dos sujetos que tenían pasamontañas y  que me estaban pegando para que me despertara y que en la cómoda habían un bisturí, un machete muy  afilado y unas tijeras de acero con óxido de un tamaño considerablemente grande, les hubiera mencionado que hablando la gente llega a un convenio, pero no, eran unos cerdos sucios a los que les gustaba matar, cobrar por ello, o tal vez secuestrar y pagar el rescate, pero eso no les servirá conmigo, no hay nadie que me quiera vivo ni muerto, nadie pagaría por mi aunque les pagaran más dinero por hacerlo, casi nadie sabe que existo, pasó desapercibido por casi todos los lugares que transito, no hablo con nadie y nadie habla conmigo. 

Pero no pude evitar pensar de nuevo en que tengo algo que hacer, que al menos una persona sabe que existo, o sino fuesen dos, Soledad y ese sujeto que conocí, tengo que salir de aquí.

-'¿Qué quieren de mí?'- les pregunté.

-'El sujeto con quien andas, necesitamos a ese sujeto'- Me contaron, pero que flacidez de voz, aunque era muy grave, pero lo decía con un toque muy vago, como si su voz se fuese por otros rumbos antes de llegar a terminar la oración.

Podría ser que en mucho tiempo no me había encontrado en una situación como esta, que no me hubiese importado, pero igual, puede que esta sea mi oportunidad, la que tanto anhelaba tiempo atrás, morir.

-'No va a venir por mí, no soy nada para él, no significo nada en realidad, podría morir y a nadie le importaría, así que mátenme'- Dije, ya no quería seguir, me iban a torturar, tal vez no, mejor que terminen de una vez.

Ambos individuos se miraron entre ellos y luego me desencadenaron, yo reaccioné y traté de escapar, pataleé, forcejeaba pero me superaron y me dominaron con las tijeras alrededor de mi cuello, la verdad es que no quería morir, quería seguir viviendo, es la primera vez que la vida me propone un escape y no la aprovecho, hace mucho quería morir pero ahora quiero terminar lo que he empezado, o al menos lo poco que he logrado comenzar. 

Con las tijeras en el cuello, con las manos atadas atrás de mi espalda, amarrado, colgado del pescuezo de un pilar horizontal en el techo de la habitación, podía respirar pues me paraba con las puntas de los dedos de mis pies, eso era algo bueno, podía sobrevivir todo el tiempo que este ahí pero, siempre hay un pero, yo podía pararme normalmente, sin embargo, el resultado de hacerlo era la muerte, la soga alrededor de mi cuello estaba conectada a las tijeras, si yo me movía podría perecer decapitado, que gran imaginación, estar de puntas era un objetivo clave, así como salir de allí.

...

Habían pasado ya tres horas, me estaba dando sueño, se me hacía más difícil respirar y me dolían los pies, estaba a punto de ceder pero no lo hacía, mi pierna izquierda ya no respondía a lo que mi cerebro le ordenaba, a lo que yo calculara había bajado unos tres centímetros de altitud, ya no me sostenía en la punta de los dedos sino en la planta, era sumamente doloroso, las tijeras ya me apretaban y si me movía mucho me cortaba, aún tengo unas que otras cicatrices de ese momento.

... 

¡¡Dios Sálvame!! ¡¡Apiádate de mi alma!!, no podía más que suplicar al dios en el que nunca había creído, tal vez pensaba que eso en alguna forma podría ayudarme, no podía gritar, gritaba mentalmente; siete malditas horas, no sabía ni qué hora del día era, parecía de día, una luz se asomaba por entre unas tablas de madera que cubrían una especie de ventana o agujero, iba a morir, ya no cabía duda alguna, de entre las ciento cuarenta y siete formas de morir que sabía hasta el momento iba a morir de una forma que ni siquiera conocía y que no me esperaba, baje dos centímetros más, un centímetro más que bajara y moriría, quería ver la luz, al menos, para morir cálidamente, mi pierna izquierda que ya no se movía trate de que se moviese un poco, de que despertase de ese coma en el que se encontraba, debo admitir que el hormigueo que sentía fue casi tan parecido como el sufrimiento por el que estaba pasando, una vez se me pasó y pude mover algo esa pierna vaga, trate de patear las tablas, estaban casi a una distancia a la que podía ameritar, traté y traté hasta que por fin le di a una tabla que abrió una abertura en la que se podía divisar arena, el mar, los muelles, la orilla, la maldita orilla a la que yo me iba a tirar a suicidarme, me tuve que reír, una risa seca y grisácea, no se podía apreciar ni un poco de la gracia que yo hacía, parecía más bien una tos que una risa, la maldita playa, quién hubiera pensado que esa sería mi escena final, el momento en el que todo termine, el sufrimiento que selle mi historia, solo yo, una tijera cómicamente enorme y unas sogas  y la playa, mi vista se nublaba de a poco, mi cabeza se sentía llena de líquido, o tal vez vacía, mis sentidos estaban confusos, tal vez perdería la cabeza, me caería de inmediato al perder la consciencia, cerré los ojos y espere... y espere... y espere.

Lo ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora