001.

38 2 0
                                    

La semana apenas comenzaba, los coches hacían resonar sus claxons molestando al azabache detrás de la música que reproducían sus auriculares, iba de camino a su empleo como todo joven que debía sobrevivir con unos cuantos billetes para pagar la renta. Mudarse desde Busan a Seoul no era algo que tenía planeado para su futuro, sin embargo, en la gran ciudad tenía más posibilidades de estudiar la carrera que tanto le gustaba.

Una vez que entró al restaurante por la puerta trasera correspondiente a los empleados fue directo al salón donde se encontraba su casillero, se quitó el abrigo dejando que su cuerpo se acostumbrara a la calefacción del lugar y se colocó el delantal color ladrillo en la cintura, eso ayudaba a qué su ropa no se manchara ya que era algo descuidado y al jefe no le gustaba que estuvieran desaliñados. El reloj de pared marcaba diez minutos para las cinco, «perfecto» pensó mientras terminaba de anudar los cordones de sus zapatos de vestir, por fin había llegado temprano al trabajo.
Hecho esto, salió del salón cruzándose con sus compañeros quienes gratamente le daban las buenas tardes o bien se despedían ya que finalizaba su turno, sólo fue uno de los tantos el cuál llamó su atención, claro, su cabello azulado no pasaba desapercibido.

— ¡Adivina quién ha vuelto! —exclamó eufórico enseñándole la pantalla de su móvil, por lo que el azabache tuvo que sujetarlo dado el temblor de su mano para leer el tweet.

— ¿Y? —se encogió de hombros en lo que le soltaba— No entiendo por qué te emocionas tanto Taehyung.

El peliazul rodeó sus ojos, a veces el desinterés de su mejor amigo le molestaba, ¿Acaso era tonto? Park JiMin era uno de los ídols reconocidos en todo el mundo, tenía miles de fans, además que había sido elegido tres años consecutivos como "el hombre más hermoso de Corea del Sur". Guardó su móvil en el bolsillo delantero del grisáceo pantalón de vestir y acomodó su delantal, riéndose por creer que estaría tan emocionado como él, pero lo entendía, no a todos les gustaba aquel muchacho de labios voluptuosos, que bailaba de una manera casi hipnotizante y su voz erizaba cualquier piel.

— Sólo me emocioné porque ahora sí podré cruzarlo por la ciudad...

Su tono de voz fue más baja, casi simulando un murmuro más que palabras seguras. El azabache sonrió ladino y le extendió una de las franelas blancas apoyando su mano libre en su hombro.

— Tae, sabes que es imposible dar con una persona como él... —sus palabras fueron duras, pero realistas, y tras un apretón en el hombro contrario palmeó su espalda— Ahora a trabajar antes de que SeokJin nos asesine.

Mientras tanto en el aeropuerto, los paparazzi no paraban de tomar fotografías del famoso idol, puesto que éste terminaba su gira mundial y más de uno quería tener la primicia. El rubio trataba de hacerse paso entre la multitud que lo llamaba y preguntaba acerca de los rumores, los últimos meses sólo se hablaba de la misteriosa relación que éste mantenía con su secretaria, se los había visto muy unidos en las ciudades europeas y todos querían saber qué tan ciertos eran. Él sólo reía en su mente, le parecía algo totalmente innecesario sacar a la luz, ¿Decir que se había acostado con ella unas cuántas veces era algo digno de mencionar? Claro que no.
Finalmente la camioneta polarizada se hizo frente a él, y tras ser abierta la puerta trasera por su manager se introdujo en ésta teniendo por fin la privacidad que tanto quería. Su móvil en el silencio no paraba de dar notificaciones, por lo tanto no dudó en fijarse entre los miles de mensajes si alguno era importante para responder, y fue así cuando encontró unos cuántos correspondientes a su mejor amigo y colega, Min Yoongi.

¡Bienvenido a Seoul, mi querido! —se oyó desde el otro lado de la línea tras esperar que sea atendida la llamada.

— ¿Me puedes explicar el grupo que Hoseok acaba de armar? ¿Cómo es eso de "te extrañamos Mochi"? ¿Cuántas veces tengo que decirles que odio que me llamen así? —el tono irritado del rubio sólo produjo una carcajada del muchacho desde el otro lado.

Ya, no te enfades, tú sabes que es un bromista.

Como digas... en fin, ¿tienes planes para esta noche? Necesito de las viejas salidas entre todos —mencionó acomodando su cuerpo en el asiento sin importar la presencia de su manager a su lado y que los paparazis corrieran a la par de la camioneta aún con intenciones de seguir fotografiándolo.

Aún no... ¿Saldremos los cuatro?

Quizás, si es que don mandón no tiene planes para mí... —sonrió divertido en lo que desviaba la vista al muchacho junto, quién frunció su ceño al escucharle— Te enviaré un texto cuando llegue al apartamento, y dile a Hoseok que cambie el nombre del grupo o me saldré.

Va, va, no seas gruñón y avísame, necesito beber unas cervezas con mi viejo amigo.

Tras la breve conversación con su amigo, dejó caer su móvil a un costado de su cuerpo colocando sus pies sobre el regazo del más alto, quién ahora sin dudas tenía su atención tras quitar la vista de su tableta.

— ¿Ahora me llamas "Don mandón"? —murmuró con su tono neutro característico.

— Vamos Hyung, es un apodo divertido, además yo no fui quién te nombró así.

— ¿No? ¿Entonces a quién debo regañar?

— A Hoseok, él hace muy buenos apodos, salvo el mío... —para mayor comodidad se quitó las gafas de sol dejándolas junto a su móvil, y se recostó un poco más en el asiento.— Entonces... ¿Saldremos los cuatro como en los viejos tiempos?

— No lo sé, aún tienes que ir a la empresa para hablar sobre el tour y el nuevo álbum...

— ¿Ves? Siempre me dices que debo y no hacer, el apodo te queda perfecto.

Como muestra de rendición hacia las palabras de su amigo, cerro sus ojos dejándose caer en los brazos de Morfeo en pocos segundos, asimismo acallando un poco su mente debido a todo lo que significaba volver a su país y de dónde había estado huyendo los últimos meses, aunque el resto de las personas querían llamarle de otra manera más artística. 

Por desgracia para el idol, no tomó mucho tiempo llegar a la empresa para la cuál trabajaba desde hace diez años, dónde había crecido de manera solitaria hasta encontrar a sus grandes amigos, que hoy llamaba hermanos y que se habían convertido en su familia. La infancia del joven Park era una triste historia y de la cuál se sabía poco y nada, ni siquiera su grupo de amistades la sabían por completo, en ese tema y algunos otros era muy reservado, cosa que sin dudas también para los ajenos se les hacía sumamente interesante del rubio.
Llevando su gafas negras como de costumbre se paseó por los pasillos del gran edificio, ni siquiera se las había quitado al tener frente al director de todo el negocio, lo que para aquel hombre le resultaba demasiado soberbio, pues así lo era, sin embargo el muchacho gracias a su fama había salvado la compañía de muchas  deudas y no podía darse el lujo de echarlo a patadas porque significaría la bancarrota. Reuniones, shows, nuevos singles o álbumes fueron lo suficiente para quitarle el mayor tiempo que el joven Park pensaba utilizar para estar en su apartamento en soledad, por lo que sólo dejaba que NamJoon hablara la mayor parte del tiempo mientras él, dormitaba en el asiento aprovechando que las gafas lo ocultaban. 

— Hey... —exclamó el alto al golpear su hombro, haciendo que el rubio se despertara sobresaltado— Es tiempo de irnos. 

—  Al fin. 

Aunque no pudiese verlo, el contrario sabía que al escucharlo había rodado sus ojos como siempre hacía, lo que sólo le causaba gracia pero que nunca manifestaba, reía en su mente con tal de ocultarlo. Park fue el primero en salir de la sala de reuniones, seguido por pasos no muy lejanos de su amigo mientras se llevaba las miradas de cada quién se cruzaba. Tomaron el elevador al final del ancho pasillo hacia el subsuelo donde se encontraba la cochera, ninguno habló en el trayecto, NamJoon sólo observaba por el rabillo como el rubio comenzaba con sus tics nerviosos de camino a la camioneta en la cual habían llegado. 

— Le dije a los chicos que nos esperen en el restaurante de siempre —habló por fin, por lo que Park inmediatamente volteó al abrir la puerta trasera. 

— ¿Así que aceptas una noche como en los viejos tiempos? 

— Te lo mereces, JiMin. 

Una leve, pequeñísima sonrisa se animó a aparecer en el rostro del idol, e inmediatamente se adentró a la camioneta a la espera de su amigo y aquella noche que prometía mucho, sobre todo si sería como en los viejos tiempos.


Próxima actualización 05/07

Bajo Contrato ✦ kookmin fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora