Cold Manssion

Presagio

Mis manos están llenas de aquel típico líquido carmesí, mi cabeza retumba y fuertes mareos llegan a tumbarme un par de veces.

Mi respiración es lo único que siento en esta oscuridad tan devastadora.

<<¿Que me ocurre?>>

<<Auxilio... quiero respirar...>>

Mis ojos son como dos catalejos pequeños, solo veo oscuridad y manchas de sangre. Mis oídos son taladrados con el goteo de la sangre espesa que se va haciendo tan común como el agua del mar.

—Necesito encontrarme, necesito saber en que me he convertido —mi voz ronca intenta liberarme del insomnio en el que estoy sumergido pero es inútil, todo está perdido.

Debes matarlos, debes matarlos...

Un fuerte dolor de cabeza vuelve a llevarme al piso y con ella las náuseas invaden mi estomago. Mi garganta se comprime y de mis ojos gruesas lágrimas salen cristalizando mi rostro.

Una sonrisa tétrica se escucha de lejos, estremeciendo las oscuras salidas de aquella mansión.

¿Mansión?

Si, la misma que elegiste para tus juegos...

Esa voz llena mi cuerpo de espasmos y libera fuertes dolores que me hacen chillar de agonía.

Recuérdala bien... recuérdala porque es el comienzo y el final de todo...

—¡Déjame en paz! —grito hacia la nada haciendo que mi garganta arda por la fuerza ejercida.

¡No! Este es el costo de todo el que entra...

—Debo salir... debo salir de aquí —mis ojos pesan y la mirada al vacío se ve tan cerca que temo a que sea el final.

Recuérdala bien... su nombre va estar marcada en tu piel para siempre.

—Su... nombre —es el final, trato todo pero es imposible. De mi cuerpo la sangre sale a cántaros y no hay... nadie.

Si su nombre...

Recuerda su nombre...

—Cold Manssion—esa voz llena de risas cínicas vuelva a mi.

—Eres... tú —hablo a la persona enfrente. Solo puedo ver su sombra y las gotas de sangre que caen de sus manos hacia el piso.

—Te dije que iba a acabar contigo.

—No por favor yo...

—Shh —me tomo del cabello y me acerca a su rostro.

—Que quieres de mi... —ya no me escuchaba, mis voz solo era un hilo de frases balbuceantes.

—Tu vida...

No sabemos hacia donde nos llevarán nuestros sueños más horrendos la pregunta es...

Podrás llegar hasta el final de ellos.