Capítulo I
- ¿Me prestas tu crayola azul?
Fue la pregunta que llego a mis oídos ese día, proveniente del puesto que estaba a mi derecha.
Solo era un recuerdo, pero uno que atesoraba con todo mi ser.
Porque a pesar de que habían pasado ya casi 11 años de esa primera conversación, podía recordarla como algo sucedido hace una semana.
Siempre pienso como una pregunta tan simple pudo iniciar algo tan grande, un amor, una amistad, un algo fuerte más allá de lo que se podía decir o describir con todas las palabras del diccionario.
A pesar de estar en un debate de filosofía con el profesor Aguirre, un profesor de un metro cincuenta, calvo, divorciado y con dos hijos, mi mente seguía estancada en el recuerdo que protagonizaba mi compañero a mi izquierda.
Por cosas de la casualidad, Lucas, el mismo niño que me hizo esa pregunta de la crayola, estaba sentado a mi lado en la mesa redonda del debate
- Señorita Rojas, me parece que todo lo que está pensando está mucho más interesante que mi debate ¿Qué tal si, nos comparte todo eso? así nos enteramos de que tan interesante es.
- Perdón profesor, no es nada importante.
- Entonces, si no es nada importante, peste atención, que me va a tener que entregar un trabajo escrito sobre todo lo que debatimos hoy, con una introducción bien estructurada, propuestas a favor y en contra e inclúyale una opinión neutra.
Cuando el profesor Aguirre termino de darme mi castigo, del cual ni siquiera sabía el tema, voltee a ver a Lucas, El cual me estaba mirando con una sonrisita burlona estampada en su cara.
- ¿Que? – Le pregunte en un susurro, un poco MUY agresivamente.
- Jaja, cálmate, solo que, tu primer debate y ya te pusieron castigo. ¿En qué tanto pensabas? Señorita
¿Qué le iba a decir? ¿Que estaba pensando en tus rizos y ojos que me tienen enamorada hasta la medula desde hace años?
¿Era verdad? Si
¿Lo iba a decir? Claramente NO
Entonces lo que salió de mi boca fue algo totalmente distinto a lo que se cruzaba por mi mente
- En nada que sea importante, ya lo había dicho
Pero no pude terminar mi hermosa explicación, ya que el profesor Aguirre se paró en frente de nosotros dos.
- Señor Diaz ¿A usted también le interesa que le ponga un trabajo como el de la señorita Rojas?
- No profe, muchísimas gracias por la oferta
- Entonces señor Diaz, cambien de puesto con el señor Restrepo, para evitar que usted y la señorita Karina se distraigan
Cuando el profesor Aguirre termino de dar la orden de cambio, todo empezaron a hacer bulla y a silbarnos.
- Nos veremos en un próximo evento, señorita
Yo solo lo miré a sus ojos claros por un momento y solté una risa por lo bajo
Después de que Lucas saliera de mi campo de visión vi a Leonardo Restrepo acercarse a mí.
- ¿Cómo está la mujer más bella de esta clase? – dijo Leo al sentarse en el puesto donde en su momento estuvo ocupado por Lucas.
- Como será la práctica que tienes diciéndoselo a todas que ya hasta yo me lo podría creer, de no ser si no te conociera.
Leonardo era un chico con tez morena, media por ahí un metro setenta y ocho, para mí era alto, aunque cualquiera podría ser alto comparado a mis 1.48 metros de estatura, pero comparado con los simios aztecas gigantes que habitaban mi salón, era de los más chiquitos del aula.
- Pero tú sabes que es verdad, no sabes cuanto deseo que me hagas caso, eres divina, pero se nota en tus ojos de diosa que ya alguien habita en tu corazón – Leo dijo en forma dramática
- ¿De qué hablas? – pregunte hacia la afirmación que había hecho
- Kiri, hablemos sinceramente – dijo poniéndose serio – se nota que tu corazón ya se ha fijado en alguien, y está completamente enamorado de esa persona, podrás ser la diosa que ilumina mis días, pero tus ojitos tienen marcado el nombre de alguien demasiado especial
Mientras decía todo esto, volteo a ver a Lucas, el cual nos miraba detenidamente mientras conversábamos sobre mis sentimientos.
- Ay leo, tu solo dices cosas sin sentido
- Ay niña, no sabes cómo se ve a leguas cuan enamorada estas
Leo, a pesar de ser un bandido y querer estar con todas, era de mis mejores amigos, siempre me molestaba con querer ser algo más, pero al parecer, el tenía claro que yo no tenía ojos para nadie más.