CAPITULO QUINTO

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"...CUÉNTAME..."

El frío se hacía cada vez más penetrante, pero a ellos poco les importaba;

La noche poco a poco abatía sobre sus cuerpos, pero a ellos poco les importaba;

­La vida perezosamente desfilaba delante sus fanales, pero a ellos poco les importaba;

Los problemas van en crecida cada día, pero a ellos poco les importaba;

El amor va trepando entre sus almas como una enredadera busca trepar en un muro, pero a ellos no les molesta.

"¿Cuál es tu flor favorita?" interrogó el rizado entre risas provocadas por los inventos de aquel hombre sentado en frente de él.

"Mmmm yo diría que los dientes de león" contestó el ojiazul mientras observaba con los ojos brillantes y una sonrisa vaga como Harry soltaba una fuerte carcajada.

Haría lo que fuera para que aquel pequeño dueño de ojos color selva riera como lo estaba haciendo por su vida restante.

"eso no es una flor Lou... perdón" y en ese momento un fuerte sonrojo recorrió todo su rostro.

"no me molesta Harry, puedes decirme como mas te guste"

"solo no me acostumbro"

"Está bien, cuando te sientas listo lo puedes hacer"

"Tu igual, puedes decirme Hazz cuando quieras"

"Lo haré, Hazz"

Y así, envueltos entre mantas, sonriendo atrevidamente hasta que sus mejillas dolieron y en calma como los pinos en enero se dieron cuenta, tal vez si sentían algo...

Lentamente Louis se fue acercando al rizado hasta solo dejar ridículos centímetros de distancia.

"Harry..." pronuncio con un suspiro.

Sus alientos mezclándose por la cercanía formando la cura de todos los males que poseían. Ninguno queriendo distanciar sus cuerpos de donde residían pero tampoco queriendo acercarse por miedo a romper el momento.

"¿sí?"

"¿puedo besarte?"

"¿quieres hacerlo?" respondió con travesura pintando sus palabras.

"Está mal responder una pregunta con otra Matelotage"

"Lo siento"

"Buen chico" solo dos palabras que lograron que el rizado sintiera, no mariposas, sino abejas, en su estómago.

"¿Puedo?"

"Hazlo"

Y así sin más, el ojiazul no se hizo rogar.

Lentamente llevó su mano derecha hacia la mejilla del contrario y juntó sus labios, confirmando sus sospechas de que ese simple acto que las personas consideran cotidiano, entre ellos no es algo mas que extraordinario y prodigioso.

Cualquiera con la dicha de sentir lo que ellos sienten solo con un torpe y simple toque debería ser considerado santo.

Poco a poco movían sus labios apreciando el momento, sonriendo simplemente por aquel acto, separándose después de unos minutos que parecieron una eternidad finalizada con dulces y pequeños besitos.

Juntaron sus frentes, Louis aún con su mano en la mejilla del rizado y la restante ubicada en su cintura, mientras que ambas manos del rizado estaban apoyadas delicadamente en el pecho del ojiazul.

SAVE ME... PLEASE [Terminada, en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora