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El pequeño pelirojo se encontraba sentado en el suelo de la habitación jugando con aquellos dos pequeños gatitos de felpa las cuales hacían pequeños "sonidos", provenientes de la boca de este simulando que hablaban entre ellos, en algún idioma inventado por el mismo.

Los ojos del mayor quien se encontraba justo en el marco de la puerta admiraban aquella tierna escena. Sin duda el pequeño a pesar de no ser tan "pequeño" lucia tal cual niño. Se adentro por fin después de unos escasos segundos al lugar, tomando asiento aun lado del mismo par observarlo con determinación, notando así un pequeño rubor sobre las mejillas del más bajo, "tan lindo"- pensó el azabache ante aquella escena acariciando con cuidado estás.

-¿Todo bien pequeño?- interrogó con cautela esperando una respuesta, evitando a la vez incomodarte,-E oído que has mejorado, realmente me alegro saber eso-.

El mayor tomo las mejillas contrarias depositando un corto beso sobre las mismas, sin dejarle contestar aquella pregunta tomo aquel gorro de algodón cubriendo aquella roja cabellera.

-Eh venido por ti, vamos a casa-

Susurro nuevamente levantándose con el menor en brazos, asegurándose de que aquellos preciados peluches no calleran, abriéndose paso así fuera de aquel edificio.

🍧🍭.

El ahora pequeño cuerpo se encontraba tirado sobre la cama con los labios abultados, los brazos cruzados con aquellos ya mencionados juguetes mientras así trataba de llamar la atención del mayor, quien solo reía ante sus acciones negando divertido con la cabeza.

-pequeño ya dije que no iremos al parque, recién llegamos a casa y quieres salir, además que hace demasiado frío y no quiero recordarte lo mal que te veías hace unos días cuendo cogiste un resfriado-

Comento el mayor, a decir verdad aunque quisiera cumplir los caprichos de este como solía hacerlo siempre no quería verlo resfriado, a pesar de verse muy tierno el menor solía ser muy delicado.

Por su lado el menor quién al recordar aquella vergonzosa vez en la que enfermo dejo su berrinche aun lado para así tomar asiento sobre la gran cama observando al mayor quien ahora bebía de aquella gran taza de café. No pasó mucho hasta que este palmeo su regazo llamándolo, en menos de un minuto este se encontraba ya sobre sus piernas aferrado al mismo, recibiendo aquel cálido calor, aquella sensación de protección; seguido de recibir entre sus labios una pequeña galleta con forma de estrella.

-te prometo que iremos en cuanto el clima mejore, si te parece podemos ir mañana y te compraré un helado, ¿De acuerdo- comento el mayor, sabía que no tendría respuesta algunas más que un asentimiento por el más bajo, quien sonreía convencido ante tal propuesta, mientras degustaba de esa y otras más galletas.

Sin duda ambos chicos eran felices así, el mayor quien cuidaba de este mientras los demás iban a clases o trabajo, y el menor que a pesar de no ser un niño podía ser uno sin ser juzgado, podía ser feliz y sentirse amado sin la necesidad de ser rechazado.

Por qué si, los Muller no eran los mejores en todo, pero podría decirse que si los más felices.

O eso era lo que los demás pensaban al verlos.

Gatito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora