Capitulo 3
Llego a mi calle cinco minutos antes de lo normal, según mi reloj, que es el único adorno permitido por Abnegación y solo porque resulta práctico. La correa es gris y la esfera, de cristal. Si lo pongo en el ángulo correcto, casi veo mi reflejo sobre las manecillas.
Las casas de mi calle son todas del mismo tamaño y de la misma forma. Están construidas en cemento gris, con pocas ventanas, formando rectángulos funcionales y económicos. En vez de césped tenemos malas hierbas, y los buzones son de metal mate. Puede que haya quien lo considere lúgubre, pero a mí me reconforta su simplicidad. La simplicidad no se debe a que despreciemos la singularidad, como a veces interpretan las otras facciones. Todo (nuestras casas, nuestra ropa, nuestro corte de pelo) está pensado para que nos olvidemos de nosotros y nos protejamos de la vanidad, la codicia y la envidia, que no son más que distintas formas de egoísmo.
Si tenemos poco, deseamos poco y todos somos iguales, no envidiaremos a nadie. Intento que me guste. Me siento en el escalón de la entrada y espero a que llegue Gemma. No tarda mucho, al cabo de un minuto veo unas figuras con túnicas grises caminando por la calle. Oigo risas. Abnegación intentamos no llamar la atención, pero los juegos y las bromas empiezan cuando llegamos a casa. Aun así, nadie aprecia mucho mi tendencia natural al sarcasmo, ya que el sarcasmo siempre es a costa de otra persona. Quizá sea mejor que Abnegación quiera que lo reprima quizá no tenga que dejar a mi familia quizá si lucho por pertenecer a los abnegados mi actuación se convierta en realidad.
—¡Harry! —exclama Gemma
—. ¿Qué te paso? ¿Estás bien?
—Estoy bien. me mira con cara rara, como si yo fuera una persona distinta a la de esta mañana. Me encojo de hombros.
—Cuando terminó la prueba, me mareé. Será por el líquido que nos dieron. Ya me siento mejor. Intento sonreír de manera convincente, y parece que no he convencido a Gemma para que ya no se preocupen por mi estabilidad mental. Sin embargo, Gemma me mira con los ojos entrecerrados, como hace siempre que sospecha de un engaño
Se vuelve hacia mí. Sus cejas, oscuras y rectas, se juntan tanto que entre ellas aparece una profunda arruga. Cuando frunce el ceño se parece más a mi madre que a mi padre. En un instante lo veo viviendo la misma vida que mi padre quedándose en Abnegación, aprendiendo un oficio, casándose con Susan la vecina y teniendo una familia. Será maravilloso Y puede que yo no lo vea.
—¿Me vas a contar ya la verdad? —pregunta en voz baja.
—La verdad es que se supone que no puedo decirlo y se supone que tú no puedes preguntarlo.
—¿Te saltas todas las reglas, pero esta no? ¿Ni siquiera por una razón tan importante? Vuelve a apretar las cejas y se muerde la comisura del labio. Aunque me acusa con sus palabras, suena como si me intentara sonsacar información, como si de verdad quisiera oír mi respuesta.
—¿Y tú? —pregunto, entrecerrando los ojos
—. ¿Qué ha pasado en tu prueba, Gemma? Nos miramos a los ojos. Oigo la bocina de un tren, aunque es tan débil que bien podría ser el viento al pasar silbando por un callejón. Pero sé reconocerlo suena como si los osados me llamaran para ir con ellos.
—Tú... no les digas a papá y a mamá lo que ha pasado, ¿vale? —añado.
Se me queda mirando a los ojos unos segundos antes de asentir con la cabeza. Quiero subir a mi cuarto y tumbarme. La prueba, el camino de vuelta y mi encuentro con el hombre abandonado me han dejado agotada. Pero mi hermano preparó el desayuno esta mañana y mi madre preparó la comida, y mi padre hizo la cena anoche, así que me toca cocinar. Respiro hondo y entro en la cocina para ponerme con ello.
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Divergente
FanfictionHarry Preyer "Hazz" ha alcanzado la fatídica edad de veinte años la etapa en que los Jóvenes en el distopico chicago deben seleccionar a cual de los 5 grupos van a unirse de por vida. Cada grupo representa una virtud : Verdad, Abnegación, Erudición...