Un cura o cualquier organismo ligado a la iglesia sí puede tomar alcohol, pero que siempre sea con moderación. Gustabo llevaba tan solo dos cervezas, quizá Conway una más, pero entre los dos surgió una confianza muy rápida. Hablaban de todo y a la vez de nada que tuviera sentido. No se esperaba estar bebiendo con el sujeto que no le había dejado dormir durante toda la noche. Pero le fascinaba. Sentía un cosquilleo cada vez que el hombre se reía, no solo estaba feliz por divertirle, sino también se sentía afortunado de ver esa sonrisa. Una pena que no fuera pintor para poder enmarcar ese momento en un cuadro.
Pasaron de la cerveza a algo más fuerte. Mientras le pedía al camarero unos brandys, Gustabo se pilló a asimismo teniendo pensamientos impuros con el policía. Totalmente serio, avisó que iría al baño otra vez.
Se echó agua frío en el rostro para sentirse un poco más sobrio y luego se miró al espejo. No podía estar fantaseando con eso. ¿Qué diría su madre? ¿Fue en vano todos esos años de terapia? ¿Y quién era ahora él ante los ojos de Dios? Había trabajado tanto en él mismo para llegar hacia dónde estaba, con un trabajo bien pagado y con toda su familia contenta por haber encontrado el camino de Dios.
Pero lejos de sentirse asqueado, quería más de él. Lo quería todo, a pesar de que le hubieran dicho miles de veces que eso iba en contra del bien y debía ser castigado. Fue ante las amenazas del terapeuta de ponerlo en terapia electroshock si no se recuperaba pronto, por lo que se comprometió a reprimirse a asimismo. Pero no podía mentirse. A la familia, amigos, incluso a Dios sí podía. Porque después de todo eres tú el que vivirá con todas tus partes y para estar en paz hay que aceptar cada una de ellas.
Marcharon a los pocos minutos. Gustabo no quería despedirse todavía, pero se sintió aliviado cuando Jack se ofreció para acompañarlo hasta su piso. Tenía la extraña sensación de que el tiempo se le agotaba, a pesar de tenerlo a su lado.
Miró al cielo cuando sintió que le caían pequeñas gotas de agua. Había visto en las noticias que llovería por la noche, pero no esperaba que el tiempo le diera una oportunidad.
- Oye, ¿te apetece subir a tomar un café? - Esperó hasta que llegaran al portal de su edificio para preguntarle.
- Sí, sí que me apetece. - Sacaba las llaves y sintió un escalofrío cuando escuchó un tono más seductor.
La luz del pasillo no funcionaba, dejando con intriga al silencio que los acompañaba. Cuando pulsó el botón del ascensor, oyó como susurraban su nombre a sus espaldas.
En la oscuridad no podía ver el rostro de Jack, pero sí vio como su figura se aproximaba a él y enrollaba sus brazos sobre su cadera. Notaba su cuerpo duro contra el suyo mientras se le escapaba el oxígeno de los pulmones. Respiraba por la boca con dificultad, sintiendo el aliento del otro. Paseó sus manos por los hombros y luego por los brazos, casi con sus garras, como si quisiera arrancarlo a pedazos para él. Sabía que no debería morder el fruto prohibido, su vida había llegado hasta un punto en el que no se podía permitir ningún capricho. Pero estaba demasiado ebrio del alcohol y de él, como para volver a echarse para atrás una vez más.
Juntaron sus bocas casi al unísono, encajando perfectamente. Decían que un beso lleno de deseo se sentía como una bocanada de aire, pero Gustabo sintió veneno, una pasión que recorrió toda su sangre. Se apegó más al cuerpo de Jack, tratando de buscar más contacto físico del que se podía. Quería convencerse de que lo que hacía no estaba mal, pero, ¿y qué importaba ahora eso, cuando se estaban abrazando cada vez más fuerte y se mordían suavemente los labios del otro?
Las puertas del ascensor se abrieron y se tuvieron que separar. En ese momento debió haberse arrepentido y prometerse que nunca jamás lo haría, porque, tal vez, si solo fue una caricia al infierno, no quería decir que no tocaría el paraíso. Pero cuando se volvieron a besar en el ascensor, Gustabo se dio cuenta que no podría saciar su deseo por ese hombre.
"Oh my god,
he took me to the sky"
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He took me to the sky [IntenaboAU!] {Four shot}
FanficDonde Gustabo es un cura de Albacete que de adolescente se le sometió a terapia para intentar curar su orientación, y Jack Conway el policía ateo y arrogante de la ciudad